sábado, 1 de agosto de 2020
Regresó Para Ceder su Tumba
Un
respetable señor, don Antonio Herrera falleció de un infarto.
Toda la familia se
dispuso para la velación, al día siguiente fue enterrado en el
cementerio local.
El hoyo fue de un metro veinte centímetros, a las
paredes le pusieron argamasa, al piso lo dejaron con tierra, metieron
el cuerpo de don Antonio pusieron encima de la tumba una tapa hecha
de palos y lo cubrieron con mezcla de sascab y cal.
Paso la tarde con
lluvia, vino la noche y alrededor de la medía noche se escucharon
varios golpes en la puerta donde vivía el difunto, su suegra
preguntó quien llamaba, solamente seguía los golpes, acudió a
abrir y se topo con un espanto con el rostro manchado de cal y
tierra, la ropa sucia y mojada, don Antonio extendió los brazos
hacia ella, la mujer aterrada sufrió un ataque al corazón y murió
en ese momento.
Don Antonio camino a
su sillón y se sentó frente a sus asombrados familiares medio
dormidos. Don Antonio empezó a explicar su terrible experiencia, les
hizo comprender que lo habían enterrado vivo.
Esa misma noche la
familia convocó a un nuevo entierro y no fue enterrada al día
siguiente como a él, sino hasta dos días después. Don Antonio
contó que cuando abrió sus ojos todo estaba oscuro y al querer
sentarse su cabeza chocaba con algo, entonces usó sus manos y empujó
con fuerza y escuchaba que empezó a caer tierra sin saber que
pasaba, siguió empujando hasta que llegó a la superficie, entendió
que lo habían enterrado vivo, vivió muchos años más pues murió
de 110 años.
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