Atención Por Favor.

Ante todo nos dirigimos y agradecemos a todos por la ayuda que nos dan con este blog ya sean seguidores, oyentes del programa de radio y por sobre todo a todos aquellos propietarios de webs, blogs, libros y todos los lugares donde han obtenidos la información y nos han acercado a nuestro mail para que podamos publicarlas en este humilde blog, para que todas las semanas desde hace ya 7 años podamos compartir en dos emisiones las tantas historias, enigmas y misterios del universo que se van pasando de generación en generación y así reflejar esas viejas leyendas, historias, enigmas y misterios que de niños oímos mas de una vez y que nos asustaban en algunos casos como también en otras nos enseñaban a valorar y respetar esas narraciones.

Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



viernes, 9 de agosto de 2019

El Niño de Tordesillas


Octubre de 1977, Tordesillas, Valladolid(España). Martín Rodríguez regresa del colegio con una única idea rondándole la cabeza: salir a jugar con sus amigos. Tan pronto como llega a su humilde casa, en la calle de Valencia, deja la cartera, recoge una rebanada de pan con crema de cacao y sale corriendo. Una vez más, la tarde es suya. Los niños se entretienen jugando al bote de la malla, una clase de escondite muy practicado en la España rural. Sin problemas, sin compromisos y sin más preocupaciones que buscar un buen escondrijo, los chavales pasan las horas muertas entre carcajadas, carreras y sudores. Nada altera la feliz existencia de los chiquillos.

Martín y su amigo Fernando corren como posesos en busca de un lugar donde no les puedan encontrar. Poco a poco se van alejando de la barriada de San Vicente, y van a parar a un vetusto corral abandonado situado en la cuneta de la nacional 122. Los niños indecisos dan vueltas al viejo edificio buscando el lugar más adecuado para esconderse. Entre juegos y zarandajas comienzan a lanzar piedras sobre el derruido tejado del pajar. Una de ellas cae por uno de los agujeros y produce un sonido nunca antes escuchado por ellos. Un estruendo metálico rompe el silencio del lugar. Los pequeños se miran. No pueden resistir la curiosidad.

Los niños comienzan a ver una misteriosa luz que irradia esa parte del corral. Alzan la cabeza y presencian lo más increíble que sus pequeños e inocentes ojos jamás vieron. Una enorme lágrima lumínica de aspecto metalizado apoyada en tres anchas patas, similares a vigas, se posaba a tan sólo unos metros de ellos. Aquella especie de nave desprende luces de diversos colores que, en medio de aquel solitario corralillo, proporciona una escena poco menos que increíble. Fernando se asusta. Martín en cambio se queda fascinado.

Aquello, fuera lo que fuese, debía tener cerca de tres metros de altura por dos de ancho. Emitía un sonido similar al de un avión cuando está en tierra presto para despegar. El extraño objeto con forma de pera les recordaba a los capirotes que llevan los fieles en las procesiones de Semana Santa.

En esos instantes de asombro, algo ocurre. El sonido que emite la nave se intensifica como si estuviera cogiendo potencia. De repente, de las entrañas del artilugio mana un potente haz de luz que impacta de lleno en el abdomen de Martín. Martín se retuerce, le quema, le abrasa. Comienza a sudar, su tez se torna amarillenta, se debilita tanto que apenas oye los gritos de Fernando, su amigo del alma, que presencia la brutal agresión inmovilizado por el horror. El rayo se sigue cebando con el pequeño, al punto que parece cuestión de minutos que acabe con su vida. Con las pupilas dilatadas y un aspecto cetrino, el niño se desploma. La irradiación se corta y el extraño objeto termina de elevarse hasta perderse en el negro firmamento. Atrás ha dejado una escena dantesca: Martín, inconsciente en el suelo, y Fernando, muerto de miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario