miércoles, 5 de agosto de 2020
Cástor y Pólux, los Hijos de Zeus
Cástor y Pólux
eran hijos de Leda y, por tanto, hermanos de Helena y Clitemnestra.
Símbolos del amor fraternal, fueron en la Antigüedad los gemelos
por antonomasia. El gusto del parabólico fatum por lo miserable hizo
que uno de ellos disfrutara de condición divina, mientras otro se
hallaba sujeto al destino de los mortales.
Nacimiento
Su madre, Leda,
oriunda de Etolia, era esposa de Tíndaro (o Tindaréo), rey de
Esparta y hermano de Ícaro. Según una de las versiones, ésta
resultó ser objeto de deseo de Zeus, quien decidió convertirse en
cisne para garantizar el culmen del cortejo. En efecto, Leda no pudo
resistirse a semejantes encantos anseriformes y, como consecuencia,
quedó encinta. Pero, naturalmente, su relación marital seguía su
curso normal y, como resultado, a Leda le tocó protagonizar un parto
múltiple y variopinto: dos huevos, o tal vez, un huevo y dos
muchachos, o quizás, dos huevos y un muchacho o, incluso, dos niñas
y dos niños; sea como fuere, puesto que las versiones del mito se
quitan la razón alternativamente en cuanto al huevo, Leda tuvo a
Helena, a Clitemnestra y dos gemelos: Cástor y Pólux; la primera y
el último, como fruto de la libido olímpica; Clitemnestra y Cástor,
únicos de sangre plenamente mortal, procedente de su relación con
Tíndaro.
Ninguna versión del
mito niega que Helena procediera de la unión de Leda con Zeus, pero
no en todas se atribuye la misma naturaleza a los gemelos: algunas
versiones dan a ambos la misma consideración de héroes, hijos de
Zeus por igual; de hecho, así tendría más sentido la denominación
que se les da: dioscuros (del griego Diòs koûroi -> hijos de
Zeus); sin embargo, el nudo esencial del mito de los gemelos no
tendría lugar. La versión más extendida es la que hace de Pólux y
Helena hijos de la pasión de Zeus y Leda, nacidos de un mismo huevo,
y a Cástor hijo mortal del rey espartano, en otro huevo con
Clitemnestra. A pesar de todo, muchos poetas, por más que uno de los
Dioscuros, al menos, disfrutara de la condición divina, solían
llamar Tindáridas a ambos hermanos. Un ejemplo lo encontramos en el
poema 10 de los Tristia de Ovidio, que compara los caminos de la nave
que le conduce al exilio y de la de Minerva: ésta viaja por las
Simplégades, usualmente ubicadas en el estrecho del Bósforo,
mientras que él, desde Samotracia, se separa hacia el Lago Bistonio,
actualmente Lago Vistonida, y sigue su camino a pie hacia Tomis,
actual ciudad rumana de Constanza:
«uos quoque,
Tyndaridae, quos haec colit insula, fratres,
mite precor duplici
numen adesse uiae.»
[Ovid, Trist I, 10,
45-46]
También vosotros,
hermanos Tindáridas, a quienes rinde culto esta isla, os ruego que
con favorable voluntad prestéis ayuda en el doble camino.
La constelación de
los gemelos
Cástor y Pólux
raptaron a las hijas de Leucipo, prometidas a Idas y a Linceo, para
casarse con ellas. Idas, ofendido, mató a Cástor, y Pólux, en
venganza, mató al hermano del asesino de su hermano, Linceo. Como
consecuencia de estas rencillas letales, Pólux se vio separado de
Cástor por vez primera y, tal era su amor por él que le pidió a
Zeus que o bien devolviera a la vida a Cástor, o bien le privara a
él de su innata inmortalidad. Zeus, no pudiendo soportar más el
dolor de sus hijos, pero sin estar dispuesto a cambiar por completo
las consecuencias de lo sucedido, dispuso que Pólux residiera en los
Infiernos siempre que Cástor volviera a pisar la tierra, haciéndolos
alternativamente muertos y vivos y concediendo a Pólux, así,
simultáneamente las dos proposiciones de su petición. Más tarde,
Zeus los colocó entre los astros, en la constelación que hoy
reconocemos y llamamos Géminis, compuesta por dos figuras unidas.
Una vez más, la tradición nos ofrece otras versiones sensiblemente
diferentes; cabe destacar el tratamiento que les dan Píndaro y
Ovidio, y no hay que olvidar el himno que se les dedica dentro de los
Himnos Homéricos.
Atributos y
representaciones posteriores
Como los gemelos
fueran considerados excelentes jinetes y aguerridos boxeadores, en el
imaginario se encontraban muy vinculados a determinadas actividades
deportivas, por lo que se han prestado al patronazgo de varios
certámenes de atletismo. Su representación iconográfica los sitúa
usualmente junto a dos lustrosos corceles de color blanco o, también,
montados sobre éstos. El blanco es un color privilegiado en toda su
historia, partiendo por el pulcro color del ave que los hiciera
hermanos. Ellos mismos son dos jóvenes bien formados, que blanden
sendas lanzas. Pueden tener cubierta la cabeza con un gorro de forma
singular.
La principal
atribución de los originales Dioscuros es la de protectores de los
navegantes y guardianes del archipiélago. En este sentido, eran
identificados con el fenómeno conocido como fuego de San Telmo, una
especie de resplandor de color blanco azulado, a veces de aspecto
semejante al del fuego, que se produce durante las tormentas
eléctricas en estructuras elevadas, en este caso, en lo alto de las
arboladuras de los navíos, divisados con mucha frecuencia por los
marineros.
De aquí no tardaron
en otorgarles el título general de guardianes, como vemos en la
ciudad de Roma. En efecto, en la Città Eterna, Cástor y Pólux son
los encargados de velar por la urbe en lo alto de la incómoda
Cordonata, a medio camino entre rampa y escalinata diseñada por
Miguel Ángel, que sube por la colina capitolina hasta la Piazza del
Campidoglio. En ella se disponen geniales tres esculturas para tres
edificios: un Marco Aurelio ecuestre para un Palacio Senatorial, en
el centro, que actualmente se erige como la sede del Ayuntamiento de
Roma, flanqueado ---como nos lo describe el genial e intrépido
Javier Reverte en Un otoño romano--- por dos gemelos, que
constituyen los museos capitolinos: el Palacio de los Conservadores y
el Nuevo, cuyas esculturas correspondientes son también dos gemelos,
los hermanos Dioscuros, de pie sobre la balaustrada de la plaza,
junto a dos bestias equinas que apenas parecen poder soportar la
grandeza de los cuerpos de los hijos de Júpiter Tonante.
Las esculturas
fueron trasladadas a su actual ubicación desde el templo dedicado a
los Dioscuros del Circo Flaminio. Este templo fue erigido a
principios del s.V a.C., y fue reformado y reconstruido varias veces.
El acontecimiento que motivó la construcción del templo parece que
tuvo lugar en la Batalla del Lago Regilo, entre romanos y latinos: En
el fragor de la batalla, dos jóvenes desconocidos fueron divisados
luchando a favor de los romanos; luego anunciaron la victoria de este
bando y no se les volvió a ver. En la actualidad aún se levantan
del templo tres columnas. En fin, volviendo a la Piazza del
Campidoglio, esta ubicación parece la idónea para los gemelos,
Cástor y Pólux, dada la consagración a Júpiter de la colina, por
extensión del templo a él dedicado, que se hallaba en lo cima.
El mito de los
hermanos encuentra paralelismos en otras mitologías: sin ir más
lejos, en Rómulo y Remo. En cualquier caso, han sido objeto de culto
allá donde llegaron los romanos y, así, en el cristianismo por
ejemplo, encontramos una clara trasposición en las figuras de los
apóstoles, concretamente en el caso de Santiago, en quien se unieron
Jacobo y su hermano, Juan, y, según San Marcos, fueron nombrados por
Jesús Hijos del Trueno. La identificación es evidente. Muchas han
sido y en varios formatos las representaciones tardías que incluyen
a los gemelos y, en especial, su concepción; el tratamiento es de
dispares caracteres según el autor: Rubén Darío, Rainer Maria
Rilke, etc.
Cerramos con unos
últimos versos de Eneas en los que suplica a la Sibila, poniendo por
ejemplos a Orfeo y a Pólux:
[...]Gnatique
patrisque,
alma, precor,
miserere;---potes namque omnia, nec te
nequiquam lucis
Hecate praefecit Avernis;---
si potuit Manes
arcessere coniugis Orpheus,
Threïcia fretus
cithara fidibusque canoris,
si fratrem Pollux
alterna morte redemit,
itque reditque viam
totiens.[...]
[...] et mi genus ab
Iove summo.
[Virgilio, Eneida
VI, 116-122]
Del hijo y su padre
ruego tengas compasión, Nutricia, pues todo lo puedes y no sin razón
Hécate te puso al frente de los bosques del Averno; si pudo Orfeo
hacer venir los manes de su mujer, confiando en su cítara tracia y
en la melodiosa lira, si a su hermano recobró Pólux mediante su
muerte alterna, y va y viene constantemente por el mismo camino.
[...] También yo tengo una estirpe procedente del elevado Júpiter.
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