sábado, 1 de septiembre de 2012
El Misterio De Los Tres Astronautas Que Murieron Sonriendo
El 30 de junio de 1971, la nave espacial soviética Soyuz XI
puso a funcionar su sistema automático de aterrizaje, después de permanecer 24
días en el espacio. En la base se sintieron satisfechos a pesar de que en los
últimos minutos habían perdido contacto con los astronautas: Dobrovoisky,
Vlokov y Patsayev. En ese momento comenzaría uno de los misterios más
comentados de los años 70
A pesar de haber perdido el contacto al atravesar la
ionosfera, no había por qué preocuparse pues la nave estaba aterrizando según
lo previsto. Pero cuando los técnicos abrieron la portezuela de la astronave
vieron que los tres tripulantes sonreían, pero ninguno se movió ni levanto la
mano para saludar. Todos estaban muertos.
Entonces comenzaron las hipótesis para intentar aclarar
porque los 3 estaban muertos pero sin ninguna deformación ni rasgo de haber
pasado miedo durante el aterrizaje. Primero se le echo la culpa a la
descompresión, pero la autopsia no revelo hemorragias internas. Otros
sugirieron una trombosis o el pánico que condujo a un paro cardiaco, al pensar
los astronautas que se estrellaban sin remedio, pero la sonrisa de sus rostros
era un enigma
Pero el último diálogo entre los cosmonautas y la Tierra da
motivos para pensar en otra posible hipótesis.
“Aquí Yantar – dijo Dobrovolski – todo va perfectamente a
bordo. Estamos en plena forma. Preparados para el aterrizaje. Ya veo la
estación. Brilla el sol.”
“Hasta ahora Yantar – respondió el control en la Tierra –
Pronto nos veremos en la Patria.
“Inicio maniobra de orientación”.
Según todas las apariencias, estas fueron las últimas
palabras registradas. Si hubo algo más, las autoridades soviéticas no quisieron
revelarlo. No obstante subsiste un misterio, aún cuando un fallo técnico
determinara una descompresión de la cápsula. El examen de la cabina demostró
“que no presentaba ningún defecto de estructura”, y que solo la pérdida de una
juntura del sistema de cierre hermético pudo provocar la catástrofe.
Un fallo como éste condenaba a los cosmonautas sin
posibilidad de escape. Entonces ¿es que no se había previsto nada? Sin traje
espacial, sin escafandra, deberían de estar mucho más protegidos contra ese
tipo de accidentes. Ahora bien, no era así.
Por otra parte durante el vuelo debería de haberse registrado
un descenso de la presión, como ocurrió en el Apolo XIII, en el que fue
detectada inmediatamente una explosión en el compartimiento de máquinas.
Una respuesta al misterio seria dada más tarde por el doctor
Gultekin Gaymec, de origen turco, quien al escuchar la noticia recordó que la
intensidad de las cargas eléctricas presentes en la atmósfera responde a
ciertos ciclos definidos.
Dedujo que las cargas eléctricas en la ionosfera aumentaron
repentinamente hasta extremos que condujera a una aguda alcalosis en los
astronautas soviéticos. La alcalosis o contenido alcalino exageradamente
elevado en sangre y tejidos, conduce al paro cardiaco. El anhídrido carbónico
que se presente en exceso en el organismo provoca rictus en las víctimas.
Parece entonces que están sonriendo.
El medico hizo pruebas en voluntarios, descubrió una
correlación directa entre los pacientes y los ciclos eléctricos atmosféricos:
crecía el índice de sodio y colesterol. Además los niveles de potasio
descendían, recordemos que el potasio es vital para la correcta actividad
eléctrica del corazón.
Estos estudios han ayudado para blindar mejor las naves
espaciales, pero también para señalar que los campos eléctricos de la
atmosfera, que son provocados por la actividad solar, están directamente
relacionados a muchos padecimientos, como los ataques al corazón. A pesar de
tener una explicación científica razonable, aún existen cientos de dudas del
porque sonreían los astronautas muertos después de que su nave aterrizara sola
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