lunes, 3 de agosto de 2020
Hermes, El Mensajero de los Dioses
De todas las
divinidades del panteón griego, Hermes es sin duda una de las más
complejas y ricas en matices. Hermes es la divinidad protectora de
cosas tan aparentemente dispares como el comercio, los robos, los
caminos, los mensajeros, los sueños y las puertas.
En realidad,
todos estos ámbitos comparten una característica común: suponen un
cambio de algún tipo. El comercio es el intercambio de unos bienes
por otros; el robo es un intercambio forzoso a cambio de nada; un
camino es la vía para cambiar de lugar; el mensajero es el encargado
de intercambiar palabras entre dos individuos o dos comunidades las
puertas son el límite entre un lugar y otro; el sueño es el cambio
entre la vigilia y un estado diferente. Podemos deducir, por tanto,
que para los griegos, Hermes era el dios de los cambios de todo tipo.
Por norma general,
Hermes es representado como un joven hermoso, más grácil que
fornido, tocado con un sombrero y con un par de alas, bien en sus
sandalias, bien directamente en los pies, que le permiten volar. Es
un dios rápido, que se mueve con facilidad entre el mundo de las
divinidades y el de los mortales, y como tal es el mensajero de los
dioses, encargado de llevar las órdenes de Zeus allí donde el padre
de los dioses se lo ordenara. Además de mensajero, Hermes es el dios
psicopompos, el encargado de conducir las almas de los muertos hasta
la entrada del reino de Hades.
El arma característica de Hermes es
el caduceo, una vara que ha sido representada con multitud de formas
y a la que se atribuía el poder de dormir a dioses y mortales así
como de servir para que su portador pudiera dirigir hasta el Hades
las almas de los muertos.
NACIMIENTO E
INFANCIA
Hermes nació como
fruto de la unión entre Zeus y Maya, una de las hijas del gigantesco
Atlas. El joven dios nació en una cueva en el monte Cilene, en la
salvaje Arcadia. A los pocos días de su nacimiento, el dios demostró
su precocidad escapando de su cuna y echando a caminar por los
campos. De este modo, llegó al lugar donde su hermano Apolo
apacentaba sus rebaños de vacas y bueyes. El joven Hermes decidió
robar los bueyes de Apolo y encerrarlos en una cueva, de modo que el
dios no pudiera encontrarlos. Una vez perpetrado el robo, Hermes
regresó a su cueva en Cilene. En la entrada encontró una tortuga, y
al observar la forma de su caparazón concibió una idea. Mató al
animal y, tras vaciar su caparazón y tensar sobre él una serie de
cuerdas hechas con tripas de buey, inventó la lira. Hecho esto,
regresó a su cuna y se quedó dormido.
Cuando Apolo
descubrió el robo de los bueyes, utilizó sus poderes adivinatorios
para averiguar quién había sido el culpable. Una vez descubierto
que había sido el pequeño Hermes, el dios Apolo exigió a Zeus que
se hiciera justicia. Maya trató de exculpar a su hijo aduciendo que
una criatura tan pequeña que aún dormía en su cuna no podía haber
perpetrado un robo semejante. Zeus no se dejó engañar por el tierno
aspecto del niño y exigió a éste que devolviera a Apolo sus
bueyes. Hermes, doblegado ante la autoridad de su padre, condujo a
Apolo hasta la cueva donde había escondido los bueyes. Apolo, sin
embargo, fascinado ante el invento de la lira y sus posibilidades
musicales, ofreció al pequeño dios todo su ganado a cambio del
instrumento musical, trato al que Hermes accedió gustoso. Además de
los bueyes, Apolo regaló a Hermes su cayado de pastor, una vara con
la que el joven dios construyó su arma predilecta y símbolo por
excelencia: el caduceo.
MITOLOGÍA
Hay pocas leyendas
que tengan a Hermes como protagonista absoluto, siendo mucho más
frecuente que este dios realice el papel de personaje secundario.
Normalmente, Hermes actúa a las órdenes de Zeus, bien como
mensajero, bien en algún otro papel.
HERMES E ÍO
La joven Ío, pese a
haber sido transformada por Zeus, su amante, en una ternera para
evitar que Hera descubriera la relación de ambos, sufrió la cólera
de la celosa señora de los dioses. La esposa de Zeus encargó al
monstruo Argos, una criatura con cientos de ojos, que vigilara a la
ternera, de forma que ni dios ni mortal pudiera acercarse a ella sin
que su guardián lo supiera y diera parte de ello a la propia Hera.
Para liberar a su amante de tan terrible vigilante, Zeus envió a
Hermes a acabar con la criatura. Según algunas versiones, el dios
mensajero simplemente derrotó al monstruo. En otras, antes de
matarlo, Hermes le durmió con sus canciones y sus historias, una
muestra de su habilidad como orador y narrador. Gracias a esta
victoria contra el monstruo Argos, el dios Hermes recibe muy amenudo
el epíteto de Argifontes.
HERMES Y PERSEO
En el ciclo de
aventuras del héroe Perseo, el dios Hermes jugó un importante papel
en al menos dos ocasiones. En primer lugar, fue este dios el que
proporcionó a Perseo sus características sandalias aladas, con las
cuales derrotó a Medusa y a la bestia que se disponía a devorar a
la princesa Andrómeda. Por otro lado, Hermes, como dios encargado de
dirigir al otro mundo las almas de los muertos, fue el encargado de
conducir a Perseo al reino de Hades.
RELACIONES Y
DESCENDENCIA
Hermes fue un dios
fecundo que engendró una gran progenie con madres de diversos tipos.
Uno de los hijos de Hermes que más éxito tuvo en la iconografía y
la literatura antiguas y posteriores es Hermafrodito, hijo, tal y
como indica su nombre, de este dios y Afrodita. El joven Hermafrodito
era, como correspondía a su divina ascendencia, grácil y hermoso,
pero sentía un fuerte rechazo por la compañía femenina. La ninfa
Salmacis, enamorada de él, le persiguió y acosó, sin lograr que el
joven hiciera caso de sus súplicas amorosas. Desesperada, Sálmacis
suplicó a los dioses que le concedieran el no separarse nunca del
esquivo Hermafrodito. Las divinidades escucharon su lamento y
fusionaron en un mismo ser los cuerpos de los dos jóvenes. De este
modo, el hijo de Hermes y Afrodita pasó a tener un cuerpo que
presentaba al mismo tiempo rasgos femeninos y masculinos, tanto en
los genitales como en otras zonas de su anatomía.
HERMES EN EL CICLO
TROYANO
Durante la guerra de
Troya, Hermes aparece en todo momento combatiendo junto al bando de
los griegos, sin que se sepan sus motivaciones para ello. Aunque
nunca jugó un papel decisivo en el conflicto, Hermes intervino en
diversos episodios de gran importancia para el desarrollo de los
acontecimientos que tuvieron como culmen la caída y la destrucción
de la ciudad de Troya. Al igual que en el resto de relatos
mitológicos en los que aparece este dios, siempre lo hace como
cumplidor de los mandatos de alguna entidad superior, por norma
general Zeus.
Antes del estallido
de la guerra, Hermes, por designación de Zeus, fue el encargado de
anunciar a Paris su elección como juez en el certamen de belleza de
las tres diosas, así como de entregar al pastor troyano la manzana
de oro con la que la diosa Eris había sembrado la discordia entre
ellas. También por orden de Zeus Hermes fue el responsable de
conducir sano y salvo al anciano Príamo hasta el interior del
campamento griego, para que éste pudiera suplicar a Aquiles que le
devolviera el cadáver de su hijo Héctor. Por último, ya en los
acontecimientos narrados en la Odisea de Homero, Hermes hace el papel
de fuerza que impide que Odiseo no cumpla con su destino de regresar
a Ítaca junto a su esposa Penélope. Para ello, el dios le entrega a
Odiseo unas extrañas hierbas que le hacen invulnerable a los poderes
de la maga Circe, de modo que el héroe consigue liberar a sus
compañeros de los embrujos de ésta. Posteriormente, Hermes es el
encargado de recordar a Odiseo, atrapado en la isla de la ninfa
Calipso, su deber de regresar a su hogar en lugar de languidecer
junto a su amante en el rincón del mundo en el que un naufragio le
había arrojado.
ÁMBITO DE
INFLUENCIA Y CULTO
Los cultos a Hermes
fueron, como corresponde a sus variados ámbitos de influencia, muy
diversos y complejos. Como dios de los intercambios y los pasos de un
estado a otro, el dios Hermes era el guardián de los caminos, y para
honrarle se situaban en las encrucijadas las llamadas hermas. Las
hermas eran en su origen montones de piedras que posteriormente se
convirtieron en pilares corados por una efigie del dios Hermes y
adornados en muchas ocasiones por un falo erecto. Para muchos autores
estos objetos habrían sido el origen del dios, al convertirse en
divinidad a un elemento mágico encargado de la vigilancia y la
seguridad en los caminos. Las hermas fueron veneradas y respetadas en
la antigua Grecia como elementos sagrados que protegían a toda la
comunidad. Hasta tal punto llegó la veneración a estos monumentos
que, cuando la noche antes de la partida de la flota ateniense hacia
Sicilia, en plena Guerra del Peloponeso, un grupo de jóvenes
mutilaron las hermas de Atenas, esto causó un revuelo que tuvo
profundas connotaciones sociales y políticas y que trajo fatales
consecuencias para personajes de la talla de Alcibiades y su maestro
Sócrates.
HERMES EN EL MUNDO
ACTUAL
En la película de
animación Hércules, de la factoría Disney, el dios Hermes es
caracterizado como un personaje secundario cómico con aspecto de
bufón. En lugar de la imagen consagrada en la iconografía, un joven
atlético y hermoso, los animadores de Disney optaron por representar
a Hermes como un hombrecillo de edad indefinida, con la piel azul y
unos anteojos sobre una nariz puntiaguda. Aunque no se haya respetado
la imagen típica del dios, sus atributos y funciones han corrido
mejor suerte. El Hermes de Disney actúa también como mensajero de
los dioses, al servicio de soberano Zeus, y para ello porta tanto su
sombrero alado como su arma característica, el caduceo.
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