Fue a la biblioteca de su abuelo, recordando que una vez lo encontró viendo un libro con imágenes muy descriptivas de demonios, él le dijo que jamás lo tocara, lo cual ahora lo motivó a pensar que era justo lo que necesitaba. Del libro no pudo comprender ni una palabra eran solo símbolos, pero tomó una muy buena fotografía de la imagen que le pareció más aterradora.
Con toda seguridad se la mostró a la joven de la sala de tatuajes, cuando ella le preguntó sobre su significado y si estaba seguro, el solo dijo que le pagaba para que lo tatuara, no que lo interrogara. Ella no hizo más que acceder entonces, a petición del cliente, solo tinta negra. Después de unas horas salió muy contento con su demonio en el brazo.
La imagen era aterradora ante sus ojos, viéndolo en el espejo se sentía orgulloso de aquel cuerpo fornido y peludo, con cuernos largos y ondulados, de rostro hinchado, coronado con una cinta de fuego, negro y amenazante, con alas de murciélago, descansando sus garras sobre una montana de cráneos humanos, mientras balanceaba su larga cola alrededor de su cuerpo…
No pudo esperar y cuanto antes salió a presumir su tatuaje, usando solo una camiseta de tirantes. A los demás jóvenes no les pareció tan impresionante, era para ellos “Solo el diablo de las películas”, tras las burlas de ellos, el sesos regresó a casa molesto, peleando con su tatuaje, diciéndole que era una porquería… en un par de segundos la carne del brazo empezó a quemarse, podía ver el fuego de la corona arder e irse extendiendo, intercambiando la tinta por líneas de fuego de color rojo intenso que lo quemaba hasta hacerlo gritar, el fuego se extendió entonces por todo el cuerpo, dibujándolo como si el mismo fuese el demonio entero, en su espalda marcó las alas, en los pies sus garras, la cola la intercaló por las piernas…
Al día siguiente el sesos se veía diferente, en su cara había una sonrisa que nadie le conocía, fue donde los muchachos de nuevo y dijo –Vengo a hacerles pagar sus ofensas- cuando todos ellos echaron a reír, un fuego intenso salió debajo de la ropa del tatuado, marcando su cara con el rostro del demonio, mientras una cola comenzaba a ondearse por detrás de su cabeza, unas alas huesudas y maltratadas se entendían a lo ancho de la calle, en una llamarada intensa, el sesos desapareció, y quedaba frente a ellos solo aquella figura del tatuaje vuelta a la vida.
Con su cola aun ondeante atravesó a dos de ellos, clavándolos en la pared a 3 metros de altura, cuando los demás intentaron correr, cerró sus alas, atrapándolos dentro, resoplando fuego, convirtió aquello en un horno y sus cuerpos en cenizas, dejó caer entonces los que sujetaba con la cola, para estrellarse contra el piso rompiéndose como una sandia, desparramando todo lo que tenían dentro. Con sus propias entrañas hizo un lazo, con el que atrapó a un par que había escapado, para luego terminar con el resto partiéndolos en dos con sus cuernos.
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