jueves, 6 de septiembre de 2012
Un Loco Anda Suelto
Cuentan que hace unos años un peligroso psicópata escapó de
un manicomio, la policía advirtió por televisión y radio de la fuga del
demente. Pero una pareja de enamorados que volvían de fiesta no escuchó el
aviso…
El enorme y famoso
manicomio de Ciempozuelos es un lugar al que han ido a parar lunáticos y
trastornados de todas partes de España. Esquizofrénicos, paranoicos acosados
por delirios de persecución, megalómanos e incluso peligrosos psicópatas que
son enviados a sus instalaciones para evaluar su situación mental tras cometer
varios asesinatos.
Un sábado, en una
noche oscura, fría y lluviosa, empezó a correr el rumor de que uno de los locos
más peligrosos y trastornados se había escapado del manicomio de Ciempozuelos.
Dicen que era un psicópata que cometió crímenes horrendos antes de que lo
detuvieran y, tras exámenes psiquiátricos, lo trasladaran de la cárcel al
manicomio…
Las autoridades
pidieron la colaboración ciudadana para su captura y en televisión y radio de
daban continuos boletines y descripciones del demente. El mismo día en que el
loco se escapó, una pareja de enamorados a punto de casarse estaba volviendo a
casa tras pasar una noche de fiesta. No obstante, entre copas y bailes, a ambos
se les había olvidado que tenían poca gasolina y así, pasada ya la una de la
madrugada, el coche se les quedó sin combustible y tuvieron que parar al borde
de la carretera.
Afortunadamente la
gasolinera no estaba tan lejos, diez minutos de ida y diez de regreso y todo
estaría arreglado.
La chica insistía
en que podría ser muy peligroso pero el novio le hizo ver que alguien tenía que
quedarse cuidando el coche, que volvería pronto y que nada pasaría porque
aquella era una carretera muy segura y siempre pasaban policías. Finalmente
ella se quedó tranquila y el muchacho se fue andando rápidamente.
Pero el tiempo
pasaba, una lluvia torrencial había empezado a caer y en los veinte minutos que
habían transcurrido no había pasado ni un solo policía. Y lo que era peor e
incluso insólito: no había aparecido un solo vehículo mas…Llena de temor, la
chica encendió un cigarrillo y empezó a fumar mientras miraba a su alrededor y
ojeaba cada cierto tiempo el reloj.
Había pasado una
hora entera cuando ya los nervios se habían vuelto inaguantables y el terror,
se enroscaba como una gigantesca anaconda sobre su garganta… Pensó que habían
calculado mal la distancia a la cual estaba la gasolinera, imaginó la
posibilidad de que hayan cerrado la gasolinera y su novio haya tenido que
caminar más buscando alguna casita al borde del camino en la cual pudiesen
darle algo de gasolina: pero nada conseguía tranquilizarla..
A pesar del miedo,
el sueño y el efecto del alcohol la hacía cabecear contra el volante en su
empeño por no quedarse dormida. Luchó y luchó, despertándose y volviéndose a
dormir una y otra vez hasta que finalmente se quedó con los ojos cerrados
encima del volante…
Dos horas habían
transcurrido desde que su novio partió cuando de pronto se despertó sacudida
por unos golpes muy fuertes en el techo … Al abrir sus ojos vio horrorizada que
las ventanas y el vidrio delantero estaban repletos de pequeñas manchas de
sangre. Gritando con todas sus fuerzas, salió corriendo a toda prisa del coche
mientras los golpes seguían en el techo del vehículo. Nunca olvidará lo que vio
aquel día, cuando ya un tanto alejada, miró hacia atrás y vio sobre el coche a
un hombre con las blancas ropas del manicomio manchadas de sangre que golpeaba
y golpeaba el techo del vehículo con la cabeza sin ojos de su novio …
La chica logró
escapar y el loco, horas después del encuentro, fue detenido por la Guardia Civil, aún
llevaba la cabeza en sus manos. Pero la locura engendra locura y quien fuera
una feliz veinteañera a punto de casarse parece ahora una vieja de cabellos
largos y despeinados. Su cordura no pudo soportar lo que vio y cada noche
lluviosa el sonido de las gotas le recuerdan al que producía la cabeza de su
novio impactando contra la chapa del techo y la sonrisa de macabro placer que
adornaba la cara del loco mientras golpeaba y golpeaba el techo del vehículo.
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