lunes, 9 de diciembre de 2019
Futakuchi-Onna, La Mujer de Dos Bocas
Hace mucho tiempo
vivió en Japón un hombre apasionado por su trabajo de artesano,
conocido por todos por su eficacia y buena mano, pero también por
ostentar un gran defecto ya que nunca quiso formar una familia,
simplemente por no tener que mantener económicamente a una mujer y a
sus posibles hijos. Y no es que su situación económica fuese mala o
precaria, simplemente era un tacaño recalcitrante, y todo beneficio
que ganase con su esfuerzo quería que fuera exclusivamente para él.
Todo cambió un buen
día, cuando una hermosa y desconocida mujer llegó al pueblo,
encandilando a todos con su misteriosa belleza.
El artesano también
quedó prendado de la belleza de esta mujer, ante sus delicados
rasgos y sus negros y largos cabellos, así que olvidando su
tacañería la cortejó hasta conseguir casarse con ella, tras lo
cual ambos comenzaron a vivir juntos.
En los primeros
tiempos su relación fue a pedir de boca, y no sólo por lo bien que
se llevaban ambos, sino porque aquella mujer parecía no comer
absolutamente nada. Lo raro es que sus sacos de arroz iban
disminuyendo considerablemente.
Al principio el
artesano no dio muestras de interés por este hecho, pero con el paso
del tiempo las preguntas comenzaron a surgir en su cabeza… ¿acaso
comía sólo cuando él no miraba? Así que, para resolver sus dudas,
hizo creer a su esposa que se iba a trabajar y se quedó escondido en
casa a la espera de ver a su mujer comiendo.
Pasados unos minutos
escuchó ruidos en el almacén donde guardaba el arroz y sin hacer
ruido se acercó a observar, y pudo contemplar con horror como su
esposa poseía una boca en la parte posterior de la cabeza con la que
devoraba ávidamente, mientras que comía con timidez por la boca
“normal”. Sus largos y negros cabellos se movían como tentáculos
o extremidades inteligentes que llevaban la comida a aquel horrendo
orificio dentado, hasta que la mujer se dio cuenta de que estaba
siendo observada por su atemorizado marido y decidió acabar con su
vida devorándole el rostro.
Esta leyenda popular
nos habla de una criatura llamada Futakuchi-Onna, un ser
perteneciente a los Yokai (seres mitológicos del Japón que pueden
ser tanto buenos como malvados), y a la que la tradición describe
como una mujer que ha sido víctima de una maldición, ya sea por no
haber alimentado bien a sus niños o por negarse a comer para estar
más delgada que las demás. La segunda boca de la Futakuchi-Onna se
comporta de manera autónoma y mientras unas historias la describen
como una copia de la boca normal (con labios, dientes y lengua) otros
relatos la muestran como una horrenda cavidad con afilados dientes.
Esta boca también puede gritar y murmurar, dando instrucciones a la
persona maldita para que cumpla su aviesa voluntad.
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