viernes, 1 de julio de 2016
La Niña En El Cementerio
Cuenta la leyenda que un día en la
Ciudad de México un taxista circulaba a altas horas de la noche
después de dejar un pasaje muy cerca del panteón de dolores, por el
cual pasaba enfrente para regresar a su casa después de un día de
arduo trabajo.
Justo frente al panteón y del lado
contrario, pudo ver que le hacía la parada una joven; el taxista
inmediatamente pensó que estaba cansado y que lo único que quería
era regresar a su casa para poder cenar algo y meterse a la cama,
tuvo la sensación de que dejar a una joven sola a esas altas horas
de la noche no le permitiría conciliar el sueño, así que echo su
taxi en reversa y estacionó la puerta trasera frente a la niña para
que abordara el taxi.
¿A dónde la llevo señorita? Dijo el
taxista mirando el retrovisor, en donde se pudo percatar que la niña
que estaba en su automóvil era de una belleza inigualable de unos 17
o 18 años de edad y un pequeño pinchazo en la cabeza surgió cuando
la niña le habló; -Por favor lléveme a 7 iglesias, las que usted
conozca y que estén cercanas a este lugar- El chofer escuchó de la
boca de la joven un dejo triste pero una hermosa voz. -Señorita no
cree que ya es muy tarde para andar sola paseando por esta ciudad tan
peligrosa, además a estas horas las iglesias no están abiertas,
dijo el taxista; a lo que la joven contesto; -No importa que no pueda
entrar es un ritual que realizo una vez al año y tan solo me quedo
frente a las iglesias y hago una pequeña oración.- Escuchó el
taxista con otro pequeño piquete como un dolor de migraña, lo que
el atribuyó al pesado día de trabajo en la congestionada ciudad.
Pues démosle velocidad, pensó el
chofer, para que pueda llegar lo antes posible a mi casa, y puso en
marcha el carro; así fue que el taxista llevó a la chica a iglesias
cercanas de donde estaban ya que afortunadamente conocía muy bien la
zona pues estaba muy cercana a su hogar; la niña bajo a las siete
iglesias y cada que la chiquilla bajaba, el chofer sentía una
tranquilidad y le dejaba de punzar la cabeza, así sucedió durante
las seis iglesias restantes hasta que por fin al término de la
visita de la última iglesia, la chica le pidió que la llevara donde
la había encontrado; ya bastante adolorido de la cabeza y realmente
muerto de cansancio el chofer así lo hizo y paró el vehículo
frente al panteón de dolores donde la había recogido.
La muchacha al bajar del taxi cerró la
puerta y se acercó al asiento de copiloto en donde la ventanilla
estaba abajo, -Me da mucha pena haber abusado de usted esta noche, la
verdad es que no traigo nada de dinero pero le voy a dejar en prenda
este relicario; por favor acuda con mi padre y el le pagara por su
servicio, por favor dígale que lo amo y que yo estoy bien, que le
pido que haga lo que nunca hizo- El taxista ya con un dolor
insoportable de cabeza tomo el relicario y ya ni molesto por la
situación, arrancó su unidad, pues lo único que quería era llegar
a su casa a recostarse pues el dolor de cabeza lo estaba matando; la
niña le dio la dirección al taxista y muy curiosamente se le gravó
en la cabeza como si ya la supiera.
El chofer arranco su taxi con el
relicario en la mano y se dirigió a su casa tan solo recordando la
dirección dada por la mujer y un terrible dolor de cabeza con el
cual apenas podía pensar. Llegó a su casa y se tumbó en la cama,
dejó el relicario en la mesa de noche y su esposa lo vio realmente
pálido y le dijo que estaba ardiendo en fiebre, el chofer pasó
inconsciente días y fue llevado a un hospital de la zona, hasta que
después del cuarto día misteriosamente la fiebre cesó y la
enfermedad que los médicos tenían días en no encontrar,
desapareció de un segundo para otro, el taxista fue dado de alta de
la clínica del seguro social y se dirigió a su casa, al llegar a su
cama lo primero que vio fue el relicario, a lo que inmediatamente le
vino a la mente la dirección que repetía mientras deliraba en el
hospital. Tomó el relicario y se dispuso a ir a esa casa.
Ya afuera de la casa se pudo dar cuenta
que la zona era realmente buena, y la casa a la que se dirigía era
las grande de la cuadra, apresuradamente toco el timbre de aquella
mansión y fue recibido por un sirviente de la casa, al cual le pidió
hablar con el señor de la casa y este lo hizo pasar y esperar. Pudo
ver a un anciano bajando la gran escalera de mármol, de mirada muy
parecida a la de la niña que abordó su auto y le comentó lo que
había pasado, a lo cual el anciano lo miraba incrédulo, hasta que
el chofer saco el relicario de su bolsa y se lo mostró al viejo;
cuando este lo tuvo en sus manos echo a llorar desconsolado, a lo que
el taxista no entendía nada; el anciano se aproximo a una mesa en
donde se encontraba de espaldas un retrato el cual extendió al
taxista; asombrado el hombre lo miró y vio la fotografía de la
chica que había abordado su unidad unas noches antes justo con la
misma indumentaria que llevaba ese día, el viejo le contó que justo
cuatro noches antes se celebraba el aniversario de la muerte de su
hija, la que veía en la foto; había sido atropellada por un taxista
inconsciente hace 6 años y el relicario que le estaba dando era lo
único con lo que la habían enterrado; el taxista pálido y
sobresaltado vio como el viejo se desplomó dando berridos de dolor
en su llanto desconsolado, el chofer le ayudo a incorporarse de nuevo
y le dijo lo que su hija había mandado decir; a lo cual el viejo le
contó al taxista que cuando su hija falleció no había mandado
hacer misas para su descanso, por que tenía un viaje de negocios
importante.
Se dice que después de las misas
previas que le mandó hacer el viejo a su hija su salud mejoró
increíblemente y el taxista compró una flotilla de taxis con la
bonificación del anciano.
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