viernes, 11 de enero de 2019
¿Ángeles o Extraterrestres?
SE DICE QUE LOS
ÁNGELES SON ENTIDADES SUPERIORES, NO HUMANAS, PURAS Y PERFECTAS, QUE
SIRVEN A UN PROPÓSITO SUPERIOR. MÁS CONOCIDOS EN LA RELIGIÓN
CRISTIANA POR SUS CONSTANTES APARICIONES EN LA BIBLIA, AQUELLOS SERES
SE MUESTRAN COMO MENSAJEROS DE DIOS E INTERVIENEN EN ASUNTOS HUMANOS.
SIN EMBARGO, ¿TODOS LO CASOS QUE SE MENCIONAN EN LAS ESCRITURAS
CORRESPONDEN A ENTIDADES NO FÍSICAS Y REALMENTE “DIVINAS”?
Los “malach”, o
“mensajeros” en hebreo, el lado oculto e incomprensible de Dios,
serían en realidad seres inmateriales que no tienen nada que ver con
los tripulantes de los ovnis. Es notable que la presencia de ambos,
seres angélicos y extraterrestres, se entremezclen en los relatos
antiguos en diferentes episodios. Veamos, brevemente, algunos
episodios incómodos.
“Me llevaron a un
lugar
donde los que están
son como fuego abrasador,
y cuando quieren, se
aparecen como hombres”.
Libro 1 de Enoch.
17,1
El texto en mención
—escrito supuestamente por Enoch, un personaje del Antiguo
Testamento— forma parte de las tres copias recuperadas por el
famoso explorador James Bruce, cuando en 1773 retornó de su trabajo
de seis años en Abysinia. Esta información, misteriosamente, se
había perdido luego del denominado Concilio de Laodicea, en el Siglo
III. Del “Libro de Enoch” existen dos traducciones al inglés,
hechas por R. Lawrence (1821) y por R.H.Charles (1912). En los
siguientes años, salieron a la luz diversas partes del texto
original en griego, y más tarde, con el descubrimiento de los Rollos
del Mar Muerto en Qumran, aparecieron siete copias fragmentarias en
texto arameo, que se encuentran actualmente en el Museo del Libro en
Jerusalén, confirmando lo dicho en las copias traducidas. Sus
desconcertantes afirmaciones, hay que decirlo, ha causado gran
controversia entre los eruditos.
Y es que Enoch no
sólo describe sus “encuentros cercanos” con aquellos seres
venidos del cielo, sino que aporta más luces a un hecho perdido que
se menciona en la mismísima Biblia, concretamente en el Capítulo 6
del Génesis: la unión de los “Hijos de Dios” con “Las Hijas
de los Hombres”.
En el “Libro de
los Vigilantes” de Enoch, se afirma lo siguiente:
“En aquellos días,
cuando se multiplicaron los hijos de los hombres, sucedió que les
nacieron hijas bellas y hermosas. Las vieron los ángeles, los hijos
de los cielos, las desearon y dijeron: Escojámonos de entre los
humanos y engendremos hijos.
Semyasa, su jefe,
les dijo:
—Temo que no
desean que tal acción llegue a ejecutarse y sea yo quien pague por
tamaño error.
Le respondieron
todos:
—Juremos y
comprometámonos, bajo anatema, entre nosotros, a no cambiar esta
decisión y a ejecutarla ciertamente.
Entonces juraron
todos de consuno y se comprometieron a ello bajo anatema. Eran
doscientos lo que bajaron a Ardis, que es la cima del monte Hermón,
al que llamaron así porque en él juraron y se comprometieron bajo
anatema. Estos eran los nombres de sus jefes: Semyasa, el jefe
supremo; Urakiva, Rameel, Kokabiel, Tamiel, Ramiel, Daniel, Ezequiel,
Baraquiel, Ásael, Armaros, Batriel, Ananel, Zaquiel, Samsiel,
Turiel, Yomiel y Araziel”1
La escena del
descenso de los 200 Vigilantes “venidos del cielo” es descrita
detalladamente por Enoch. Y este acontecimiento, en contra de la idea
general de que sucedió hace unos pocos miles de años, en realidad,
ocurrió en tiempos más lejanos. Para tener una idea de este extraño
episodio, recordemos de que el Génesis bíblico cita al propio Enoch
como un patriarca longevo de una séptima generación después de
Adán (Génesis 5:18). Como recordamos, más tarde aparecerán
hombres muy notables como Matusalén y Lamec, este último padre del
célebre Noe, quien acorde al conocimiento que hemos recibido en la
experiencia de contacto, era un superviviente de la discutida
Atlántida. Desde luego, el “Diluvio Universal” alude al
cataclismo que terminó con la isla de Platón, y que dicho sea de
paso muchas culturas del mundo recuerdan vivamente en sus leyendas.
Por todo ello, si Enoch pudo describir lo que pasó en el Monte
Hermón -lugar enclavado entre la actual Siria, Líbano e Israel-, es
porque se trataba de un acontecimiento antiguo: ¿la unión de seres
extraterrestres con las hijas de los hombres de Lemuria? ¿Acaso no
eran “ángeles” los enviados del cielo?
Independientemente
de la existencia real de los ángeles —como seres de luz y enviados
de Dios— cosmonautas de otros mundos llegaron a la Tierra y se
unieron a la raza humana. Para que ello hubiese sido posible,
teníamos que guardar cierta compatibilidad genética. Y sin duda la
tenemos con más de una civilización extraterrestre.
No sólo la Biblia y
los mal llamados “libros apócrifos”2 mencionan aquella “mezcla”
entre seres humanos y visitantes del cielo; diversas culturas del
mundo atesoran indiscutibles referencias a “los dioses” que se
unieron a las mortales. Por si ello no fuese suficiente —al menos
para pensarlo— existen pinturas rupestres, con una antigüedad de
miles de años, que recrean aquel capítulo controvertido de nuestra
historia. Un ejemplo claro es el arte rupestre que se encontró en
1976 en el desierto de Tasili (Argelia). Cuando la expedición de
Rafael Brancas hizo este hallazgo de seguro se llevó una gran
sorpresa: un extraño ser humanoide, ataviado con lo que parece ser
un casco, lleva a tres mujeres de raza negra hacia un objeto esférico
que yace detrás de él. ¿Un hijo del cielo con las hijas de los
hombres? Estas uniones, por lo que hemos comprendido en nuestra
experiencia de contacto, no formaban parte del plan de visita
extraterrestre a nuestro mundo, una “misión” que procura la
asistencia y observación permanente de nuestro planeta. Se habría
tratado de un error de los seres que tenían como encargo cuidar
nuestro mundo.
Como fuese, no es el
único episodio que revela la presencia de seres físicos que
llegaron del “cielo”. También está el testimonio de sus naves…
Los Carros de Fuego
Sentado junto al río
Kebar, en Babilonia, Ezequiel vio a lo lejos un “torbellino”
aproximándose; aquel fenómeno misterioso, de pronto, se convirtió
en una nube de fuego que luego aterrizó con gran estruendo. El
personaje bíblico se encontraba ahora frente a un vehículo
deslumbrante que le parecía estar compuesto de ruedas, alas y
criaturas vivientes. También llevaba un trono, sobre el cual iba
sentada una “silueta de forma humana”. Para Josef F. Blumrich
—ex ingeniero de la NASA— Ezequiel estuvo frente a un vehículo
concreto y real, y no ante una visión. Si fue así, ¿a quiénes
pertenecía aquel vehículo que volaba ante los ojos del profeta?3 Y
es que uno de los libros antiguos que tendría mayores referencias a
posibles visitas extraterrestres en el pasado es la Biblia.
A pesar que
oficialmente la Iglesia Católica y diversas organizaciones
cristianas niegan que los textos bíblicos hagan referencias a
encuentros cercanos con visitantes de otros mundos, lo cierto es que
las evidencias están allí, lejos de tratarse de una “mala
interpretación” de los acontecimientos. Lo preocupante de todo
ello es que muchas veces el fanatismo religioso ha tildado al
fenómeno ovni como “manifestaciones de demonios”. De hecho, en
el proceso de contacto, aprendí que es importante mantener una línea
objetiva y equilibrada frente a las experiencias y, más aún, ante
las intensas informaciones recibidas. Claro que hay de todo en el
Universo; sin embargo, si los seres que nos visitan nos hubiesen
querido hacer daño, hace mucho tiempo lo hubiesen hecho, pues llegan
a la Tierra antes de que apareciera el ser humano. Sin ir muy lejos,
llamar “diabólico” a todo aquello que no entendemos nos coloca
en un panorama similar al de la Inquisición — ni qué decir de
aquellos que terminaron en la hoguera— y a la tristemente recordada
“extirpación de idolatrías”, que tanto daño le hizo a la
humanidad al perderse valiosa información de culturas tan
impresionantes como los mayas e incas, de quienes se perdieron sus
principales códices y quipus. Pienso que la objetividad puede ir de
la mano de una mente abierta, si sabemos discernir y al mismo tiempo
abrir nuestros ojos al bosque y no sólo al árbol que tenemos al
frente.
En todo caso, como
una breve, citaré a continuación las referencias más notables que
nos ofrece la Biblia sobre visitantes de otros mundos. Saquen sus
propias conclusiones.
1. Un objeto volador
acompaña al pueblo hebreo, similar a las naves de forma tubular o
“nodrizas” que han sido fotografiadas desde los años 50.
“Se levantó el
Ángel de Yahvé que marchaba al frente del ejercito de Israel, y se
puso detrás de ellos. Se levantó también la columna de nube de
delante de ellos y se colocó a la espalda, intercalándose así
entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelíes.
Era nube y tinieblas (por una parte), y (por la otra) iluminaba la
noche, de modo que no pudieron acercarse aquellos a estos en toda la
noche” Éxodo14,19-20
2. La destrucción
de dos ciudades bíblicas es muy similar a la devastación atómica
que sufrió Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial.
“Entonces Yahvé
hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que venia de Yahvé,
desde el cielo. Y destruyó aquellas ciudades, y toda la llanura con
todos los habitantes de las ciudades, hasta las plantas del suelo.
Mas la mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal.
Se levantó Abrahan muy de mañana y se fue al lugar donde había
estado en pie delante de Yahvé. Miró hacia Sodoma y Gomorra, y
hacia toda la región de la llanura, y vio que de aquella tierra
subía humo, como el humo de un horno”. Génesis 19,24-28
3. Un vehículo
volador lleva a los cielos al profeta Elías.
“Mientras seguían
andando y hablando, he aquí que un carro de fuego y caballos de
fuego separaron al uno del otro y subió Elías en un torbellino al
cielo. Eliseo miraba y clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de
Israel y su caballería! Y no lo vio más”Reyes 2,11-12
4. El profeta Daniel
describe a un ser humanoide, cuyas características son muy similares
a los modernos encuentros cercanos, donde se ha aprecian trajes
“brillantes” en los extraterrestres y detalles metálicos que en
algunas ocasiones recuerdan el brillo del oro.
“El día 24 del
primer mes, estando yo a la orilla del gran río, el tigres, alcé
mis ojos y miré, y vi a un varón vestido de lino blanco y ceñidos
los lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como el crisolito, su rostro
parecía un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus
brazos y sus pies tenían el brillo de bronce bruñido y el rumor de
sus palabras era parecido al estruendo de un gran gentío”. Daniel
10,4-6
5. Una de las más
polémicas: el ovni que guía a los tres reyes magos al lugar de
nacimiento de Jesús. Notar que aquella “estrella” se mueve, y
luego se detiene sobre el área donde estaba el niño. Un niño más
que especial, y que había concitado la atención de los visitantes
de las estrellas…
“Cuando hubo
nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos
magos del Oriente llegaron a Jerusalén, y preguntaron: ¿Dónde está
el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella
en el Oriente y venimos a adorarlo”.
“…Con estas
palabras del rey, se pusieron en marcha, y he aquí que la estrella,
que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que
llegando se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver de
nuevo la estrella experimentaron un gozo muy grande”. Mateo
2,1-2,2-104
Desde luego, hay
mayores referencias en la Biblia. Y cada una de ellas merece un
estudio más profundo. Muchos autores se han hecho eco de estos
acontecimientos “extraños” y de otras “anomalías” en
nuestra historia antigua que alude a los no-identificados5. Desde
luego, en este artículo no procuro —tampoco podría— abarcar
toda la documentación existente de “ellos” a lo largo de nuestra
historia. Pero al menos sí reflexionar —de algún modo intentarlo—
por qué estuvieron aquellos seres en nuestro mundo, siguiendo
nuestros pasos, observando todo de cerca, al punto de asistir los
momentos más extraordinarios y especiales de nuestro proceso,
incluyendo el nacimiento y la vida de Jesús, quien, dicho sea de
paso, no era un “extraterrestre”, sino un maravilloso ser humano.
Y debo añadir: los
extraterrestres también creen en Dios. En el mismo Dios en el que
nosotros creemos.
¿Pueden ser los
ángeles de la antigüedad?
Ahora bien, de
acuerdo a la enseñanza religiosa tradicional, los ángeles son
sustancias completas e inteligentes, dotados de alguna virtud o
poder. Una declaración del IV Concilio de Letrán sostiene:
“Firmemente creemos y simplemente confesamos, que por su
omnipotente virtud, Dios creó de la nada a una y otra criatura: la
espiritual y corporal; es decir la angélica y la humana”. Y de
hecho es así. Mas hay una diferencia importante entre ángeles y
extraterrestres. En contraparte, los extraterrestres, al igual que
los seres humanos, no fueron creados “perfectos” como los
ángeles, sino que a lo largo de un camino de evolución pueden
alcanzar esa perfección. Los ángeles existen como mensajeros de
Dios —aquella fuerza creadora de lo visible e invisible— siendo
sus portavoces en este Universo de la materia. En otras palabras, los
ángeles no pertenecen a nuestra realidad física, sino a un plano
superior, en cambio los seres extraterrestres se mueven en una
realidad física y material, independiente del tiempo del que
provengan. El problema es que cosmonautas de otros mundos fueron
confundidos —y me imagino que muchas veces— como “dioses” o
“ángeles”. Esta afirmación puede resultar chocante. Sin
embargo, desde 1994, monseñor Corrado Balducci, un importante
prelado del Vaticano y amigo personal del Papa Juan Pablo II, demolió
el escepticismo religioso al sustentar que los ángeles en carros de
fuego que se mencionan en la Biblia podrían ser los ovnis que en la
actualidad nos visitan. Monseñor Balducci, fallecido en Roma en
septiembre de 2008, fue uno de los más importantes teólogos de la
Iglesia Católica —al punto de haber formado parte de la Comisión
para revelar el Tercer Secreto de Fátima—. Incluso afirmó en su
momento la existencia de un comité del Vaticano que estudia los
encuentros con extraterrestres. Así como se lee… En sus recordadas
entrevistas televisivas, el prelado manifiesta a boca de jarro de que
los encuentros entre extraterrestres y seres humanos no son ni
diabólicos ni consecuencia de alucinaciones, y por tanto deben
estudiarse con rigor y seriedad. La repercusión de estas
declaraciones —en la RAI italiana, la televisión más católica y
una de las más conservadoras—, dio la vuelta al mundo. Debido a
ello el propio Balducci fue ponente en numerosos Congresos sobre el
fenómeno ovni —y siempre con sotana—. Aunque Balducci no es el
primero en sugerir que cosmonautas de otros mundos fueron confundidos
con ángeles en el pasado, su aporte ha sido contundente por haber
sido una autoridad respetada en el Vaticano. Su análisis, simple y
lógico, rompió estructuras mentales: una cosa son seres
inmateriales como mensajeros de Dios, y otra cosa seres físicos que
utilizan vehículos para desplazarse. A esta línea de pensamiento se
ha sumado recientemente el Director del Observatorio Vaticano, José
Gabriel Funes, al sostener que la vida inteligente extraterrestre no
cuestiona el dogma de fe y que “esos seres también serían hijos
de Dios”. El propio Funes reconoce intrínsicamente que una cosa
son los ángeles y otra seres físicos procedentes de otros mundos.
Dudo de que los
ángeles necesiten de vehículos o tecnología para llegar a la
Tierra y ejecutar sus misiones divinas. He allí el primer contraste
con las apariciones de los ovnis y aquellas formas humanas que salían
de ellos en la prehistoria. Por otro lado, también resulta
desconcertante cómo los ángeles toman corporeidad, al punto de
comer —como ocurrió con la familia de Lot en el episodio de Sodoma
y Gomorra— y hasta protagonizar una pelea “cuerpo a cuerpo” con
Jacob. Más allá de los símbolos, podríamos hallarnos ante hechos
reales perdidos en aquel tiempo, más humanos que divinos, como la
unión de los hijos de Dios con las hijas de los hombres que vimos
anteriormente. ¿Los ángeles engendran hijos? Al parecer —creo yo—
los ángeles no se involucrarían en esas cosas.
Los ángeles
—miríadas de ellos según la Biblia— están constituidos en
jerarquías espirituales, entre ellas se mencionan los tronos,
dominaciones y potestades; luego siguen los serafines y querubines, y
finalmente los arcángeles y los ángeles. Según Santo Tomás, autor
de la documentada Suma Teológica, los ángeles son espíritus puros,
que no están viviendo en el mundo material como el ser humano. Ni
como los extraterrestres. Si estudiamos detenidamente las extrañas
apariciones de la Biblia y otros textos sagrados, comprenderemos que
nos hallamos en realidad ante visitantes físicos —no ángeles
etéreos—, de aspecto humano, que llegan en vehículos voladores e
imparten conocimientos a los hombres.
La presencia
extraterrestre —hay que subrayarlo— no cuestiona las “funciones”
de los ángeles o la propia existencia de Dios. Sin duda, los
extraterrestres son también mensajeros, cumpliendo otro rol en medio
de las jerarquías que sirven a Dios. Y aquí debo añadir que la
existencia de vida en otros mundos, lejos de cuestionar la fe humana,
engrandece la creación y la propia voluntad divina de que tengamos
hermanos mayores en otras regiones del cosmos.
Ya lo dijo Jesús:
“En la casa de mi padre, muchas moradas hay…”
Nota: este artículo
es una adaptación del libro “Nuestros Lazos Extraterrestres”, de
Ricardo González.
1. “Apócrifos del
Antiguo Testamento”. Tomo IV. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1984.
2. Se le llama
“apócrifo” a los textos que no se han declarado como canónicos;
es decir, que no forman parte del catálogo de libros sagrados
admitidos por la Iglesia Católica. El criterio que ha empleado la
Iglesia para “decidir” que libro es canónico y cuál no, no deja
de ser discutido. Diversos estudiosos concluyen que en los primeros
tiempos de la Iglesia se “temió” el contenido de aquellos libros
porque podían cambiar radicalmente el dogma enseñado por el
catolicismo. Y había razones para temer, pues además de las
referencias a “seres del cielo”, se otorga, inclusive, detalles
ignorados de la vida de Jesús, desde su natividad, infancia y
predicación. Vale la pena leerlos.
3. Josef Blumrich,
desde luego, no es un “perico de los palotes”. Además de sus
credenciales como ingeniero de la NASA, desempeñó un papel
importante en la creación del Skylab y el trasbordador espacial. Por
si ello fuera poco, tuvo la rara distinción de que en 1972 se le
concediera la medalla de servicios excepcionales de la NASA por su
extraordinaria aportación a los proyectos Saturno y Apolo. De ser en
un principio un escéptico, publicó más tarde su libro “The
Spaceships of Ezekiel” (1973).
4. La Santa Biblia
5. En verdad se ha
escrito mucho sobre “astroarqueología”. También, debo decir, se
ha dicho de todo, al punto de llamar “extraterrestre” a cualquier
enigma. Pero al margen de ello hay textos y teorías de diversos
autores que merecen estudiarse, particularmente la obra del filólogo
Zecharia Sitchin. En el caso de apariciones extrañas en la Biblia,
es interesante la recopilación de datos que llevó a cabo el
periodista español J.J. Benítez en su libro “Los Astronautas de
Yavé” (Editorial Planeta, 1996).
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