miércoles, 1 de junio de 2016
¿De Dónde Surge La Creencia y Superstición De Que Una Pata De Conejo Trae Buena Suerte?
Como es bien sabido, una superstición
es aquel acto o conducta que condiciona la vida de cualquier
individuo que hace o deja de hacer algo ante el convencimiento que,
de lo contrario, le podría ocurrir una desgracia. Por tal motivo
muchos son los elementos que a lo largo de la historia se han
convertido en un amuleto con el que atraer la buena suerte: una
herradura, un trozo de madera que tocar, una reliquia perteneciente a
una parte del cuerpo de una persona que había sido santificada o una
simple pata de conejo (entre otras muchísimas cosas).
La creencia de que una pata de conejo
trae buena suerte es una de las más antiguas que existen. Se calcula
que ya en el siglo VII a.C. los pueblos celtas ya tenían sus propias
supersticiones y creencias y entre ellas estaba la que le otorgaban a
los conejos, liebres y algunas especies de roedores. El hecho de que
habitasen en madrigueras en el subsuelo hacía pensar a los antiguos
celtas que éstos animales estaban en contacto con los Dioses y
espíritus del inframundo y, por tanto, esos animales les
protegerían. De ahí que mucha ropa de abrigo se realizase con sus
pieles, su carne fuese muy preciada en platos de la época y sus
huesos se convirtieran en amuletos que llevaban encima colgados en
collares, pendientes u otros abalorios.
Con el transcurrir del tiempo la liebre
y esos otros roedores fueron adquiriendo una connotación negativa en
el folklore popular y sin embargo el conejo siguió disfrutando de
ese estatus de animal que proporcionaba suerte o alejaba los malos
augurios.
En la época de la Antigua Roma y
Grecia el conejo adquirió la categoría de ‘curalotodo’ y muchos
eran los ungüentos que se realizaban en el que se utilizaba algunos
huesos machacados de este animal. También se frotaban partes
dolorida o fracturadas con alguna parte de su cuerpo y sobre todo se
convirtió en amuleto (como animal doméstico) para proporcionar
fertilidad y una gran prole de hijos, debido a su gran y rápida
reproducción.
Avanzando en el tiempo nos encontramos
que durante la Edad Media se reforzó la superstición alrededor de
los poderes curativos y de buena suerte que podían proporcionar los
conejos, pero éstos ya dejaron de ser un animal doméstico para ser
llevado uno de sus huesos encima (tal y como ya habían hecho los
celtas un milenio atrás).
En una época en la que los consejeros
místicos y espirituales de grandes reyes tenían una relevancia
importantísima en sus decisiones el portar el hueso del conejo se
puso más de moda que nunca entre todas las clases sociales.
El hecho que de la noche al día pasase
de servir cualquier hueso del conejo como amuleto a ser
específicamente una de sus patas no se sabe a ciencia cierta cuándo
ocurrió, pero uno de los escritos más antiguos que hay en relación
a ello data del siglo XVI y se trata de un pequeño texto que explica
cuál era el amuleto infalible y cómo se debe conseguir.
Dicho texto decía que éste debía ser
la pata trasera izquierda de un conejo que tendría que haber muerto
a medianoche en un cementerio en una noche sin luna de un viernes 13
y a manos de un jinete de piel negra y cabello pelirrojo, zurdo y
bizco que iría montado en un caballo blanco.
Evidentemente el texto y los elementos
mencionados no dejan de ser un batiburrillo de supersticiones
mezcladas y sin sentido alguna, pero que en su época tuvo gran
relevancia, por lo que a base de repetirla hizo que se creyera que la
parte del conejo que realmente daba buena suerte era su pata trasera
izquierda.
La creencia se extendió por
prácticamente todo el planeta y ha llegado hasta nuestros días, en
el que podemos encontrar que son innumerables las personas que creen
a pies juntillas que el portar consigo una pata de conejo la
protegerá de malos augurios y le proporcionará protección y buena
suerte.
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