jueves, 3 de septiembre de 2015
El Rechazo Produce Dolo y El Amor Lo Calma.
Un estudio realizado por investigadores
de la Universidad de Michigan (UMICH) en Ann Arbor, en Estados
Unidos, demuestra que las mismas regiones del cerebro que entran en
actividad como respuesta a las experiencias sensoriales dolorosas se
activan durante las experiencias intensas de rechazo social.
Derramarse encima una taza de café
caliente, pensar acerca de cuánto se sintió el rechazo al mirar la
fotografía de una persona con la que se haya experimentado
recientemente la ruptura de una relación, al parecer, causan tipos
de dolor muy diferentes. Pero esas penurias pueden ser más similares
de lo que pensamos”, según el psicólogo social de la Universidad
de Michigan, Ethan Cross, autor principal del trabajo.
El estudio UMICH ha establecido que
existe una superposición neural entre estas dos experiencias en las
regiones del cerebro, que se tornan activas cuando las personas
experimentan sensaciones dolorosas en su cuerpo.
Investigaciones previas no habían
mostrado una relación entre el dolor físico y el dolor emocional,
pero en ellos se había utilizado un acontecimiento menos dramático,
como simplemente que a uno le digan que no le cae bien a otra
persona. En este caso, los voluntarios fueron personas que de hecho
habían sido rechazadas y aún lo estaban sintiendo.
Existe evidencia de que el estrés
emocional, como por ejemplo al perder a una persona amada, puede
afectar físicamente a la gente, y estudios como éste pueden ayudar
a los investigadores a idear formas de ayudar a las personas
sensibles a la pérdida o el rechazo.
Los investigadores reclutaron a 40
personas que experimentaron la quiebra de una relación romántica en
los últimos seis meses, y que pensar en su experiencia de la ruptura
los llevaba a sentirse intensamente rechazados.
Cada participante completó dos tareas,
una relacionada con sus sentimientos de rechazo y la otra acerca de
sus sensaciones de dolor físico.
Dolor del alma, dolor del cuerpo
Durante la tarea de rechazo, los
participantes vieron una foto de su expareja y pensaron acerca de
cómo se sintieron durante la experiencia de la ruptura, o miraron
una foto de un amigo y pensaron acerca de una experiencia positiva
reciente con esa persona.
Durante la tarea de dolor físico, se
les sujetó al antebrazo un artefacto térmico, que en algunas
pruebas suministró un estímulo doloroso pero tolerable similar a
cuando se tiene en la mano una taza de café caliente, y en otras
pruebas proporcionó un estímulo cálido pero no doloroso.
Si el rechazo produce dolor, el amor
parece calmarlo, de acuerdo a otra investigación de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Stanford, en California (Estados
Unidos), que ha comprobado que los sentimientos de amor apasionado
pueden aliviar el dolor con la misma eficacia que los analgésicos e
incluso que algunas drogas ilegales, como la cocaína.
Este fenómeno es posible porque el
amor intenso activa las mismas regiones del cerebro donde actúan los
medicamentos destinados a calmar el dolor: el sistema de recompensa
cerebral, que es el encargado de generar recompensas bioquímicas
ante determinados estímulos que recibe la persona.
“En los sistemas de recompensa se
genera la dopamina, una hormona y a la vez un neurotransmisor
(mensajero químico que intercomunica las células nerviosas) que
influye en nuestro estado de ánimo, en nuestra gratificación y en
nuestra motivación”, explica el investigador médico Sean Mackey,
que ha dirigido el estudio de Stanford.
“Cuando las personas se encuentran en
la fase del amor más apasionada existen alteraciones significativas
en su estado de ánimo que impactan sobre su experiencia del dolor”,
asegura Mackey.
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