miércoles, 11 de marzo de 2020
Raulito, el nNño Mexicano que Realiza Milagros
La tumba del ‘niño
milagroso’ permaneció durante mucho tiempo en el olvido, pero hoy
es un sitio referente. Decenas de muñecos, peluches y pelotas, entre
otros juguetes, se amontonan sobre la tumba de Raúl González,
conocido popularmente como Raulito, un niño mexicano que murió a
los diez meses y a los que los habitantes de Acapulco acuden con fe
para que les ayude a cumplir sus peticiones.
En el Panteón San
Francisco, Raulito, fallecido el 2 de febrero de 1933, está
enterrado junto a su hermano Elivier, quien murió cinco meses
después.
La tumba del ‘niño
milagroso’ permaneció durante mucho tiempo en el olvido hasta hace
aproximadamente 18 años, cuando empezó a ser un referente para los
habitantes del lugar.
Según cuenta la
creencia popular, la fama del niño comenzó cuando, hace casi dos
décadas, llegó al panteón una mujer de la Sierra de Atoyac. Estaba
llorando y llevaba en brazos a su hija de cuatro años, quien estaba
al borde de la muerte.
La mujer le pidió a
Susana Curiel, administradora del panteón, que le dijera dónde
podía encontrar la tumba de un niño que estuviera en el abandono
por sus familiares. La administradora señaló el sepulcro de
Raulito, muy próximo a la entrada.
Durante más de una
hora, la señora, de rodillas, pidió por la salud de su hija, de
quien los doctores habían dicho que no pasaría de ese día, ya que
estaba muy débil por los dos infartos que le habían dado.
Cuando terminó sus
rezos, la mujer siguió su camino, sin olvidar la promesa que hizo en
la tumba de Raulito: si salvaba a su hija ella regresaría a dar las
gracias. Algo para lo que no tuvo que esperar mucho, ya que mes y
medio después volvió al panteón con la pequeña caminando, así
como con dulces, juguetes y arreglos florales para expresar su
agradecimiento al niño.
En la actualidad
cada juguete que rodea la tumba, son de las personas que llegan a
pedirle un milagro. El panteón estaba abandonado, pero ahora 10, 15
y hasta 20 personas llegan diariamente desde los pueblos del estado
de Guerrero para verlo y hacer sus peticiones.
La tumba de Raulito
ha sido techada y, ante el creciente número de seguidores, el
párroco Pedro Rumbo asegura que “los milagros no se pueden negar,
porque siempre ha habido milagros” y la Biblia está llena de
ellos.
“Cuando uno pide
con fe y devoción y Dios le ayuda eso es muy bueno; hay que pedirle
a Dios con fe y devoción no solo milagros, también favores
menores”, señala el párroco de Acapulco, quien remarca que “en
tiempos de inseguridad e incertidumbre” hay que recurrir a la
religión.
Todos los juguetes
recabados durante el año en la tumba son después regalados a los
niños más necesitados, ya que Susana Curiel considera que
dejándolos ahí se echarían a perder y a Raulito le gustaría que
otros niños también fueran felices.
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