martes, 4 de septiembre de 2012
La Yacumama
Yacumama en quechua Madre del Agua en español. Colosal boa
de agua, que encarna al espíritu protector de las aguas del río padre Amazonas,
que habita las profundidades de ríos y cochas afluentes. Se alimenta de
animales acuáticos sin provocar detrimento en el sistema ecológico. Raras veces
emerge a la superficie; es en estas ocasiones que puede causar daños
irreparables en las embarcaciones y pasajeros, haciéndoles naufragar y perecer
ahogados o devorados.
Se dice que al emerger el animal produce un inmenso remolino
y gran oleaje, poco comunes en los ríos y cochas, dejando al descubierto su
descomunal cabeza, que descansa sobre un cuello erguido que sobresale a una
altura de hasta cuatro metros, desplazándo se por el centro del río o cocha,
zambulléndo se de trecho en trecho, hasta que al final se sumerge para no
volver a aparecer más. En otras ocasiones, el animal sale a la superficie y
permanece a flor de agua, atravesada de banda a banda del río, causando el
efecto de un gigantesco árbol caído que represa el agua, formando correntadas
peligrosas para la navegación. Vive en los aguajales de la selva baja o zonas
bajas o inundables de la selva peruana.
En lo profundo de un bosque impenetrable por su exuberante
vegetación, había un lago muy poco conocido por los que vivían en las
proximidades de ese lugar. Simulaba ser sumamente tranquilo, apacible, en suma,
un remanso de paz; pero, lamentablemente era lo contrario. Así lo aseveraban
quienes habían llegado a él, pues sabían que tenía "madre" y que ella
celosamente cuidaba ese lugar, persiguiendo sin piedad al que por desgracia se
atrevía a pescar en sus aguas.
Así llegó cierto día un pescador que siguiendo el curso de
un riachuelo desembocó en el; desde el primer momento que lo vio, se sintió
feliz porque creía que era el primero en llegar y pensó: al fin podré realizar
una "pesca milagrosa" en esta laguna olvidada, que debe estar llena
de peces. Infelizmente no fue así; al penetrar en el lago, lo primero que hizo
fue ubicar un lugar para arrojar su tarrafa y aunque se sentía intrigado por el
movimiento del agua, siguió remando confiado; pero el vaivén continuo de su
canoa, siguió preocupándole hasta que sintió que algo salía del fondo del lago.
Rápidamente volvió para averiguar que era eso, y vio una terrible cabeza,
suspendida a casi un metro de altura sobre la superficie del agua moviendo su
monstruosa figura de orejas paradas y sacando su lengua puntiaguda.
Inmediatamente dio vuelta su canoa, metió su remo con fuerza
hasta el fondo del agua para impulsarse mejor y en esos instantes apremiantes
para colmo de males, notó que las plantas de la orilla venían a su encuentro,
cerrándole el pase como si obedecieran a no se qué designio; terriblemente
asustado, giró su cabeza para ver que ocurría con la fiera y comprobó que ella
le perseguía a toda velocidad. En ese momento, aterrorizado levantó sus ojos al
cielo y clamó ayuda al Dios Todopoderoso, convencido que él no podía hacer nada
para librarse con vida de ese monstruo lacustre. Y realmente, el Señor escuchó
su súplica, porque inexplicablemente cayeron al lago cuatro sachavacas peleando
y mordiéndose como fieras, produciendo un tremendo ruido.
Ese terrible estruendo asustó a esa serpiente, que no era
otra cosa que la terrible Yacumama, que velozmente se sumergió en su lago.
Incomprensiblemente, las plantas acuáticas también volvieron a su posición
inicial y todo quedó en calma, pues hasta las sachavacas se escaparon viendo a
la horrible Yacumama. El pescador que advertía estupefacto todo cuanto sucedía.
No quiso perder un segundo más, y se alejó de este fatídico lago, antes que la
Yacumama le cerrara el paso nuevamente. Kamentablemente no llevó ni un solo
pez, porque "la madre" de esa laguna no quiso regalarle sus pacos,
sardinas, sábalos, bujurquis, lizas y gamitanas.
AI respecto, se cuenta que cuando alguna persona común se
acerca a las orillas y penetra a esos lagos encantados, se desata
sorpresivamente una tormenta infernal que hace zozobrar la embarcación y la
persona se ahoga irremediablemente.
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