miércoles, 5 de julio de 2017
El Pirata Sin Cabeza
Rueda por la playa de los Loros, -entre las bocas de los
ríos Jesús María y Grande de Tárcoles,- una leyenda que se afirma en la
nebulosa historia de nuestra época colonial, y que alimentan cada año los
pescadores o los peones salineros mientras descansan de sus faenas contemplando
el maravilloso paisaje que, al ocultarse el sol se admira desde el Peñón de
Tivives.
Cuenta la leyenda dicha que: cuando Sharp y Dampier
pirateaban en el Mar de Balboa sembrando el terror en las Colonias Españolas,
acostumbraban adentrar sus faluchos en el río Jesús María para descansar
seguros y reparar averías. En el Peñón dejaban centinelas vigilando el
horizonte, y mientras unos trabajaban, cazaban otros y todos bebían, los jefes
planeaban la próxima correría.
Un día de tantos llegó del sur Dampier cargado de tesoros;
tan grandes y valiosos eran que la codicia llenó su pensamiento y resolvió
ocultarlos para lograrlos solo. Su plan confió en secreto al compañero que más
temía, un viejo pirata corazón de hiena y punas de acero, e hijo del Diablo
-según se decía- ofreciéndole compartir la presa. Ya puestos de acuerdo, con
engaños enviaron sus hombres al Peñón de los vigías y entre los dos pasaron el
tesoro a la rivera; al pié de corpulento “guanacaste” cavaron hoyo profundo y
en cascada amarillenta allí cayó el botín. Pero… recordó Dampier que secretos
entre dos no son secretos y su puñal, cien veces asesino, a traición clavó en
el ladrón compañero. Cayó el pirata moribundo y expiró invocando a su padre
Satanás; éste llegó, -se metió dentro del muerto y por su boca… ¡Aquí! gritó.
Tembló Dampier. Requirió su sable y de medroso y terrible tajo separó del
tronco la cabeza del muerto, que rodó y rodó cayendo en el hueco del tesoro. Ya
no hablarás! dijo el traidor, pero… oh poder del Diablo! El cuerpo del pirata
sin cabeza del suelo levantó, extendió hacia la mar su brazo y… ¡Aquí! gritó.
Huyó Dampier horrorizado hacia el Peñón de los Vigías llamando compañeros… y el
cuerpo sin cabeza tras él corría ¡Aquí! gritando… ¡Aquí!
Contemplaron los piratas el macabro espectáculo. -Les llenó
el espanto.- Volaron al falucho. Las anclas levaron. Al ancho mar huyeron
temblando de pavor, y en el Peñón quedó hacia la mar tendiendo el brazo, como
un fantasma horrible, el pirata sin cabeza… ¡aquí! gritando… ¡aquí!.
Y en la rivera izquierda del río Jesús María quedó el tesoro
guardado, al pié de corpulento “guanacaste” que el hijo del Diablo cuida. Y la
sombra del fantasma, del pirata sin cabeza aguarda un hombre sin miedo para
partir las riquezas.
Cuentan los viejos pescadores que para las lunas llenas -al
llegar la media noche- en el Peñón de Tivives un fantasma sin cabeza, que lanza
un grito extraño, por las rocas se pasea. Y que para el mes de octubre, cuando
por el río Jesús María bajan corrientes, una lancha misteriosa que nadie
maneja, domina las corriente.-, y quietecita se queda, frente a un viejo
“guanacaste” que se encuentra en la rivera.
Tal es la leyenda que en el “Peñón de los Vigías” duerme en
los inviernos y los veranos despierta, cuando viejos pescadores admiran el
bello paisaje, que al ocultarse el sol se contempla desde el Peñón de Tivives.
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