miércoles, 5 de julio de 2017
El Milagro De La Flor De Nochebuena
La FLOR DE NOCHEBUENA ¿Sabías que la flor de Nochebuena, esa
hermosa planta de diminutas flores y grandes hojas rojas en forma de estrella
con las que adornamos las casas en Navidad, proviene de México? Los misioneros
españoles las bautizaron así porque el día de máximo esplendor de estas flores
es precisamente el 24 de diciembre. Su nombre en idioma azteca es cuetlaxóchitl
y en México existe una bella leyenda que narra su origen.
UNA NOCHEBUENA DISTINTA
A Camila, como a todos los niños y niñas de la aldea mexicana
de Olinalá, le encantaba la Navidad. Y su momento preferido era cuando en la
Nochebuena llegaba la hora de la Misa del Gallo y todos en el pueblo se
acercaban hasta la iglesia para dejar una ofrenda al niño Jesús.
Pero aquella Nochebuena era distinta. El padre de Camila se
había quedado ese año sin trabajo y por eso Camila no tenía dinero para
comprarle frutas, o dulces, o juguetes al niño Jesús. Así que la pequeña pasó
toda la tarde muy preocupada, pensando cómo podría conseguir al menos unas
monedas para comprar algo de valor.
EN EL MERCADO
—Feliz Navidad, señorita Adela —dijo la niña a la vendedora
de frutas, mientras admiraba las relucientes manzanas y las cestas de fresas.
Si al menos tuviera dinero para comprar una cesta pequeñita y llevarla hasta el
altar.
—Feliz Navidad, señorita Camila —le respondió con simpatía
la joven vendedora.
—¿Me dejaría ayudarla en la frutería para sacar algunas
monedas? —preguntó la niña.
—Hoy no será posible, querida Camila. La gente ya se está
preparando para la Misa del Gallo, así que voy a cerrar el puesto muy pronto.
Pero toma unos caramelos para ti y tus hermanos.
Camila dio las gracias a la joven y se marchó
apresuradamente hacia su casa, pues ya estaba anocheciendo y todavía tenía que
cenar y encontrar el regalo antes de la misa.
EN CASA
En Olinalá, igual que en muchos otros pueblos de México,
durante las nueve noches anteriores a la Navidad, las familias y amigos solían
reunirse para ir cantando de casa en casa. Después de eso, cenaban juntos en la
posada de la aldea para celebrar la Nochebuena.
Sin embargo, aquella noche Camila y su familia celebraron la
Nochebuena juntos en casa. Hicieron una sencilla cena de tortitas con arroz y
frijoles y Camila repartió los caramelos entre sus hermanitos.
—Debemos estar contentos —dijo su papá—. El próximo año
tendré un nuevo trabajo y celebraremos la Nochebuena en la posada, con una
sabrosa cena y una piñata.
MISA DE GALLO
Poco antes de la medianoche, las campanas comenzaron a sonar
para anunciar la hora de la Misa del Gallo.
—Ven aquí, Camila, voy a arreglarte esa trenza —le dijo su
mamá—, que ya es hora de ir a misa.
—No, mamá, este año no puedo ir —dijo Camila casi llorando—.
Es imposible, no tengo ningún regalo para ofrecerle al niño Jesús.
—¿Qué tontería es esa, mi niña? Claro que vendrás a misa con
todos nosotros. Y quiero que entiendas algo muy importante: no hay regalo más
valioso que aquel que lleves en tu corazón.
Camila dijo que lo entendía y contuvo su llanto, pero sólo
para no entristecer a su mamá.
LA IGLESIA
Todas las calles del pueblo se llenaron de gente que iba a
la iglesia, con sus mejores ropas y con ofrendas para celebrar el nacimiento de
Jesús. Camila iba detrás de sus padres, un poco rezagada a propósito, y cuando
llegó ante la puerta de la iglesia se detuvo y no los siguió hasta el interior.
¿Cómo iba a entrar sin tener ni siquiera una vela que colocar en el altar?
Camila entonces se escondió entre las sombras de la vieja
sacristía y se puso a llorar. Dentro de la iglesia se oía la música de los
mariachis con sus guitarras y alegres cantos.
El milagro de la flor de Nochebuena
El milagro de la flor de Nochebuena
Leyenda mexicana
La FLOR DE NOCHEBUENA ¿Sabías que la flor de Nochebuena, esa
hermosa planta de diminutas flores y grandes hojas rojas en forma de estrella
con las que adornamos las casas en Navidad, proviene de México? Los misioneros
españoles las bautizaron así porque el día de máximo esplendor de estas flores
es precisamente el 24 de diciembre. Su nombre en idioma azteca es cuetlaxóchitl
y en México existe una bella leyenda que narra su origen.
UNA NOCHEBUENA DISTINTA
A Camila, como a todos los niños y niñas de la aldea
mexicana de Olinalá, le encantaba la Navidad. Y su momento preferido era cuando
en la Nochebuena llegaba la hora de la Misa del Gallo y todos en el pueblo se
acercaban hasta la iglesia para dejar una ofrenda al niño Jesús.
Pero aquella Nochebuena era distinta. El padre de Camila se
había quedado ese año sin trabajo y por eso Camila no tenía dinero para
comprarle frutas, o dulces, o juguetes al niño Jesús. Así que la pequeña pasó
toda la tarde muy preocupada, pensando cómo podría conseguir al menos unas
monedas para comprar algo de valor.
EN EL MERCADO
—Feliz Navidad, señorita Adela —dijo la niña a la vendedora
de frutas, mientras admiraba las relucientes manzanas y las cestas de fresas.
Si al menos tuviera dinero para comprar una cesta pequeñita y llevarla hasta el
altar.
—Feliz Navidad, señorita Camila —le respondió con simpatía
la joven vendedora.
—¿Me dejaría ayudarla en la frutería para sacar algunas
monedas? —preguntó la niña.
—Hoy no será posible, querida Camila. La gente ya se está
preparando para la Misa del Gallo, así que voy a cerrar el puesto muy pronto.
Pero toma unos caramelos para ti y tus hermanos.
Camila dio las gracias a la joven y se marchó
apresuradamente hacia su casa, pues ya estaba anocheciendo y todavía tenía que
cenar y encontrar el regalo antes de la misa.
EN CASA
En Olinalá, igual que en muchos otros pueblos de México,
durante las nueve noches anteriores a la Navidad, las familias y amigos solían
reunirse para ir cantando de casa en casa. Después de eso, cenaban juntos en la
posada de la aldea para celebrar la Nochebuena.
Sin embargo, aquella noche Camila y su familia celebraron la
Nochebuena juntos en casa. Hicieron una sencilla cena de tortitas con arroz y
frijoles y Camila repartió los caramelos entre sus hermanitos.
—Debemos estar contentos —dijo su papá—. El próximo año
tendré un nuevo trabajo y celebraremos la Nochebuena en la posada, con una
sabrosa cena y una piñata.
MISA DE GALLO
Poco antes de la medianoche, las campanas comenzaron a sonar
para anunciar la hora de la Misa del Gallo.
—Ven aquí, Camila, voy a arreglarte esa trenza —le dijo su
mamá—, que ya es hora de ir a misa.
—No, mamá, este año no puedo ir —dijo Camila casi llorando—.
Es imposible, no tengo ningún regalo para ofrecerle al niño Jesús.
—¿Qué tontería es esa, mi niña? Claro que vendrás a misa con
todos nosotros. Y quiero que entiendas algo muy importante: no hay regalo más
valioso que aquel que lleves en tu corazón.
Camila dijo que lo entendía y contuvo su llanto, pero sólo
para no entristecer a su mamá.
LA IGLESIA
Todas las calles del pueblo se llenaron de gente que iba a
la iglesia, con sus mejores ropas y con ofrendas para celebrar el nacimiento de
Jesús. Camila iba detrás de sus padres, un poco rezagada a propósito, y cuando
llegó ante la puerta de la iglesia se detuvo y no los siguió hasta el interior.
¿Cómo iba a entrar sin tener ni siquiera una vela que colocar en el altar?
Camila entonces se escondió entre las sombras de la vieja
sacristía y se puso a llorar. Dentro de la iglesia se oía la música de los
mariachis con sus guitarras y alegres cantos.
El milagro de la flor de Nochebuena
EL ÁNGEL
—Camila, pequeña, deja ya de llorar.
¿Quién le hablaba? Camila alzó la cabeza y miró a su
alrededor muy sorprendida, pues allí no había nadie, y además esa no era la voz
de su mamá ni de su papá. Parecía más bien la voz de un niño.
—Camila, ¿ves esas hojas verdes que crecen alrededor de mis
alas? Recógelas y llévalas a la iglesia.
¿Alas? Si hablaba de alas sólo podía ser un pájaro, o tal
vez… ¡un ángel! Camila entonces dirigió la vista hacia el ángel de piedra que
había en la puerta de la sacristía. A su alrededor crecían unos hierbajos muy
feos. ¿Cómo iba a llevarle eso al niño Jesús?
—No dudes ni tengas miedo, Camila. Arranca estas hierbas
silvestres y llévalas hasta el altar del niño Jesús.
Camila no veía que la estatua de piedra moviera los labios
pero ya no había duda de que el ángel le estaba hablando. A ella le daba
vergüenza entregar semejante regalo al niño Jesús, pero no se atrevía a
desobedecer al ángel, así que tiró con fuerza de las agrestes hierbas hasta
tener en sus brazos un gran manojo de frondosas hojas verdes.
EL MILAGRO
Camila entró en la iglesia nerviosa y asustada. ¿Se reiría
la gente al ver su triste ofrenda? Avanzó hacia el altar con manos temblorosas
y sin mirar a los demás, aunque nadie se rió. Y allí, ante los cientos de velas
que rodeaban la figura del niño Jesús, se arrodilló y dejó caer una lágrima
sobre la pobre ofrenda que llevaba en los brazos.
Al contacto con esa lágrima de amor, aquellas vulgares hojas
verdes, de manera milagrosa, cobraron un intenso color carmesí y adquirieron
forma de estrella. Toda la gente dejó escapar una exclamación, pues eran las
flores más bellas que jamás habían visto.
—Feliz Navidad, dulce niño Jesús —susurró Camila, que ahora
se sentía plenamente feliz con su ofrenda.
* * *
Desde ese día, los mexicanos llamaron a la espléndida planta
“Flor de Nochebuena”. Ésta comenzó a crecer abundantemente por todas partes y
cada Navidad decora las casas y las iglesias del mundo entero.
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