miércoles, 5 de septiembre de 2018
La Niña Conchita
La puerta era un pasadizo que comunicaba a la iglesia con la
hacienda (de El Carro) y cuentan que la hija del conde siempre venía por acá a
oír misa. El pasadizo hace un puente y dicen que allí en ese puente, donde hay
un arco, se aparece el fantasma de la hija, que le decían la "Niña
Conchita". La sacristana cuenta que ella sí la ha visto, que es muy
bonita, con el pelo largo, que siempre anda con unas enaguas blancas y que
siempre se aparece a los doce del día y a las doce en la noche. La sacristana
la ha visto de noche porque se queda aquí a dormir –cuenta la Sra. Francisca
Mauricio.
Cuenta la leyenda que María Conchita Moncada –así se llamaba
ella y luego fue la dueña de aquí– cuando todavía era jovencita se enamoró de
un peón y por mucho tiempo llevaron su amor a escondidas porque eran de clases
sociales diferentes. Ella sabía que si su papá se daba cuenta hasta podía
matarla y por eso por mucho tiempo ella y el peón llevaron su amor en secreto.
Cuando ella venía a escuchar misa, pasaba por el puente donde está el arco y
salía por el pasadizo para llegar aquí a la iglesia. Como entre el puente y el
pasadizo hay un lugar oscuro, ahí siempre la estaba esperando el muchacho para
besarla y decirle cosas bonitas. Quién sabe cómo estuvo el asunto, pero un día
el conde se enteró y aunque la Niña Conchita negó ese amor, tarde o temprano
tuvo que decir la verdad porque había quedado encinta. Aunque el conde era un
tipo muy duro, se apiadó de su hija porque ella era su hija predilecta.
Entonces la mandó a un convento en México y ella nunca volvió para acá en vida
del conde. Empezó a venir cuando ya era dueña de la hacienda, luego de que su
papá había muerto y la heredó a ella.
La Niña Conchita nada más venía a pasar las vacaciones aquí,
y dicen que casi todo el día andaba con su hábito de monja, hasta cuando se
sentaba a hablar de negocios con los administradores o cuando salía con ellos a
supervisar cosas de la hacienda. Pero también dicen que siempre al mediodía y
en la media noche se ponía ropa normal porque quería ir al templo como mujer y
no como religiosa. Pero la verdad es que ella quería encontrarse con su amor, o
al menos recordar los momentos felices que vivió con él. De la casa cruzaba por
el puente, luego el arco y se quedaba en el pasadizo, como si ahí estuviera el
peón esperándola. Dicen que la oían llorar y es por eso que su ánima todavía se
aparece en ese mero lugar a esas horas.
Lo que no sabemos es qué pasó con el peón ni con el hijo que
seguramente engendró la Niña Conchita. Eso nadie lo cuenta porque no se sabe,
pero uno se puede imaginar que el conde mandó matar al peón o él mismo lo ha de
haber matado porque desgració a su hija. Y del niño, o sea el nieto del conde,
quién sabe. Habrá nacido y de seguro lo habrán dado en adopción a una familia
de México porque ese secreto tenían que guardarlo muy bien, pero los secretos
por muy secretos que sean siempre se saben, y ya ves, de este mismo secreto
estamos hablando ahora tu y yo.
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