lunes, 3 de agosto de 2020
Geronimo el apache
Corría el año 1829
cuando en el seno de los apaches bedonkohe y en un territorio situado
ahora en el estado de Arizona vino al mundo un niño que recibió el
nombre de Gojlaye. En aquella época los apachesbedonkohe -al igual
que sus parientes apaches chokonen,chihenne y nedni- eran ya una
población prácticamente sedentaria que se dedicaba a cultivos como
las judías, el maíz y las cucurbitáceas. Eventualmente, realizaban
incursiones de robo -apachusignifica enemigo en lengua zuñi y de ahí
deriva el nombre que les pusieron los españoles- pero, en términos
generales, sus relaciones con los mexicanos eran pacíficas.
A los diecisiete
años, Gojlaye entró en el consejo de guerra de su tribu siendo jefe
el famoso caudillo apacheMangas Colorado. Nada más convertirse en
guerrero, Gojlaye podía aspirar a contraer matrimonio y,
efectivamente, tras abonar al padre de una tal Alope un elevado
precio en caballos, pudo tomarla por esposa. De este matrimonio
nacerían en los años siguientes tres hijos. En 1858, Gojlaye, junto
a otros apaches, viajó a Sonora para comerciar con los tenderos
locales. Durante su ausencia, los soldados mexicanos atacaron la
tribu a la que pertenecía y asesinaron a hombres, mujeres y niños
sin exceptuar a Alope y a sus tres hijos. De toda la tribu, sólo
sobrevivieron ochenta guerreros y con ellos y la ayuda de otros
grupos apaches, Gojlaye se desplazó a México para vengarse.
En la batalla de
Kaskiyeh, los apaches ocasionaron una terrible derrota a los
mexicanos dándose por satisfechos. La única excepción al respecto
fue la de Gojlaye al que sus enemigos ya habían bautizado con el
nombre de Gerónimo por haber sido en la festividad de este santo
cuando había tenido lugar el cruento choque. En el verano de 1860,
Gerónimo con veinticinco seguidores comenzó una serie de
incursiones letales en el territorio de México. En apariencia, su
actitud constituía un disparate vengativo que amenazaba la paz y la
existencia de los apaches.
Sin embargo, en 1861
el ejército de Estados Unidos comenzó una guerra no provocada
contra la misma tribu con la intención de acabar con ella y la
venganza personal de Gerónimo se vio sumergida en la corriente más
amplia de la supervivencia de su pueblo. Durante diez años, las
tropas norteamericanas perpetraron atrocidades sin cuento contra las
poblaciones apaches, asesinaron a sus caudillos en encuentros en los
que, supuestamente, se iban a tratar los términos de la paz futura e
impusieron como condición para aquella la reclusión de los apaches
en reservas.
En 1871, el jefe
apache Cochise aceptó la rendición y los apaches fueron encerrados
en cuatro reservas situadas en Nuevo México y Arizona. La paz,
ciertamente inhumana para los indígenas, duró poco ya que en 1877
las autoridades americanas dieron la orden de llevar a los apaches a
la reserva de San Carlos. Para completar el proceso, se envió además
un mensaje a Gerónimo, que nunca se había rendido, para que
acudiera a parlamentar. El piel roja lo hizo pero traicionando las
garantías que le habían ofrecido, los soldados lo atraparon, lo
cargaron de cadenas y lo encerraron en una prisión militar durante
cuatro meses. De allí salió sólo para ser trasladado a San Carlos.
Pero sus
tribulaciones a manos del gobierno de Estados Unidos apenas estaban
comenzando. En 1881, ante los rumores insistentes de que iba a ser
ahorcado, Gerónimo huyó de la reserva con unos setenta guerreros en
dirección a México. Seis meses después regresó sólo para
intentar convencer a los demás apaches de que lo siguieran. Lo
consiguió pero en la huída, mientras hacía frente a las tropas
norteamericanas para permitir que las mujeres y los niños se
pusieran a salvo, fuerzas mexicanas atacaron su retaguardia y mataron
prácticamente a todos los apaches que no eran guerreros.
Gerónimo, y otros
tres jefes, logró escapar e inmediatamente intentó unirse a otros
reductos de resistencia pero poco podía hacer aparte de sobrevivir a
un acoso constante de dos ejércitos. En 1882, la reserva de San
Carlos pasó a estar a las órdenes del general Crook que tenía una
visión distinta del conflicto. Se entrevistó con Gerónimo y
reconoció las injusticias de que habían sido objeto los apaches.
Tras recibir nuevamente garantías de que serían tratados con
humanidad al igual que el conjunto de los apaches, en febrero de
1884, Gerónimo y los suyos regresaron pacíficamente a la reserva.
Durante un año, la
situación permaneció estable pero entonces la población blanca de
Arizona inició una campaña de desprestigio dirigida contra Gerónimo
y no fueron pocos los que exigieron su ejecución e incluso formaron
partidas encaminadas a llevar a cabo ese fin. En mayo de 1885,
Gerónimo decidió escapar hacia México una vez más. Lo consiguió
pero el general Crook decidió que aquella acción no podía quedar
impune y se adentró en su persecución por territorio mexicano. El
apache, apenas seguido por una veintena de guerreros, combatió
devolviendo golpe tras golpe durante años pero, como siempre, la
suya era una lucha desesperada.
Finalmente, se vio
cercado gracias a la utilización de guías apaches por parte del
ejército de Estados Unidos ahora mandado por el general Miles. Tras
su capitulación tanto los apaches que le habían seguido como los
que le habían perseguido al servicio de la caballería fueron
desarmados y trasladados en carros a Holbrook, Arizona, desde donde
se les llevó en tren militar hasta Florida. A su paso por San
Antonio, Texas, Gerónimo estuvo a punto de ser ahorcado por sus
“crímenes” -de hecho, el mismo presidente de Estados Unidos,
Grover Cleveland, era partidario de su ejecución- pero sólo pasó
cuarenta días en la cárcel.
El clima de Florida
resultó de efectos inmediatamente devastadores para los apaches. En
mayo de 1887, tras más de dos años sin ver a sus familias,
volvieron a ser deportados como trabajadores forzados esta vez a
Mount Vernon, Alabama. En 1894, se les trasladó nuevamente, ahora a
Fort Sill, Oklahoma. Gerónimo suplicó al general Miles que le
permitiera regresar a su tierra pero sólo recibió como respuesta
las carcajadas del veterano militar. Una vez más la palabra del
gobierno de Estados Unidos había demostrado ser tan doble como la
lengua bífida de algunos reptiles. Ni siquiera el hecho de que en
1903 Gerónimo se uniera a la iglesia reformada sirvió para mejorar
su suerte.
Bien es cierto que
en 1904 la Oficina de Asuntos indios lo llevó a la Feria mundial de
San Luis donde el antiguo caudillo ganó algo de dinero vendiendo sus
autógrafos. Sin embargo, jamás volvería a ver las tierras en las
que había crecido y a las que las autoridades americanas habían
prometido reintegrarle. El 17 de febrero de 1909, Gerónimo murió en
Fort Sill en calidad todavía de prisionero de guerra. Había sido el
último gran caudillo novocentista de la resistencia indígena contra
Estados Unidos.
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