El padre de María Eugenia harto de los chismes que corrían por todo el pueblo, lo esperó una noche con un garrote y lo persiguió por todo el pueblo de Michelena, dándole garrotazos hasta matarlo. El joven sin vida quedo tendido, sin más palabras que decir, el papá de María Eugenia se retiró.
Días más tarde, mandó a que botaran el cadáver sin darle cristiana sepultura. Un día salió muy temprano a hacer unas diligencias, pero al regresar se le hizo demasiado tarde. Al pasar por el frente de la cuesta del cementerio donde dejo al muchacho sin vida, al estar cerca sintió un escalofrió, pero de igual modo prosiguió, más adelante vio como una figura de un hombre se aparecía frente a él, en efecto era el espíritu de José que lo llamaba y le decía que tenia que pagar su crimen. El padre llego asustado a la casa donde lo recibieron sus hijos y sin más nada que decir cayó desmallado.
Tiempo después enloqueció y murió, nadie se explica lo sucedido pero dicen que fue el espíritu de José quien se lo llevo.
Al pasar los años, los vecinos comenzaron a ver un terrorífico espanto que bajaba del cementerio, con una túnica negra, ojos brillantes y unas largas cadenas que pendían de sus brazos, arrastrándolas por las calles empedradas.
La figura encadenada se sigue apareciendo por las calles principales del pueblo, desde el Cementerio hasta el Barrio Santa Rita, los días cercanos al aniversario de la muerte de este joven llamado José.
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