lunes, 9 de marzo de 2020
Leyenda de La Silampa
La leyenda nos
cuenta que, cierta noche que había llovido de manera torrencial y
luego el campo se había cubierto por una densa niebla, dos
campesinos regresaban del trabajo caminando lentamente, platicando
acerca de la jornada de trabajo y la próxima zafra que ya se
avecinaba.
Los dos granjeros
estaban preocupados porque se les había hecho tarde, ya que les
habían advertido varias veces sobre los riesgos de la noche en el
ejido, de las criaturas infernales que acechaban, de los aullidos de
los demonios y los gritos de las brujas. Les dijeron también que
unos perros muy negros y de ojos encendidos acechaban en las
tinieblas. Y, por si todo esto fuera poco, conocían la terrible
historia de la aparición de la Silampa, una blanca deformación que
aprisionaba a los caminantes descuidados a los que les chupaba
sangre, carne y huesos.
Ambos caminaban
pendientes de todo ruido y movimiento, hasta que escucharon un sonido
fuerte que provenía de la espesura. “Jesús Sacramentao” dijo
uno de los granjeros. “Eso me pareció el ronquido del mismísimo
diablo. No hicimos caso y ahora la noche se nos viene encima con toda
su maldad”, añadió muy preocupado.
Sin embargo su
compañero se rió con ganas de él y le dijo con estridencia y
desdén: “Si tienes miedo corre. A mi nada ni nadie me asusta y,
para protegerme de todo mal, traigo a este amigo conmigo”, y
mostró con orgullo un largo cuchillo de hoja brillante.
Él otro campesino
no dijo nada. Un profundo silencio se hizo entre los dos y ya
doblaban el último recodo del camino antes de divisar el caserío
donde vivían, cuando una forma resplandeciente, parecida a una manta
se levantó ante ellos.
El más temeroso de
los dos corrió despavorido, saltando sobre matorrales y peñascos y
como había llovido, sus pies se enterraban en el lodo, pero un feroz
ímpetu y un terror aún mayor, le impulsaba con mayor velocidad.
Quien portaba el
cuchillo se había quedado aturdido, mirando la niebla, cortada por
la sábana blanca que sobrevolaba sobre el terreno y que terminó por
cubrirlo sin que pudiera articular una sola palabra, paralizado como
estaba por el pánico.
Cuando el otro
campesino llegó al poblado dijo haber visto a la Silampa sobre el
camino, con su color lechoso y su movimiento ondulante. Dijo no saber
nada de su amigo porque corrió como el viento para escapar del
demonio aparecido de pronto en el sendero.
Según se dijo en el
lugar, el hombre del cuchillo desapareció sin dejar rastro. Tan solo
se encontró el filoso objeto al pie de un árbol de mango.
Claro que no faltó
quien dijera que el desaparecido había sido asesinado por su colega
en una pelea, pero nunca se pudo comprobar nada, porque el cuerpo del
hombre nunca fue encontrado. Entonces la gente terminó por creer que
la Silampa cubrió el cuerpo de su víctima y le succionó la sangre,
la carne y los huesos hasta hacerlo desaparecer por completo…
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