domingo, 1 de marzo de 2020
La Leyenda del Hilo Rojo
Cuenta una leyenda
oriental que las personas destinadas a conocerse están conectadas
por un hilo rojo invisible. Este hilo nunca desaparece y permanece
constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia.
No importa lo que
tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin
verla, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo: el
hilo se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá. Su dueño
es el destino. Profundicemos en esta mágica leyenda.
Un hilo rojo que nos
conecta
Este hilo invisible
lleva contigo desde tu nacimiento y te acompañará, tensado en mayor
o menor medida, más o menos enredado, a lo largo de toda tu vida.
Así es que, el Abuelo de la Luna, cada noche sale a conocer a los
recién nacidos y a atarles un hilo rojo a su dedo. Un hilo que
decidirá su futuro y sus encuentros, un hilo que guiará a estas
almas para que nunca se pierdan… La leyenda versa así:
«Hace mucho mucho
tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su
reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de
poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su
presencia.
Cuando la bruja
llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo
que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su
esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y
seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde
una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus
productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo
frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven
emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al
escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de
la bruja. Este empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña
bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una
gran herida en la frente. Luego, ordenó a sus guardias que
detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años
después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su
corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un
general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el
momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró
al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente…
Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy
peculiar en la frente.»
Un hilo rojo directo
al corazón
Esta leyenda está
tan arraigada en las culturas orientales que millones de personas
llevan unidas a ellas un hilo rojo verdadero. Aunque no hay claridad
sobre si el origen es chino o japonés. Se dice que la leyenda
comenzó al conocer que la arteria ulnar conecta el dedo meñique
(otras fuentes hablan del anular, lo que tiene más tradición en
nuestra cultura) con el corazón, fuente de vida y eternamente
concebido como el hogar del amor…
Un hilo rojo al que
no podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, un hilo
rojo que no podremos romper ni deshilachar. Un hilo rojo directo al
corazón, que conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que
simbolizan el antes y por los que no hay después. El amor de una
madre, de un padre, de un hermano, de un niño, de un amigo, de un
hombre o de una mujer… Un hilo rojo que simboliza el amor y el
interés común… La magia del corazón.
Cada uno que lo
interprete como quiera pero lo que está claro es que, en ocasiones,
las casualidades son tan fuertes que no dejan lugar a dudas… Almas
gemelas se llaman, corazones entrelazados con una o varias
eternidades por vivir…
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