domingo, 3 de noviembre de 2019
La Leyenda de los Hijos de Lir
Esta preciosa y
triste historia nos llega desde la cultura celta. En él aparecen
figuras que nos son muy familiares en los cuentos que hemos oído
desde muy niños, como la malvada madrastra y los cisnes encantados.
Esta leyenda empieza
con la coronación del rey de Erín (la antigua Irlanda). Los
candidatos eran los cinco gobernantes de las tierras irlandesas y
cuando eligieron a Dearg, el rey Lir se marchó muy enfadado a su
corte, ya que esperaba ser él el elegido para el cargo. Con la
intención de mantener la paz y evitar todo tipo de conflictos, el
nuevo gran Rey Dearg decidió ofrecerle la mano de una las tres hijas
de Oilell de Arán.
El rey Lir aceptó
la oferta y eligió a Ove, la mayor de las hermanas. No transcurrió
mucho tiempo cuando fueron padres de gemelos, un niño y una niña,
Aod y Fingula. Pero cuando nacieron los otros dos, también niña y
niño, cuyos nombre serían Conn y Fiachra, Ove murió en el parto.
Sólo la presencia de las criaturas impidió que el rey no muriese de
pena, dado el amor que profesaba a su esposa.
Cuando llegó a
oídos del rey Dearg la fatídica noticia, el pesar invadió su
corazón y sintió una inmensa pena por Lir. Así que decidió
ofrecerle a Oifa, la hermana de su difunta esposa, para que aliviara
su sufrimiento.
Y durante un tiempo
así fue. Hasta que Oifa comenzó a sentir celos de los niños, sus
propios sobrinos, unas criaturas a las que todo el mundo quería y
adoraba.
Un día, Oifa los
subió en un carro y los llevó a un lago. Allí propuso a los
moradores del lugar deshacerse de los niños a cambio de lo que
quisiesen, pero ellos la ignoraron. Al verse sola, les dijo a sus
sobrinos que fueran a bañarse al lago y cuando estaban en el agua
les apuntó con una varita, regalo de un hechicero, a la vez que
arrojaba a los cuellos de los niños unas cadenas de plata.
En ese preciso
instante los pequeños se convirtieron en bellos y blancos cisnes. La
única en protestar fue Fingula, que ya había sospechaba algo de su
malvada tía. Le gritó que parase el hechizo pero Oifa se negó y le
dijo que la maldición no se rompería hasta que Lairgnen de
Connaught se uniese a Deoch de Munster, algo que pasaría en un
futuro muy, muy lejano…
Cuando la cruel Oifa
llego a la corte de Dearg fue preguntada por los niños. Ella
respondió que Lir no quería que estuvieran allí. Incrédulos por
la respuesta de Oifa, los cortesanos de Dearg enviaron un mensajero
al palacio de Lir para preguntar si los niños estaban con él. Lir
lo negó y también negó haber dicho a su esposa que no deseaba que
sus hijos fuera a la corte del rey Dearg.
Tal era la confusión
y la preocupación que se originó con todo este asunto, que Lir fué
en busca de sus hijos al lago donde Oifa había los llevado. A su
llegada, los cisnes comenzaron a cantar y éstos le revelaron quiénes
eran realmente y lo que les había pasado. Completamente enfurecido,
Lir le contó a Dearg lo que había hecho Oifa. Su castigo fue
convertirla en un demonio con la misma varita que ella usó para
maldecir a los hijos de Lir. Así quedó hasta el final de sus días.
Un buen día, los
niños-cisne decidieron que tenían que partir hacia otra tierras y
cuando lo hicieron, toda Erín quedó sumergida en la tristeza.
Después de muchas vicisitudes, llegó la hora del regreso al hogar
que habían dejado hacía tanto tiempo. Ya no quedaba nada, solo
ruinas y desolación. Habían pasado cientos de años…
La profecía que
marcaba el final del encantamiento estaba a punto de cumplirse. El
compromiso entre Deoch de Munster y Lairgnen de Connaught ya había
sido estipulado. Pero la boda no se llevaría a cabo hasta que
Lairgnen no le llevara a la novia aquellos hermosos cisnes.
El príncipe fue en
su busca al lago conocido como Lago de los Pájaros. Cuando se acercó
a ellos les quitó las cadenas de plata y en ese justo momento
recobraron su forma humana. Más no como los niños que fueron, sino
como ancianos totalmente demacrados y famélicos.
Su triste final
llegó en una hora. Sus cuerpos ya inertes fueron enterrados igual
que cuando se cobijaban durante las tormentas cuando eran cisnes:
Fingula en el centro, Conn y Fiachra bajo sus brazos y Aod sobre su
pecho.
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