domingo, 9 de octubre de 2016
La Sangre Es Vida
Los cultos religiosos, muy especialmente el cristianismo,
han considerado a la sangre y algunas veces a sus enfermedades como un elemento
importante en su marco teogónico. La estigmatización -o como le llamamos los
hematólogos, la Púrpura Psicógena- ha existido a partir de la crucifixión de
Cristo.
Si la sangre es la vida, si contiene facultades
espirituales, no resultaba insensato pensar que por medio de ella las
cualidades de una persona podrían transmitirse a otra.
En algún tiempo se llegó a pensar que el esperma, tanto el
masculino como el "femenino", procedían directamente de la sangre y
por lo tanto la herencia estaba ligada íntimamente a ella. Esta idea no
progresó más allá de Aristóteles y en nuestros días nadie cree eso. Cuando un
padre
asegura con orgullo que su hijo es de su propia sangre o
cuando se afirma que la realeza adquiere
genéticamente su sangre azul, la implicación es meramente
simbólica. Pero la transmisión de facultades psíquicas deseables o indeseables
por el contacto directo con la sangre es un concepto que todavía esta vigente
para muchas personas.
Entre grupos étnicos de Asia y Meseoamérica de hace 2,000
años, es frecuente encontrar la descripción de la ingesta de sangre humana de
los enemigos y también de algunos animales para adquirir fortaleza y, en su
caso, las buenas cualidades de los animales. Esta costumbre de ingerir sangre
de animales, hasta hace unos pocos años -y quizá hasta estas fechas del año 2005-
era practicada en el rastro de la ciudad de Mérida, Yucatán y en las corridas
de toros de las poblaciones del interior de este estado mexicano. Por supuesto
una manera más sutil de ingerir sangre es a través de un buen taco de
“morcilla” (sangre cocida y condimentada, alimento popular en México y algunos
países latinoamericanos).
La historia de la medicina registra a este respecto algunos
incidentes curiosos. Plinio el viejo relata que el circo romano, alrededor del
año 100 de nuestra era, la gente se lanzaba a la arena a beber la sangre de los
gladiadores moribundos y adquirir así su fuerza y su valor.
Un investigador del siglo XVII, Bartholinius, seguramente
poco serio, informó el caso de una señorita epiléptica que recibió una
transfusión de sangre de gato y luego, en las noches subía al
tejado a maullar. En los estados de Louisiana y Arkansas de
la Unión Americana existían leyes,que no sé si han sido derogadas, que prohibían la
transfusión de sangre de negros a blancos. Se dice que un general del ejército
británico, después de que sus tropas capturaron un campamento alemán en el
Africa del Norte durante la Segunda Guerra Mundial, mando destruir 100 unidades
de sangre alemana que se encontraba en el refrigerador del hospital de campaña.
Arguía el que si era usada en sus tropas, podría desarrollarles ideas nazistas.
Afortunadamente los médicos no le obedecieron. Y cuando también un Lord inglés
recibió transfusiones de sangre escocesa con intervalos de una semana; las
transfusiones eran gratuitas, pero como el Lord era rico donó la hospital diez
libras por la primera, cinco libras por la segunda y por la tercera simplemente
dio las gracias.
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