lunes, 3 de junio de 2019
La Curandera Pachita
Una curandera
psíquica de renombre fue Bárbara Guerrero, mejor conocida como
"Pachita". Nació en Parral (Chihuahua), hacia 1900 y murió
en la Ciudad de México el 29 de Abril de 1979. Pachita fue la única
"cirujana psiquica" conocida en su país y en el
extranjero. Fue investigada tanto por mexicanos como por
investigadores extranjeros, como Stanley Krippner, Alberto Villoldo,
Salvador Freixedo y los mexicanos Jacobo Grinberg-Zylberbaum y el
Rev. Pde. José Luis Guerrero, Dr. Carlos Treviño Becerra y Dr. Luis
Carrillo Azcárate. Estos tres últimos de SOMEPAR.
Pachita desde muy
joven empezó a curar por medio de hierbas medicinales y tés y en
algún momento de su vida decidió operar, asegurando que el espíritu
de Cuahtemoc (último emperador Azteca) se apoderaba de su cuerpo
físico para curar a través de ella. Lo llamaba "El Hermanito".
Para sus operaciones siempre utilizó el mismo cuchillo de cocina,
con el mango cubierto con "cinta de aislar" ya que su mango
estaba roto.
Siempre operó sin
anestesia o asepsia y acostumbraba abrir a los pacientes con el
cuchillo, sacar la enfermedad o cambiar el órgano enfermo y cerrar.
Los pacientes sufrían mucho y gritaban. Después de que terminaba de
operar, ponía un poco de alcohol en la herida y cerraba con las
manos o les ponía vendoleras. Después los vendaba y envolvía en
una sábana. Luego de un par de horas, los enviaba a su casa donde
tendrían que guardar cama durante tres días. Al cuarto día se
desenvolvían, quitaban la venda, se bañaban y desde ese momento
empezaban su vida diaria como siempre, tomando solo el jarabe, té o
hierbas que ella les hubiera recetado.
Acostumbraba a
materializar órganos sanos como hígado, vejiga, vértebras (que
algunos dijeron que pertenecían a perros o venados), y también se
dijo que un médico amigo de ella le proporcionaba los órganos
sanos. Estas materializaciones no fueron probadas, ya que ella solía
operar en la penumbra, utilizando solo unas velas, porque decía que
las luces brillantes dañaban a los órganos del cuerpo. La falta de
luz, no permitía cerciorarse de manipulaciones fraudulentas, y
tampoco dar un juicio científico sobre los hechos. Aunque los
análisis de los tumores y huesos extraídos eran material humano, lo
que no se pudo constatar es si efectivamente provenían de los
pacientes.
La fama de Pachita
alcanzó todo México y llegó al extranjero, como Estados Unidos,
Centro y Sudamérica, y Europa. En sus sesiones era frecuente
escuchar varios idiomas. Pachita fue una extraordinaria
psicoterapeuta y en muchos casos usaba su ESP para poder conocer
profundamente a sus pacientes, cuidando la creencias de ellos: a los
nativos los curaba con yerbas, y a los extranjeros con medicinas a
los católicos les sugería que rezara sus oraciones a los Santos y a
otras personas les hablaba del poder de la Madre Tierra y si la
persona esperaba algún rito, ella lo llevaba a cabo. Pachita tuvo
una gran fuerza psicológica que usaba para convencer a sus pacientes
de la curación, por lo que, todas las enfermedades psicosomáticas
fueron curadas. Tenía también gran practicidad manual, y algunas
enfermedades fueron curadas con Quiropraxia. Era visitada por todas
las clases sociales, y fue perseguida en varias ocasiones hasta la
cárcel. Hasta hoy muchas han sido las curaciones efectuadas por
ella, aunque no se han podido confirmar muchas de ellas, se ignoraba
el orígen fisiológico o psicosomático. Ella ha sido la curandera
más famosa que México ha tenido.
Doña Pachita, una
de las más extraordinarias chamanas del México contemporáneo,
realizaba verdaderas hazañas de curación, de manejo del
espacio-tiempo, de la energía y de la materia, y decía utilizar una
serie de procedimientos que le permitían realizar su trabajo.
El procedimiento
principal de meditación de Doña pachita consistía en sentarse en
una silla frente a su altar en el cuarto donde realizaba sus
operaciones y curaciones, y una vez ahí, cerrar los ojos y respirar
suavemente hasta lograr escuchar un zumbido característico en uno de
sus oídos. Una vez captado este zumbido, el cual, según Doña
Pachita, era la manifestación de un cambio de estado en ella misma,
atendía a ese sonido interno hasta que sentía que caía en una
especie de gran orificio, tras lo cual cambiaba de estado.
Doña Pachita
meditaba sobre sensaciones sonoras características y después se
dejaba ir en un acto que ella describía como de un salto al vacío o
de una súbita bajada en una rueda de la fortuna, después de lo cual
empezaba sus operaciones quirúrgicas.
La técnica es
parecida a un procedimiento hindú de meditación llamado “shabd”,
en el cual, el meditador debe poner atención en un zumbido
característico y seguir este zumbido por un lapso de tiempo
relativamente largo.
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