jueves, 5 de julio de 2018
La Pasión de Marthe
Marthe Robin nació en
1902 en una pequeña granja del departamento de Drôme, en
Cha-teauneuf-de-Galaure, en Francia, en el seno de una familia que ya tenía
cinco hijos. De muy niña abandonó la escuela para trabajar con sus padres,
hasta que en 1918 comenzó su verdadera historia.
Se sumió en un estado de coma que se le diagnosticó como
encefalitis letárgica. Cuando despertó al cabo de 27 meses, su cuerpo comenzó a
paralizarse. A partir de 1930 empezó a rumorearse que era objeto de fenómenos
misteriosos. El Viernes Santo de ese año, sus manos manaron sangre, y también
de sus pies y de la frente. El párroco de su pueblo alertó al obispo y
empezaron a aparecer los curiosos.
Decían que Marthe estaba poseída por el demonio, el cual la
lanzaba de su cama. Cuando le acercaban una hostia a la boca, esta escapaba de
las manos del sacerdote. Marthe sanaba a
los enfermos, pero no comía ni bebía, aunque tampoco adelgazaba. A partir de
ese año transcurrió su vida en una cama, en una habitación casi oscura,
teniendo como único alimento durante 50 años, una hostia consagrada
diariamente.
La ciencia tiene muchas dificultades para aceptar que esto
haya sido real. Podría tratarse de un caso de neurosis, de autosugestión o de
algún fenómeno desconocido, pero nadie se anima a hablar de milagro. Cada viernes santo, las manos de la mujer
sangraban al igual que las del Cristo crucificado, pero muy pocas personas
pudieron ver el fenómeno. Uno de ellos es el padre Sinet, director espiritual
de la estigmatizada, el cual fue el vocero de la única petición de la mujer:
crear una casa de caridad administrada por una comunidad de laicos consagrados,
la que en el año 1981, cuando ella falleció, ya era una obra gigantesca ligada
al catolicismo tradicional que tiene ramificaciones en el mundo entero.
Nueve años después de su muerte se inició la encuesta
preliminar para su beatificación. Los testigos, que no eran otra cosa que los
pocos que podían visitarla, relataron los sufrimientos de la pasión que esta
mujer vivía semana tras semana, llorando cada noche lágrimas de sangre y
afirmando que viajaba fuera de su cuerpo. La vida de esta campesina francesa
fue para muchos un verdadero milagro, pero otra gran mayoría dice que fue una
vil explotación comercial basada en la buena voluntad y la fe de los creyentes.
Falleció el 15 de febrero de 1981, a los 78 años.
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