Siempre se ha dicho que detrás de todo gran hombre hay una
gran mujer. Pero ¿a que mujer podemos encontrar detrás del hombre que
personifica al mismísimo diablo, como es el caso de Adolf Hitler? Una mujer
cuyo nombre es Eva Braun. Nacida el 6 de febrero de 1912, Eva tuvo una infancia
idílica. Fue una niña amante de los deportes y de las novelas del Oeste.
Pero todo cambió para Eva en octubre de 1929, cuando
trabajaba en el taller del fotógrafo personal de Adolf Hitler, Heinrich
Hoffmann. Era costumbre que Hitler se pasara por el local para visitar a su
amigo de partido. Una tarde, cuando llevaba un par de semanas trabajando allí,
la joven atrajo la atención del futuro Führer de inmediato. En una carta
enviada a un familiar suyo, Eva Braun explicaba que veía a Hitler como a un
señor de cierta edad (en esa época rondaba los 40 años) y con un bigotillo
gracioso. Hitler empleaba su tono más amable para dirigirse a las mujeres y con
la frase "¿me permite invitarla a la ópera, señorita Eva?" empezó su relación.
Eso sí, antes de comenzar su idilio, el futuro genocida investigó el árbol
genealógico de Eva para saber si tenía algún antepasado judío.
INTENTOS DESESPERADOS DE LLAMAR LA ATENCIÓN
La relación entre los dos amantes no fue nada fácil. Prueba
de ello son los dos intentos de suicidio de Eva. El primero fue en 1932,
durante la extenuante gira electoral de Hitler para alcanzar el poder que lo
llevó a pronunciar hasta cuatro discursos diarios. Eva se sentía sola, y con la
intención de llamar la atención de Hitler se pegó un tiro en el pecho con la
pistola de su padre. El segundo intento tuvo lugar en 1935, cuando Hitler ya se
había hecho con el poder absoluto en Alemania (esta vez con somníferos). Los
motivos fueron los mismos: Eva Braun se sentía sola y abandonada. Los viajes de
Hitler eran constantes, pasaban pocos días juntos y él no prestaba atención a
sus quejas: "Si no tengo respuesta antes de las diez de la noche, me
tomaré mis 25 pastillas", le amenazó una vez.
A pesar de que Hitler empezó a prestar más atención a Eva,
el papel de esta seguía siendo discreto. Solo un círculo de confianza muy
reducido sabía de su relación con Hitler. Se podría decir que Eva Braun vivía a
la sombra del Führer. A pesar de que las mujeres jugaron un papel secundario en
la vida de Hitler –y en el régimen nazi en general– y que la cúpula de mando
eran todo hombres, las mujeres eran esenciales en la política del Führer.
Algunas nazis fanáticas como la esposa del ministro de propaganda, Magda
Goebbels; Hanna Reitsch, famosa aviadora que le pidió a Hitler permiso para
lanzar una flota de kamikazes contra los rusos que llegaban al Oder, o Gertrud
Scholtz-Klink, líder de la rama femenina del Partido Nazi, dispuesta a
organizar a sus afiliadas en batallones de choque fueron decisivas para el
régimen. Pero ¿qué papel jugó Eva Braun? Según la escritora e historiadora
Heike Görtemaker, la amante de Hitler fue mucho más que "el descanso del
guerrero", ya que "compartía sin ambages la visión del mundo y las
ideas políticas de Hitler".
UNA TRISTE ESPERA
El estallido de la guerra alteró de manera considerable la
vida de Eva Braun en la residencia de Berghof, un lugar más conocido como
"La guarida del lobo", en las montañas de Obersalzberg. Ésta se
convirtió en 1941 en el "Cuartel General", donde se discutían todas
las operaciones en el frente. Así, las constantes visitas de militares a la
mansión aumentaron y el tiempo para la vida privada desapareció casi por
completo. Hitler pasó meses enteros visitando los frentes de batalla y
dirigiendo la lucha. Eva creía que una vez derrotado el comunismo y firmado un
tratado con Inglaterra llegase la paz, algo que apuntó en varias de sus cartas:
ver el fin de la guerra y poder volver a esa paz que había llevado a Alemania a
una situación extraordinaria de desarrollo cultural.
En 1942, Hitler pasaba poco tiempo en Obersalzberg, pero
cuando estaba allí Eva Braun le fotografiaba y preparaba un ambiente familiar.
No soportaba la separación que provocaba la guerra, como así reflejó en su
diario personal: "El tiempo es delicioso y yo, la amante del hombre más
grande de Alemania y del mundo, pero tengo que quedarme sentada en casa,
mirando por la ventana". Las páginas de ese día concluyen diciendo:
"¡Dios mío, si al menos él me respondiera! ¡Una sola palabra, en tres
meses de ausencia!". En los Diarios de Goebbels, una anotación del 25 de
junio de 1943 dice de Eva: "Está muy cultivada, su juicio sobre cuestiones
artísticas es de gran inteligencia y de gran madurez. Es un gran sostén para el
Fürher".
La guerra iba de mal en peor para Alemania. La salud del
Führer también empeoraba y Eva Braun redactó un testamento comprendiendo que el
fin podía estar cerca. El 16 de enero de 1945, Hitler se trasladó a su búnker
de Berlín y Eva Braun lo siguió. Con el ejército ruso a las puertas de la
capital, Eva ensayaba con su pistola por si tuviera que pegarse un tiro en el
momento en que los rusos entraran por sorpresa en el búnker, tal como expresaba
en una de sus cartas: "Las secretarias y yo disparamos todos los días con
pistola y hemos alcanzado tal maestría que ningún hombre se atreve a competir
con nosotros".
MUERTE EN EL BÚNKER
Tras dar la guerra por perdida, Hitler ordenó a todos,
incluidos Goebbels y Eva Braun, que abandonasen el búnker y se marchasen a un
lugar seguro. Pero ninguno de los dos quiso dejar al Führer. Hitler dio la
orden de destruir toda la documentación guardada en el búnker, pero parte del
diario de Eva Braun sobrevivió a la quema y acabó cayendo en manos del ejército
norteamericano.
Adolf Hitler redactó su testamento privado tras repartir
botellitas de ácido cianhídrico a los que quedaban en el búnker. Pero antes de
ingerir el contenido de las botellitas, decidió casarse con Eva el 29 de abril
de 1945. En presencia de los mandos y dirigentes que quedaban allí, se ofició
una sencilla ceremonia donde Hitler entregó a su prometida un anillo forjado a
toda prisa para la ocasión. Pero la sortija resultó ser demasiado grande para
la destinataria.
El 30 de abril de 1945, Hitler y Eva Braun entraron en el despacho del Führer. Allí Eva recibió una dosis de cianuro y una pistola. Por su parte, Hitler masticó una ampolla de cianuro y se pegó un tiro en la cabeza. Eva no logró disparar el arma y finalmente murió envenenada a los 33 años de edad. El personal del búnker sacó los cadáveres al jardín de la Cancillería, donde fueron quemados. Cuando el ejército soviético entró en Berlín y asaltó en búnker, encontró los restos medio calcinados de sus cuerpos y los enterraron secretamente en el complejo del SMERSH, el departamento de contrainteligencia de la Unión Soviética, en Magdeburgo, Alemania Oriental, junto con los cuerpos de Joseph y Magda Goebbels y sus seis hijos. El 4 de abril de 1970, un equipo del KGB soviético, con planos detallados de la ubicación de las tumbas, exhumó en secreto cinco cajas de madera con lo que quedaba de los cuerpos; los incineraron, machacaron los restos y arrojaron las cenizas al río Biederitz, afluente del cercano río Elba.
Fuente: Leyendas, Mitos, Misterios y Enigmas del Mundo
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