Le informa que han sido ya seis compañeros que se han dado de baja por depresión, algunos de los guardias anteriores afirmaban que se oían ruidos todas las noches, parecían los lamentos de un hombre que, en otras ocasiones había un triste silbido, pero nada tan horrendo como sentir la respiración de una persona en el oído, hasta el grado de percibir la tibieza de su aliento.
El nuevo vigilante empezaba a ponerse inquieto al saber de tales sucesos, por lo cual la historia siguió en medio de nerviosismo: –¿Esta fábrica estuvo mucho tiempo sin sufrir algún atraco? A pesar de no contar con vigilancia en este barrio tan peligroso. Circula una leyenda desde hace tiempo, dicen que el dueño de la fábrica hizo un pacto con el diablo, para cuidar de la construcción. Lucifer aceptó el trato y envió un perro horrible, con las fauces de un monstruo y la envergadura de un caballo que arrastraba sus mugrientas garras por cada rincón de este horrible lugar. A cambio, el Demonio exigió el alma de un vigilante al año. Cada doce meses el propietario de la fábrica contrataba a un guarda nocturno y a los pocos días… ¡Lo encontraban muerto!-,-Lo bueno es que ya no tiene el mismo dueño, según me dijeron- agregó el joven guardia, -Por eso hace dos años que no encuentran el cadáver de ninguno de nosotros, pero los ruidos extraños no han parado-.
En ese momento un ruido los hizo dirigir la luz de las linternas hasta un punto especifico, el guardia mas familiarizado con el lugar se acercó para buscar mejor, sin poder encontrar nada, cuando llamó a su compañero este no respondía, al regresar al último lugar donde estuvieron juntos, se distinguía un bulto en el suelo.
El guardia se acercó y vio a su compañero tirado. Le tomó la muñeca para comprobar el pulso. Pero ya ¡Estaba muerto!, su cuerpo estaba cubierto rasguños y rasgaduras, como si una enorme bestia lo hubiera atacado.
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