Según los escritos bíblicos, el pequeño David venció con una
honda al coloso Goliat y se convirtió así en el segundo monarca hebreo. La
veracidad de este mito (difícil de asimilar para muchas personas) se vio
reforzada con el hallazgo de una vasija de arcilla que contiene las
inscripciones filisteas más antiguas encontradas hasta el momento. El objeto,
que fue hallado en Israel a principios de noviembre del 2005 por arqueólogos de
la Universidad de Tell es-Safi, contiene inscripciones protocananeas con los
nombres no semíticos de «Alwt y Wlt» que, según el profesor Aaron Demsky, son
similares a las letras arcaicas de Goliat. Según los estudios realizados, este
objeto es auténtico, ya que fue fabricado sólo cien años después de David.
Este hallazgo parece ser una pieza más del rompecabezas de
una teoría mantenida en el letargo por la comunidad antropológica y
arqueológica, que postula la coexistencia de tres razas humanas de distintos
tamaños en la antigüedad: los gigantes, los humanos actuales y los enanos. Se
han sumado tantas evidencias acerca de la existencia de estas tres especies
humanas, que los científicos han tenido que esforzarse mucho en «hacer la vista
gorda» y mantener el esquema de evolución lineal aceptado mayoritariamente.
LOS ‘HOBBIT’ DE INDONESIA
Para empezar, la existencia de una raza de hombres “hobbit”
con un promedio de altura de un metro, pasó de las leyendas a la realidad en
otoño del 2004, cuando un grupo de investigadores descubrió en Indonesia,
huesos de pequeños humanos que habrían convivido con el hombre actual hasta
hace sólo 12.000 años.
Aunque la fecha de extinción de dicha especie fue calculada
en base a los restos encontrados, se tejieron hipótesis que postulaban la
supervivencia de descendientes de los ‘hobbit’ en el interior de las remotas
selvas indonesias. Pero lo que realmente ignora mucha gente, es que desde el
siglo pasado no han sido escasos los hallazgos de fósiles de hombres de tamaños
que triplican la altura de un humano corriente. De hecho, son tantos que sólo
podremos tratar algunos superficialmente. Prácticamente se han hallado restos
de gigantes en todos los puntos del globo.
NUMEROSOS RESTOS DE GIGANTES POR TODO EL PLANETA
Tal vez, el caso más popular sea el del Gigante de Java,
cuya antigüedad rondaría los 300.000 años. Asimismo, en la mitad meridional
china se encontraron restos de un individuo semejante, poseedor de seis dedos
en cada extremidad. Esta característica de la polidactilia (número anormal de
dedos en las extremidades) parece haber sido un patrón habitual en esta especie.
Un pasaje bíblico cuenta:
Hubo guerra de nuevo en Gat, y había un hombre de gran
estatura que tenía veinticuatro dedos, seis en cada extremidad. También éste
descendía de Rafá. (I Crónicas 20, 6)
Un caso similar al anterior se dio en una gruta de Atyueca
(ex Unión Soviética), donde se encontraron esqueletos de individuos que medían
entre 2,80 y 3 metros y también presentaban seis dedos en manos y pies.
Otros casos que podemos nombrar repasando rápidamente los
anales arqueológicos son las tumbas de Chenini, en Túnez, donde descansaban los
restos de seres de 3 metros de alto; el sepulcro de Bradford, en Estados
Unidos, hallado en 1880, que almacenaba esqueletos de más de 2 metros de altura
con extrañas prominencias en forma de cuernos que sobresalían por encima de los
arcos ciliares; las huellas del cretácico en Glen Rose, Texas, que medían 54,61
por 13,97 centímetros y que llamativamente se hallaban junto a las huellas de
un brontosaurio; los jóvenes gigantes de Lixus, cuya altura a los 11 años
rondaba los 2,20 metros y, por último, los restos óseos hallados en Garós, en
el sistema montañoso de Urbasa, en Castilla, Medinaceli, León, Cantabria y
otros lugares, todos pertenecientes a España.
Según distintos documentos, el mayor gigante hallado hasta
el momento tenía un esqueleto de 5,18 metros de alto y fue desenterrado en 1956
en Gargayán, Filipinas. Cada uno de sus dientes incisivos medía cinco
centímetros de ancho por quince de largo. Se estima que en vida, este hombre
pudo haber alcanzado los 5,40 metros. Pero no todo son restos biológicos.
Algunos exploradores se han topado con herramientas con un tamaño nada
discreto. A 6 km. de Safita (Siria), arqueólogos hallaron unas hachas de mano
de 3,8 kg. de peso. En Marruecos se descubrieron picos de 32 x 22 cm. y 4,2 kg.
de peso y hachas de dos filos de 8 kg. Dadas las dimensiones de estas
herramientas, sólo podrían haber sido manipuladas por seres de un porte
extraordinario.
Aparte de leyendas (que por cierto abundan), herramientas y
huesos de gigantes, hay otro factor que los partidarios de la teoría de las
tres razas proponen como argumento válido de la existencia de gigantes: los
monumentos megalíticos de tamaño descomunal que pueden encontrarse erigidos en
casi todos los continentes de la Tierra.
Si tenemos en cuenta que en la actualidad no existen medios
para mover rocas de magnitudes como las que conforman las pirámides de Egipto,
Stonehenge o los moái de la Isla de Pascua, en Chile, podemos empezar a caer en
una escalofriante incertidumbre.
Es verdad que algunas de estas enormes rocas podrían moverse
mediante la maquinaria que hemos logrado desarrollar en estos tiempos, pero
¿cómo lo lograron los antiguos humanos? Tal vez en la existencia de esta raza
de Goliats pueda encontrarse la respuesta. Pero aceptar el hecho de que los
humanos modernos hayan coexistido, hasta hace muy poco tiempo, con enanos y
gigantes significaría derrumbar una cantidad de teorías arraigadas y comenzar
de cero.
De hecho, las pruebas existen, pero al parecer aún no hay un
gran número de científicos dedicado a estudiarlas. La historia parece haber
demostrado una y otra vez que los mitos populares encierran una gran realidad,
pero la pseudociencia de la parcialidad aún persiste. Por ejemplo, un mito
procedente de China proclama desde hace tiempo lo que la mayoría de los
científicos tacharon como irrisorio: la existencia de los ‘hobbit’.
Esta teoría propone que hace 100.000 años los dioses crearon
las tres especies humanas en cuestión para probar cuál era la que mejor se
adaptaba al entorno terrestre. Se dice que para los enanos las distancias eran
muy grandes y para los gigantes los recursos y las distancias demasiado cortos.
Por eso, en el lapso de 50.000 años ambas especies comenzaron a extinguirse.
Según el mito citado, los humanos medianos, quienes se
habrían adaptado mejor a este mundo, seríamos los actuales pobladores de la
Tierra. En él también se afirma que unos pocos gigantes sobrevivieron en el
anonimato, y que el último de ellos se extinguió hace aproximadamente un siglo.
Lo mismo se dice de los enanos, quienes se ocultaron por temor a ser
eliminados, pudiendo sobrevivir algunos hasta el día de hoy. Sorprendentemente,
este mito, que ha comenzado a difundirse también en Occidente, revela datos muy
similares a los obtenidos por medio de estudios científicos.
En conclusión, las leyendas de enanos y gigantes que se
narran en el folclore de prácticamente todas las etnias del mundo habrían
trascendido a pruebas veraces de su existencia.
Si estuviéramos dispuestos a afrontar una realidad como
ésta, a tener coraje y a derribar el seguro refugio de lo aprendido,
seguramente varias preguntas saltarían bullendo en nuestras cabezas:
¿Cómo pudieron haber coexistido tres especies humanas tan
dispares en tiempos antiguos? ¿Tenían relaciones sociales amistosas u hostiles?
¿Se ayudaban? ¿Se ignoraban? ¿Qué estructuras sociales tenían? ¿Podría haber
sido hoy la raza mejor adaptada (y por tanto la superviviente) la de los
‘hobbit’? ¿Podría haberlo sido la de los gigantes? ¿Cuántos mitos más
existentes en la historia esperan para revelarse con pruebas concretas en este
mundo humano?
La verdad es que esto parece imposible de saber. Mientras tanto, solo podemos seguir caminando muy despacito por el angosto camino de la ciencia. Eso sí, cuidándonos de no caer de bruces al tropezar con algún otro «mito» que pudiera ser real.
Fuente: Leyendas, Mitos, Misterios y Enigmas del Mundo
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