En febrero de 1909, Gerónimo, el último jefe indio en
resistir a las fuerzas norteamericanas, cayó de su caballo completamente
borracho, a orillas del río Lawton, en Oklahoma. Aquella helada noche la pasó
sumergido en el agua y el 17 de ese mismo mes fallecía a causa de una pulmonía.
Su propia hija Naiche dijo de él: "No era un buen hombre. Nunca oí nada
bueno de él. La gente nunca dice que hizo cosas buenas".
UN TEMIDO CHAMÁN
Gerónimo nació el 16 de junio de 1829 en un campamento
cercano al río Gila, que por aquel entonces formaba parte del territorio de
Sonora, en México. Bautizado en su lengua nativa como Goyaalé, "el que
bosteza", ha pasado a la historia como Gerónimo. Algunos sugieren que el
nombre surgió como una mala pronunciación por parte de los mexicanos de su
auténtico nombre indio. Los apaches bedonkohe, una de las cuatro tribus
principales de los chiricahuas –al igual que sus parientes chokonen, chihenne y
nedni,– eran ya en aquel entonces una población prácticamente sedentaria que se
dedicaba a cultivar judías, maíz y patatas. Esporádicamente realizaban algunos
robos –apachu significa enemigo en lengua zuñi, y de ahí deriva el nombre que
les pusieron los españoles–, pero generalmente sus relaciones con los mexicanos
eran pacíficas.
Quienes le odiaban y temían creían firmemente que Gerónimo
poseía atributos místicos, entre los que destacaban que era capaz de hacer
encasquillar los rifles de sus enemigos y que hacía inmunes a las balas a todos
aquellos que cabalgaban junto a él. Creían que era un hombre
"medicina" (medicin man), un adivino, un experto en hierbas y en
curación que no luchó contra los "pieles blancas" por apego a su
tierra, como los miembros de otras tribus indias, sino para vengar la muerte de
su madre, de su primera esposa y de sus hijos a manos de los mexicanos en Sonora
en 1858.
CAMPO DE ACTUACIÓN: MÉXICO
La principal diferencia entre Gerónimo y otros célebres
jefes indios como Toro Sentado o Caballo Loco fue su campo de actuación, que en
su caso fue México, en torno a la Sierra Madre, más que al territorio
estadounidense. De hecho, su enemigo por antonomasia fue el ejército mexicano,
del mismo modo que para los apaches del sur lo fueron los españoles. La
sociedad chiricahua estaba dividida entre los que colaboraban con el ejército
norteamericano (que eran la mayoría) y los que llevaban una vida depredadora:
saqueaban y robaban ganado para luego esconderse en las estribaciones de la
Sierra Madre. En este segundo grupo se encontraba Gerónimo, que era considerado
un paria por la mayoría de sus compatriotas, y en la reserva de San Carlos,
donde acabarían confinados, contaba con pocos partidarios.
En 1861, el ejército de Estados Unidos comenzó una guerra
contra Gerónimo con la intención de acabar con él y sus incursiones. Para
lograr su objetivo, durante diez años las tropas norteamericanas perpetraron
atrocidades de todo tipo contra las poblaciones apaches. En supuestas reuniones
de paz, el ejército de EE. UU. asesinó a sus caudillos y les impuso como
condición para poder salvar sus vidas la reclusión de su tribu en reservas.
CONFINADOS EN RESERVAS
En 1871, el jefe apache Cochise aceptó rendirse y su pueblo
fue confinado en cuatro reservas situadas en Nuevo México y Arizona. Aquella
"paz" duró poco ya que en 1877 las autoridades norteamericanas dieron
la orden de trasladar a los apaches a la reserva de San Carlos. Aquella
decisión también enviaba un mensaje a Gerónimo que acudió a parlamentar. Sin
embargo, no se respetó la tregua: los soldados estadounidenses lo atraparon,
cargaron de cadenas y encerraron en una prisión militar durante cuatro meses.
De allí salió sólo para ser trasladado a la reserva de San Carlos, junto con
sus compatriotas.
El 30 de septiembre de 1881 hubo una sublevación en la
reserva ante el miedo a una supuesta operación para arrestar a los elementos
más beligerantes. En aquella revuelta, 375 apaches, entre ellos 74 guerreros, escaparon
de San Carlos y sembraron, con Gerónimo a la cabeza, el terror allí por donde
pasaron. Instalado en la Sierra Madre, Gerónimo buscó la manera de liberar a
los que se habían quedado en San Carlos. Para ello propuso una expedición para
sacar de allí a los descontentos, que en realidad eran una minoría, y robar de
paso todo el ganado que pudieran. El 16 de abril, el líder apache atacó la
reserva al grito de: "¡Cogedlos a todos! ¡Disparad a todo aquel que se
niegue a venir con nosotros!". En realidad, muchos de los 179 apaches
chihenes "liberados" que se vieron obligados a partir con el grupo de
Gerónimo lo hicieron a punta de rifle. En aquella época, los apaches llevaron a
cabo la más violenta razia de su historia, robando, quemando a mujeres, arrojando
a niños blancos contra cactus y torturando a blancos e indios sin excepción.
UNA PERSECUCIÓN INTERMINABLE
Durante los años siguientes, el escurridizo Gerónimo esquivó
a mexicanos, estadounidenses y a cuantos cazarrecompensas se cruzaron en su
camino. En mayo de 1883, el Gobierno de EE. UU. ordenó realizar operaciones en
México, sin contar con la autorización del Gobierno de aquel país, para dar
caza a los saqueadores. Una interminable hilera de exploradores apaches se
ofreció a unirse a la captura de Gerónimo, que finalmente fue cercado por el general
Crook en la Sierra Madre.
Crook prometió tratar como amigo al líder apache si se
rendía y le acompañaba a Estados Unidos de forma pacífica, a lo que Gerónimo,
temeroso de que llegaran los mexicanos, accedió. Con las raciones de comida
bajo mínimos y sin la capacidad de hacer tantos prisioneros, a Crook no le
quedó más remedio que confiar en la palabra dada por el caudillo apache.
Pero en una cosa sí tenía razón Gerónimo. Los mexicanos
estaban muy cerca. En enero de 1883, éstos sorprendieron a uno de los
lugartenientes de Gerónimo. En la escaramuza murieron 14 hombres y numerosas
mujeres fueron capturadas, entre ellas una esposa del líder indio. Como
consecuencia, el general Crook esperó a Gerónimo durante meses, e incluso en el
Congreso estadounidense se llegó a debatir con sorna si no sería Crook el que
había sido capturado y no al revés. No fue hasta finales de 1883 cuando
Gerónimo, sin escapatoria en México, apareció por sorpresa en la reserva de San
Carlos.
NUEVA REBELIÓN Y DECADENCIA FINAL
Durante algún tiempo, Gerónimo dio algún que otro problema
en la reserva debido a su adicción al alcohol. Cansado de aquella vida y de las
prohibiciones del "Gran Padre Blanco" (como los indígenas llamaban al
Gobierno estadounidense), el líder organizó una nueva revuelta y huyó con un
pequeño grupo de partidarios. Sorprendido en la Sierra Madre occidental, por un
grupo de soldados estadounidenses que habían realizado otra incursión ilegal en
terriotorio mexicano, Gerónimo y sus lugartenientes prometieron verse con Crook
en la frontera. El 25 de marzo de 1886 fueron fieles a su cita, aunque lo
hicieron completamente borrachos. El general permaneció con gesto pétreo y se
limitó a lanzarles un ultimátum: "O se rinden o les mataré aunque me lleve
50 años". A lo que Gerónimo respondió: "Me entrego. Una vez fui como
el viento. Ahora me entrego ante ti, y eso es todo".
Al final, como apuntó Crook, "la rendición final de Gerónimo y su reducido grupo se consiguió sólo gracias a los chiricahuas que permanecieron fieles al Gobierno". Gerónimo todavía viviría 23 años más, reasentado como un pacífico granjero en Fort Sill, Oklahoma. El mito del gran jefe Gerónimo proviene de esa época, cuando el antiguo caudillo empezó a ser invitado como si de una gran celebridad se tratase a ferias y festivales dedicados al Viejo Oeste. En 1905, incluso participó en el desfile inaugural del presidente Theodore Roosevelt y dictó su autobiografía en términos exagerados y casi legendarios. Gerónimo también se convirtió al cristianismo, pero nunca renunció a sus creencias apaches ancestrales.
Fuente: Leyendas, Mitos, Misterios y Enigmas del Mundo
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