miércoles, 1 de junio de 2016
¿Cuál Es El Origen Del Término Cementerio?
Como es habitual en aquellos lugares
con predominio del cristianismo, cada primero de noviembre infinidad
de personas acuden a los cementerios para visitar las tumbas de sus
difuntos, rezarles una oración o llevarles flores. Esta tradición
originalmente se realizaba el 2 de noviembre que es la fecha en la
que cae el Día de los Santos Difuntos y que la iglesia católica
dedicó a las almas de los fallecidos, pero al no caer en festivo se
comenzó a realizar el día 1.
Pero, tal y como indico en el título,
el post de hoy trata sobre el origen del término ‘cementerio’
que es el nombre con el que conocemos habitualmente al lugar
destinado para dar entierro a los fallecidos.
El término cementerio tiene mucho que
ver con el cristianismo y cuando éste comenzó su expansión, ya que
se impuso a la palabra que, hasta aquel momento, se usaba para
designar a los emplazamientos donde se realizaban los entierros:
necrópolis.
La palabra necrópolis (de origen
griego) significa literalmente ‘ciudad de los muertos’ (necro:
muerte, polis: ciudad).
Ante la creencia cristiana de que la
muerte solo es un tránsito y, por tanto, al fallecer lo que se hacía
era ‘dormir’ para posteriormente ‘resucitar’ se sustituyó el
termino necrópolis por el de cementerio, cuyo significado literal es
‘dormitorio’.
Cementerio proviene del latín vulgar
‘cemeteriu’, éste del latín culto ‘coemeterium’ que a la
vez venía del griego ‘koimeterion’ -κοιμητήριον-:
lugar donde dormir/dormitorio (koimo: dormir/estar echado/acostarse,
-terion: sufijo de lugar).
Al castellano nos llegó como
‘cemeterio’ (desde el latín vulgar cemeteriu), pero a través de
los siglos se le coló al término una ‘n’ intercalada, la cual
los expertos se dividen entre dos motivos las posibles causas de que
el término acabase siendo conocido por todos como ‘cementerio’ y
no ‘cemeterio’. Por un lado por la facilidad a la hora de ser
pronunciada, ya que es mucho menos complicada hacerlo con esa ene
extra. Por otro lado, muchos son los que defienden la hipótesis de
que hubo quien confundió el origen etimológico de la palabra y se
lo adjudicó al término latín ‘caementa’ (piedra quebrada) que
derivó en ‘cemento’, al utilizarse esta argamasa para construir
y cerrar las tumbas/nichos/mausoleos.
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