Tomiris, que en la lengua irania oriental significa
"Valiente", fue una reina de la antigüedad que gobernó una
confederación tribal de nómadas conocida como los masagetas, los “grandes
Escitas“,que dominaban grandes extensiones de terreno al este del mar Caspio,
en partes de los actuales estados de Turkmenistán, Afganistán, oeste de
Uzbekistán y sur de Kazajstán.
Durante el reinado de Tomiris, Ciro el Grande (siglo VI
a.C.), quien había fundado la dinastía persa de los Aqueménidas y el propio
Imperio Persa, estaba ocupando las tierras fértiles al sur de la estepa
habitada por los masagetas. Todos los pueblos del mundo conocido sucumbían al
poder de Ciro; lidios, medos, babilonios… Todos menos uno, los nómadas al norte
de sus dominios. El persa estaba creando el mayor imperio conocido hasta
entonces y no podía permitirse tener cerca de sus tierras un pueblo
independiente y ajeno a su autoridad. Según Heródoto, Ciro intentó contraer
matrimonio con Tomiris, pero esta lo rechazó. Una vez rechazada la vía
diplomática, el persa pasó a la vía militar. Pero no pudo derrotar a los
ejércitos de Tomiris, mandados por su hijo Espargapises,que consiguieron una
gran victoria frente a los persas.
Sin embargo, durante la celebración de la victoria, los
soldados masagetas se embriagaron y espías persas aprovecharon para secuestrar
al hijo de la reina, al que luego forzaron a que se suicidara. La venganza de
la reina por la muerte de su hijo no se hizo esperar. El historiador griego
Heródoto recogió está historia, relatando minuciosamente este acontecimiento
que había sucedido cien años antes de ser escritos por el autor griego. Fue
entonces cuando los masagetas, esta vez acaudillados por la mismísima reina
Tomiris, entablaron una última batalla contra los ejércitos de Ciro. El
resultado fue una gran victoria de la reina guerrera que además de derrotar a
los poderosos persas, había conseguido acabar con la vida del gran Ciro. Según
el relato, a la reina le fue entregada la cabeza de Ciro. Y
diciendo…"¡Ahora, según te amenacé, te hartaré de sangre!", arrojó la
cabeza a un odre lleno de sangre. Esta escena será posteriormente representada
ampliamente en el arte europeo, dando cuenta de la elevación de la reina
Tomiris a la categoría de mito en Europa durante el período medieval y más
tarde en el Renacimiento.
Tras este combate, los pueblos de la estepa, al norte de Persia, permanecieron independiente durante siglos, no siendo capaces los persas de someterlos a su autoridad. Tomiris consiguió vivir en el eco de la historia e incluso hoy su nombre es sinónimo de mujer guerrera.
Fuente: Leyendas, Mitos, Misterios y Enigmas del Mundo
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