domingo, 11 de agosto de 2019
La Niña de las Iglesias
Era una noche como
todas, pero en especial, ésta era una noche un poco más fría, más
oscura, cerca de las 2 de la madrugada, un taxista llamado Ramon
regresaba a su casa después de todo un día de duro trabajo, en la
calle ya no había ni un alma , pero al pasar frente al cementerio
general de la ciudad se percató que una chica le hacía la parada,
éste se siguió pensando que ya estabá muy cansado y que era muy
tarde para hacer otra dejada. Sin embargo reflexionó y pensando el
peligro que podia correr alli sola penso que no podia ser tan
miserable de no llevarla.
Retrocedió su taxi
y llegó hasta ella, tenía aproximadamente entre 18 - 19 años. Al
contemplar su rostro, el taxista sintió un frío intenso y cierto
sobresalto, al que no le dió importancia, pues la niña era dueña
de un rostro angelical, inspiraba pureza, de piel blanca, muy blanca,
cabello sumamente largo, era delgada, facciones finas, con unos ojos
grandes, azules, pero infinitamente tristes, tenía un vestido
blanco, de encaje, y en su cuello colgaba un relicario bellísimo de
oro, que se veía de época.
El taxista
acongojado le preguntó a dónde la dejaba, y le dijo que quería que
la llevara a visitar 7 iglesias de la ciudad, las que él quisiera,
su voz era suave, muy triste, pero dejaba notar un timbre muy
extraño, que le dejó una sensación de miedo y misterio.
Para no hacerla
larga, el taxista la llevó a cada una de las siete iglesias sin
replicar, en cada una pasaba cerca de 3 minutos y salía con una
expresión de serenidad, de tranquilidad, pero sin abandonar de sus
ojos esa mirada de infinita tristeza.
Al final del paseo,
ella le pidió un favor. "Discúlpeme si he abusado mucho de su
bondad, mi nombre es Alicia, no tengo dinero para pagarle ahora, sin
embargo le dejaré este relicario, y ¿podría hacerme un último
favor? Vaya a la colonia Jazmines # 245, ahí vive mi padre,
entréguele mi relicario y pídale que le pague su servicio, ah, y
dígale que lo quiero y que no se olvide de mí. Déjeme donde me
recogió por favor.
El taxista se sintió
como en un trance, en donde actuaba automáticamente a la petición
de la chica, y la dejó ahí, frente al cementerio. El hombre se fué
a su casa, se sentía mareado, le dolía intensamente la cabeza, y su
cuerpo le ardía por la fiebre que empezaba a tener, su esposa lo
atendió de ese repentino mal, duró así casi 3 días.
Cuando al fín pudo
reacciónar y se sintió mejor, recordó su última noche en el taxi,
recordó a la niña angelical de las iglesias, y recordó su última
petición, que le hizo sentir un escalofrío intenso que hizo que se
simbrara de pies a cabeza, aunque él no comprendía nada, pensó
"qué raro fue todo, seguro se fue de su casa, o tiene
problemas, pero, ¿por qué en el cementerio? ¿quien era?, ¡¡ El
relicario!! ", sí ahí estaba, sobre su mesita de cama, el
relicario de Alicia, que ahora tenía restos de tierra.
Se paró como
un resorte, tomó su taxi y fue a la dirección que le diera la
chica, pero no con la intención de cobrar, sino de descubrír,
conocer, aclarar la verdad detrás de ese misterio que le inquietaba,
que le estremecía, que no quería ni pensar. Tocó, era una casa
grande, estilo colonial, vieja, entonces abrió un hombre, de edad
avanzada, alto, de aspecto extranjero, con unos ojos... sí los ojos
de Alicia, así de tristes. El taxista le dijo "Disculpe señor,
vengo de parte!de su hija Alicia, ella solicitó mis servicios, me
pidió que la llevara a visitar siete iglesias, así lo hice y me
dejó su relicario como prenda para que usted me pagara".
El hombre al ver la
joya rompió en llanto incontrolable, hizo pasar al taxista y le
mostró un retrato, el de Alicia, idéntica a la de hace 3 noches.
¿Es ella mi Alicia?, le dijo el hombre, "Sí, ella, con ese
mismo vestido"."No puede ser, hace tres noches cumplió 7
años de muerta, murió en un accidente automovilístico, y este
relicario que le dió fue enterrado con ella, y ese mismo vestido, su
favorito... hija, perdón, debí hacerte una misa, debí haberme
acordado de tí", debí..."
El hombre lloró
como un niño, lloró y lloró, el taxista estaba pálido, pasmado de
la impresión, "había convivido con una muerta" eso lo
explicaba todo. Volviendo de su estupor, le dijo al padre de Alicia,
"señor, yo la ví, yo hablé y conviví con ella, me dijo que
lo amaba, que lo amaba mcho, y que no se volviera a olvidar de ella,
creo que eso le dolió mucho".
Se dice que el padre
de Alicia recompensó al taxista, le regaló toda una flotilla de
taxis para que iniciara un negocio, todo en agradecimiento por haber
ayudado a su niña adorada a visitar las iglesias en su aniversario
fúnebre.
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