sábado, 1 de agosto de 2020
La Leyenda de Argantonio
Cuenta la
leyenda que reinaba Argantonio, cuando sus aliados fenicios
decidieron dejar de comprar sus productos para así obligar a
los tartesios a bajar los precios y poder obtener mayor beneficio en
su comercio con Tiro y el resto de colonias mediterráneas.
El rey, que era
sabio y justo, se enfureció al ver la estrategia de los orientales y
les amenazó con romper los tratos comerciales y expulsarles del
país si no cesaban en su actitud. Los fenicios, seguros en sus
colonias de Sevilla y Gadir, ignoraron la advertencia y continuaron
con su proceder, lo cual aún disgustó más al ilustrado soberano,
poco amigo de disputas, pero amante de su pueblo.
Argantonio decidió
atacar las dos principales factorias fenicias para darles un
escarmiento, así que dividió el grueso de su ejército en dos
y, con él mismo y su hijo Terión a la cabeza, comenzaron el asedio
de las ciudades. Los fenicios, que habían previsto el proceder del
monarca, aprovecharon la débil situación en la que había quedado
la capital tartesia tras la marcha de Argantonio y la atacaron. La
ciudad quedó destruida rápidamente, pues su ejército se encontraba
batallando y la defensa fue inútil. El fuego y el metal se
alimentaron de los hijos de Tartessos.
Desde el asedio de
Gadir, el rey distinguió el resplandor del fuego que arrasaba su
capital, e intentó volver sobre sus pasos para castigar a los
autores. Pero los dioses no fueron sus aliados, pues los fenicios que
atacaron Tarsis, cayeron sobre él y, quedando encerrados entre dos
ejércitos, los hombres de Argantonio, incluido él mismo perecieron
bajo las flechas fabricadas por su propio pueblo.
Sólo un hombre, que
cobardemente se había camuflado entre los cadáveres de sus
compañeros, sobrevivió a la matanza. Y, cuando cesó la lucha, se
avergonzó de su actitud y lloró la muerte del rey. Antes de que los
enemigos saqueasen los cadáveres de sus compañeros, el soldado
decidió redimir su cobardía. Se acercó al cuerpo inerte del
monarca y le despojó de las ricas insignias reales que, por
justicia, pertenecían al nuevo rey de Tartessos, su hijo
Terión.
Sin pararse a
pensar, se alejó corriendo del campo de batalla y no paró hasta la
orilla del río Tarsis, donde se encontraba el resto del
ejército. Allí, tras recuperar el aliento, informó a Terión
del destino de su padre y de todo lo que había acontecido, y le
tendió el lienzo en el que había guardado los brazaletes y collares
propios del rey de Tartessos.
El nuevo rey recompensó su bravura y
se retiró a su tienda a orar. En silencio, observó los símbolos de
su nuevo estatus y, con lágrimas en los ojos, juró que no los
cesaría hasta haber vengado la muerte de su padre y de todos
los inocentes caídos. Luego, para asegurarse que, si él moría,
los fenicios no se harían con las joyas reales, las introdujo en una
vasija y las enterró allí mismo.
Aún brillaban las
estrellas cuando el ejército tartesio comenzó a prepararse para la
batalla. Y, al alba, los habitantes de Hispalis oyeron el estruendo
que produjo la primera carga. La lucha fue feroz, y las bajas fueron
cuantiosas en ambos bandos. Terión, herido de gravedad, no vivió
para ver la victoria, y tampoco pudo celebrar la rendición de Gadir
varios meses más tarde. Así que las insignias de su padre
quedaron enterradas en el lugar de su última oración, a pesar de
que su breve reinado se saldó con su única promesa cumplida.
El tiempo pasó,
Tartessos pereció, Roma cayó y el mundo se duplicó. Más de 2000
años después, unos trabajadores descubrieron una vasija en unas
excavaciones. En ese momento, el sol brilló más fuerte, y es que
Terión y Argantonio rieron complacidos para celebrar que su tesoro
volvía a manos de sus herederos. "
»Las naves de
Tarsis eran como tus caravanas que transportaban tus mercancías.
»Llegaste a
ser opulenta,te multiplicaste en gran manera
en medio de
los mares.
Algunos
historiadores se atreven a decir que Tarsis era la antigua Tartesos,
de ser así estamos hablando de que esta reseña bíblica es la
primera referencia escrita que tenemos de esta civilización, la más
antigua en usar la escritura en la Península y en consecuencia la
primera en entrar en nuestra Historia.
Después llegaron
poetas griegos a referenciarnos este pueblo fascinados por las
riquezas que presentaba ese pueblo tan cercano a los confines del
mundo.
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