Todo empezó cuando Joe Labelle, un cazador canadiense, se vio sorprendido por una tormenta mientras recorría las tierras de los inuit y decidió protegerse en el poblado, en el cual ya había estado anteriormente. Al acercarse, un extraño temor invadió su cuerpo, convirtiéndose de a poco en pavor que le incitaba a huir del lugar, pues se percibía algo raro en el ambiente; estaba todo el completo silencio, no se escuchaban los acostumbrados ladridos de los perros, y las calles se veían totalmente vacías.
Tal soledad, lo llenó de miedo y angustia, por lo que empezó a gritar, sin obtener respuesta alguna, luego entró en unas cuantas casas, en las que no pudo encontrar ni un alma. Pensó entonces que los Inuit habían abandonado el lugar, pero desechó la teoría de inmediato, porque los rifles, trineos y kayaks seguían en sus lugares de costumbre, los pobladores no habrían podido irse sin ellos. Mas escalofriante aun, cuando revisó por completo el asentamiento, descubrió horrorizado que todas las tumbas de su cementerio estaban abiertas, y no había tampoco rastros de los muertos que descansaron en ellas.
No perdió tiempo, comunicó a través del telégrafo lo que vio, y la Real Policía Montada de Canadá, envió varios grupos policiacos a investigar, a su llegada, no pudieron más que confirmar lo que el hombre dijo, no había signos de violencia, ni huellas que indicaran su destino, solo encontraron restos de los perros que murieron por estar atados y platos medio cocinados, como si hubiesen sido sorprendidos en medio de la cena.
Entre las posibles teorías que se manejan, se habla de la ira del Demonio, que reclamó sus almas, llevándose tanto a vivos como a muertos, por eso no tuvieron tiempo de nada, ni se encontraron huellas, porque simplemente se desvanecieron…
La segunda teoría maneja la posibilidad de una abducción extraterrestre masiva, pues Arnand Laurent, otro cazador que habitaba en las cercanías, vio junto a sus dos hijos un objeto luminoso cruzando el cielo a toda velocidad, directo al pueblo a orillas del lago. Quiso acercarse, pero el miedo a lo desconocido fue mayor, obligándolo a volver a su cabaña. Días después, un par de miembros de la policía montada se entrevistaron con Laurent, después de escuchar lo sucedido, no volvieron a preguntar al respecto, e intentaron por años encontrar una explicación al suceso, pero sin lograrlo.
Un misterio sin resolver, que sirvió de inspiración para que el novelista Dean R. Kootz escribiera su best-seller Fantasmas, llevado posteriormente al cine.
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