Otras leyendas acerca del Grial se entrecruzan con las relativas a las distintas copas antiguas que se consideran el Santo Cáliz.
Etimología
La palabra grial –pronunciada «graal» en inglés medio– parece ser una adaptación francesa del término latino «gradalis» que implica la idea de un plato que es llevado a la mesa en diferentes momentos («gradus») de una comida. Al respecto dice Helinand de Froidmont (What is a Grail?) en su Chronicon (siglo XIII): «... un plato ancho y algo profundo en que habitualmente se colocan las carnes caras para el rico... normalmente se denomina grial». En la Baja Edad Media hubo autores que lo llamaron «San Gréal», lo que derivaba en «Sang Réal», es decir, «sangre real». Escritores posteriores desarrollaron esta teoría que alcanzó notoriedad en el betseller de 1982: The Holy Blood and the Holy Grail.
Historia
Chrétien de Troyes
El primer autor en mencionar al Grial es, entre 1181 y 1191, el poeta Chrétien de Troyes en su narración Perceval –también llamada Le Conte du Graal. La obra, presentada como tomada de un libro antiguo, habla de la visita de Perceval –quien aspira a ser caballero del Rey Arturo– al castillo del Rey Pescador, en el cual le es mostrado un grial. Dentro del mismo hay una especie de oblea que, milagrosamente, alimenta al herido padre del Rey. Perceval no pregunta por el significado de este objeto, lo cual le es reprochado más tarde.
Aunque posee un claro simbolismo cristiano, Chrétien no explica en qué consiste el grial, y la obra se interrumpe bruscamente. El autor no lo denomina «santo», ni lo designa como «el grial», sino simplemente como «un grial» y considera más importante su contenido –alude a la hostia consagrada del catolicismo– que el recipiente.
Robert de Boron
La obra de Chrétien de Troyes marcaría el comienzo de la leyenda, pero serían Robert de Boron y Wolfram von Eschenbach quienes la desarrollarían de la manera que la conoció la Europa medieval. Robert de Boron, en Joseph d'Arimathie y Estoire del San Graal, es el responsable en transformar al «grial» de Chrétien en «El Santo Grial». Este autor inglés espiritualiza el simple plato mencionado por el francés y lo convierte en la copa de la Última Cena, la misma que, según sostenían las leyendas, José de Arimatea usó después para recoger la sangre de las heridas durante la crucifixión de Cristo. De Boron es también el primero en afirmar que José y su familia llevaron el Grial a partes no especificadas de Britania. Desde entonces existiría en la isla una dinastía de guardianes del Grial a la cual finalmente se uniría Perceval.
Las leyendas del Grial
A partir de este momento, los textos se concentran en dos historias diferentes. Por un lado, las relacionadas con la búsqueda del Santo Grial, emprendidas por los caballeros del Rey Arturo, y, por el otro, las que relatan la propia historia del Grial desde los tiempos de José de Arimatea.
Entre las primeras se pueden citar:
* Parzifal, obra del caballero y poeta alemán Wolfram von Eschenbach, en la cual el concepto de De Boron sobre la santidad del Grial es unido al relato de Chrétien de Troyes.
* Las cuatro continuaciones de la obra inconclusa de Chrétien de Troyes. Escritas por diferentes autores en los cincuenta años posteriores a la historia original, siguen el relato hasta la muerte de Perceval, ahora guardián del Grial, quien finalmente lo lleva consigo al Cielo.
* El llamado Percival de Didot (nombre del propietario del manuscrito) que es probablemente una versión en prosa de la Estorie de Robert Boron.
El poema galés Peredur, generalmente incluido en los Mabinogion, inspirado en la obra de Chrétien pero que incorpora elementos de tradiciones pre-cristianas, como el culto céltico de la Cabeza.
* El Perlesvaus, o Li Hauz Livres du Graal, considerado el que más se aparta de las tradiciones arturianas dando versiones diferentes a las aceptadas sobre los personajes de la historia.
* El Diu Crône (La Corona), poema alemán de Heinrich von dem Türlin, en el cual es Gawain, antes que Perceval, quien obtiene el Grial.
* El episodio de Lancelot en la llamada Vulgata arturiana, donde se introduce a Galahad como el héroe de la historia.
* La Queste del Saint Graal, también parte de la Vulgata, que describe las aventuras de Galahad hasta lograr obtener el Grial.
De las segundas se mencionan:
* La propia obra de Robert de Boron.
* La Estoire del Saint Graal, primera parte de la Vulgata, escrita antes del episodio de Lancelot, que expande el texto de Robert de Boron con nuevos detalles.
* Joseph de Arimathie, un poema aliterado escrito en inglés hacia 1310, que describe las actividades de José después de la Resurrección de Cristo y lo retrata como un apóstol predicador y guardián del Grial.
* La Chronica sive Antiquitates Glastoniensis Ecclesiae (Crónica o Antigüedades de la Iglesia de Glastonbury), de John Seen, un monje local, en la que se dice que el Grial y la tumba de José de Arimatea habían estado en dicha iglesia.
* De Sancto Joseph ab Arimathea escrito hacia 1430 por Fray John Capgrave, de Norfolk.
* Historia del Santo Grial de Herry Lovelich, escrita hacia 1450, la primera traducción inglesa del cuento de la vulgata francesa Estoire del San Graal. Aquí, Josephes, el hijo de José, es el protagonista y el énfasis se pone en José de Arimatea y sus actividades de conversión en Britania, mientras que es minimizada su conexión con el Grial.
* La Crónica de John Hardyng, completada en 1465, vincula a Arturo con José de Arimatea a quien acredita la construcción de la Mesa Redonda original.
* El poema Jerusalén, en el prólogo al Milton de William Blake, escrito en 1808, evoca antiguas tradiciones que hacían de José el tío de Jesús y relataban la venida de éste, en su niñez, a Britania.
Algunos estudiosos vinculados al esoterismo, como Malcolm Godwin, quieren identificar esta pérdida con hechos reales acaecidos a finales del Neolítico, en que en Europa existían diversas tribus matriarcales asentadas y pacíficas, cuya forma de vida se vio violentamente coartada por oleadas de tribus guerreras y violentas provenientes de Asia. Estos sucesos habrían quedado en la memoria colectiva y adquirido una dimensión simbólica en la mitología celta y finalmente habrían recibido un tinte cristiano en manos de Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach y otros autores. Así, esta conquista original de las tribus europeas por parte de las provenientes de Oriente se identificaría, por ejemplo, con la pérdida del Paraíso Terrenal y, en lo referido al Gríal, éste se identificaría con lo femenino y con la tierra (más concretamente, el Grial es símbolo del seno materno y de la vulva femenina).
El Perceval de Chrétien
Esta obra francesa inacabada dejó paso a numerosas terminaciones en muchos casos inconsistentes entre ellas. Los elementos de esta novela en relación con la leyenda son, de una parte, la caracterización de Perceval como caballero que se ve involucrado sin saberlo en la demanda del grial y el «castillo del grial» custodiado por caballeros que sirven al «rey del grial» o «rey pescador».
El Pársifal de Eschenbach
Este libro refleja la tradición alemana que luego inspiraría la ópera de Richard Wagner. La historia presenta grandes paralelismos con la tradición francesa, aunque tiene elementos específicos de la misma.
Ciclo de la Vulgata
Esta fuente, fuertemente influida por los escritos de Bernardo de Claraval, presenta la «demanda del Santo Grial» imbricada dentro del universo artúrico, enriqueciendo la tradición con otros elementos como una descripción del origen y significado del Grial. Según esta fuente, el cáliz habría pertenecido al servicio de mesa de José de Arimatea, un rico comerciante judío, que según la tradición organizó la Última Cena.
José de Arimatea habría solicitado a Poncio Pilatos que se le entregara el cuerpo de Jesús (a quien hizo enterrar en una tumba de su propiedad) y la lanza con que fue herido (que quedó en su poder, junto con la copa).
Como José era un rico comerciante, en un viaje de negocios habría llegado hasta Albión (isla que se identifica con Gran Bretaña). Allí se quedó a vivir y levantó la capilla de Glastonbury.
Al morir José de Arimatea se dice que se fundó la Orden del Grial para custodiar las reliquias. En la época del rey Arturo, el guardián de las reliquias era Sir Pelles. Sir Balin el Salvaje quiso robar las reliquias a Pelles y se batieron en un duelo, pero al perder su espada Sir Balin tomó la lanza sagrada e hirió a Pelles, e inmediatamente el castillo se derrumbó debido a la profanación de la reliquia.
Las reliquias desaparecieron de la Tierra hasta que un caballero puro de corazón las encontrara. Ese fue Galahad, quien al morir se las llevó al Cielo.
El Cáliz de la Catedral de Valencia
Una tradición aragonesa cuenta que el grial fue guardado y utilizado por los apóstoles en Jerusalén. De allí habría pasado a Antioquía, llevado por san Pedro. Posteriormente se habría trasladado a Roma, donde fue usado por 23 papas. De esta presencia del Santo Cáliz de la Cena en Roma y de su uso por aquellos papas, sería testimonio privilegiado el texto del Canon Romano, la más antigua fórmula de la liturgia eucarística papal, que en el momento de la consagración del vino dice: «acabada la cena, tomo este mismo cáliz famoso en sus santas y venerables manos».
Esta situación se prolongó hasta el pontificado del griego san Sixto II, (que ejerció el papado durante un año, desde 257 a 258), el cual, asustado por la persecución romana, habría confiado el Santo Cáliz a su joven diácono Lorenzo, el cual lo envió a Huesca (España), de donde era originario, para que fuera escondido en las lejanas montañas de Aragón. En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un manuscrito del s. XVII titulado Vida y martirio del glorioso español San Laurencio, obra de Lorenzo Mateu y Sanz, que dice ser la traducción de otro manuscrito original del s. VI, obra del abad Donato, en el que se narra la historia de S. Lorenzo y cómo éste, poco antes de su propio martirio, confió a su compatriota Precelio, legionario, «algunas memorables reliquias, de forma que pudiera enviarlas a España; entre ellas estaba la archirrenombrada Copa en la que Cristo, nuestro Dios y maestro, consagró su preciosa sangre la noche de la Última Cena».
Llegado a España, diversos lugares aragoneses marcarían, según la tradición oral, la ruta del Santo Cáliz: la cueva de Yesa, San Pedro de Siresa, San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la catedral de Jaca y, hacia 1071, el monasterio de San Juan de la Peña, en donde permaneció hasta que, en 1399, el rey Martín I el Humano, se llevó el vaso sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza. El pergamino 136 del Archivo de la Corona de Aragón contiene el acta notarial original de la entrega del caliz al Rey. A su muerte, el Santo Grial estuvo temporalmente en Barcelona, donde el Rey había trasladado su corte, y donde resulta registrado y descrito en el inventario de posesiones personales del monarca, elaborado en septiembre de 1410.
En el año 1424, el rey Alfonso el Magnánimo trasladó el Cáliz a Valencia, donde había fijado la capital de su reino, y lo depositó en la capilla del Palacio Real, como agradecimiento por la ayuda del reino de Valencia en las luchas mediterráneas del monarca.
En 1437 la sagrada reliquia fue entregada al Cabildo Catedralicio en nombre de su majestad, como prenda por un préstamo para sus guerras italianas, y en la Catedral ha permanecido durante siglos, hasta hoy, con excepción de algunos momentos dramáticos como las guerras napoleónicas o civiles, así como durante dos visitas de regreso a San Juan de la Peña en los años 1959 y 1994.
En el museo de la catedral de Valencia se conserva, por tanto, el cáliz que la tradición aragonesa identifica con el Santo Grial, y que consta de una copa de calcedonia (piedra semipreciosa) de 7 cm de altura y 9,5 de diámetro, que sería la copa original de la Santa Cena, y un pie con asas añadido posteriormente. El arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la copa superior en torno al cambio de era (siglo I), labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que pudo estar en la mesa de la Santa Cena. Incluso dos Papas (Juan Pablo II y Benedicto XVI), en viajes que hicieron a Valencia, usaron este cáliz al celebrar sus Misas multitudinarias. Esto se considera un apoyo de la Iglesia a favor de la autenticidad de esta reliquia, aunque jamás ha sido formulado un comentario oficial.
Además del de Valencia, otros cálices han sido, en diversos momentos, propuestos por algunos como candidatos a ser el auténtico Cáliz de la Última Cena:
* El Cáliz de Antioquía de la Colección Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York, que según la mística Anna Katherina Emerich era la armadura que protegía al cáliz verdadero. Testimonios recientes sostienen, sin embargo, que la copa de Antioquía sería una falsificación del s. XX.
* El Sacro Catino de Génova, que fue llevado tras la primera cruzada a Italia. Es un plato hexagonal verde que se creía de esmeralda, aunque es un cristal verde egipcio. Los genoveses, en realidad, nunca han sostenido que se trate del Santo Grial, sino de una pieza de la vajilla usada durante la Santa Cena.
* Vaso de Nanteos encontrado en Glastonbury, al norte de Gales, que, según algunos, podría ser el que dió origen a la leyenda artúrica, pero no el Cáliz de la Cena del Señor, porque es de madera, y las normas judías prohibían el uso de materiales porosos para los cálices rituales.
* El Cáliz de Ardagh encontrado en Irlanda; se halla en el museo nacional de Dublín. Se trata de una pieza de orfebrería irlandesa fechada en el siglo VIII.
* El Caldero de Gundestrup se encuentra en el museo nacional de Dinamarca y data del siglo II ó I a.C. En realidad, no existe dato alguno o tradición que lo relacione con el Santo Cáliz de la Última Cena de Cristo ni con el Santo Grial de las leyendas medievales.
* La Copa de Hawstone Park, propiedad de Victoria Palmer. La reivindicación de esta pieza ha sido hecha por Graham Phillips, quien sostiene que la pieza fue llevada a Inglaterra tras ser saqueada Roma por los visigodos.
Otros significados del Grial
El grial es parte de la mitología cristiana medieval, es decir, que carece de referencias específicas en los textos bíblicos. Diversos elementos han entrado en la formación del mito, entre ellos las leyendas monacales con su contenido alegórico y las referencias precristianas, a recipientes mágicos, como el cuerno de la abundancia o los calderos de la tradición céltica.
Autores posteriores identifican al Grial con la piedra filosofal de los alquimistas, las supuestas reliquias halladas por los Templarios o una alusión velada a la descendencia de Jesús. En su mayor parte, estos investigadores se vinculan a teorías conspirativas elaboradas con escasa rigurosidad histórica.
Peter Redgrove y Penélope Shuttle ven en la imaginería del Grial un símbolo de la matriz femenina y del ciclo menstrual.
La leyenda del Grial ha fascinado a numerosos personajes históricos. El medievalista alemán Otto Rahn fue el más conocido de ellos por su vinculación con el régimen nazi. En efecto, tras haber escrito un libro sobre el tema: Kreuzzug gegen den Gral (Cruzada contra el Grial. Tragedia del catarismo) donde vinculaba al Grial con el movimiento cátaro, Rahn llamó la atención de Heinrich Himmler, jefe de la Sociedad Ahnenerbe, quien lo hizo ingresar a las SS. Disgustado con esta organización, Rahn renunció y posteriormente fue encontrado muerto (muerte oficialmente calificada de suicidio). Este episodio ha dado pie a la creencia en una búsqueda secreta del Grial por la jerarquía nazi, siempre vinculada a temas ocultos.
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