Atención Por Favor.

Ante todo nos dirigimos y agradecemos a todos por la ayuda que nos dan con este blog ya sean seguidores, oyentes del programa de radio y por sobre todo a todos aquellos propietarios de webs, blogs, libros y todos los lugares donde han obtenidos la información y nos han acercado a nuestro mail para que podamos publicarlas en este humilde blog, para que todas las semanas desde hace ya 7 años podamos compartir en dos emisiones las tantas historias, enigmas y misterios del universo que se van pasando de generación en generación y así reflejar esas viejas leyendas, historias, enigmas y misterios que de niños oímos mas de una vez y que nos asustaban en algunos casos como también en otras nos enseñaban a valorar y respetar esas narraciones.

Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



lunes, 7 de febrero de 2022

El Baphomet: Símbolo del Bien o del Mal

 


¿Quién o qué es Baphomet? En uno de los símbolos más reconocidos y representativos tanto del ocultismo como del propio satanismo en todo el mundo.

Lo llaman de varias formas: Baphomet, Bafometo, Bafomet o Baphometo. Pero en cualquiera de estos nombres se concibe como una deidad. Una deidad personificada por una imagen de apariencia humana, que reúne en sí mismo elementos cismáticos del Cristianismo del Medioevo. No obstante hay que reconocer que la palabra «Baphomet» no es muy conocida, y lo poco que se ha extendido quizás se deba a una palabra similar (“Baphometo”), que se abrió paso desde las sombras en plena Edad Media.

Es entonces cuando el término se convierte en protagonista, en la causa que juzgó a la «Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomónmejor conocida como los «Caballeros Templarios». Se trataba de una muy poderosa agrupación clerical, que el Papa Clemente V suspende en el año 1314. Y en el proceso jugó papel preponderante el “Naphometo”, al extremo de motivar a los inquisidores del Rey de Francia Felipe, el Hermoso, para culpar de herejía, entre otros cargos injustificados, al Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay, y a sus compañeros Templarios.

Es de recordar que entre aquellos cargos inventados destacaban el blasfemar de Jesús, ofender el símbolo de la religión y, nada menos, que la práctica de relaciones carnales con criaturas de diferentes especies, entre otras del mismo orden sexual. La verdad fue que el Rey sólo buscaba apropiarse de las riquezas que acumulaba la poderosa Orden, ya que atravesaba serios problemas económicos.

El pecado de los Templarios

Pero continuemos tras la pista de Baphomet.

Y es que la historiografía ha personificado que esta supuesta deidad con una cabeza barbuda y cornamenta. Una figura claramente diabólica. Con lo que se justificaría la acusación de herejía a los templarios. Sobre los que pesaban ya las dudas, por haber estado en Tierra Santa cerca de los moros y sus ritos.

Quizás por ello se ha especulado que el nombre pudiera ser una deformación o adaptación local del nombre Muhammad. Sobre lo cual hay que recordar que los presuntos sacrílegos estaban basados en una zona del país galo con idioma propio para la época. De tal manera que en los idiomas vecinos se adoptó el término Mahomet, del francés más específicamente. La teoría estriba en que en el acta elaborada contra los acusados, no se ofrecen muchas explicaciones, dando por sentado que se trataba de un término de uso corriente.

No obstante, otras fuentes más osadas aseguran que el “criminalizado” o satanizado rostro barbado, correspondería nada menos que al propio Jesucristo. Tesis ésta reñida con el dogma de la Resurrección. Mientras que otras llegan al extremo de sostener que tal testa no era otra que la de Juan el Bautista. Pero claro que no como simbolismo, sino una testa real de persona, aunque disecada.

Fusión de términos y la contraposición al cristianismo

Pero también es usual relacionar a Baphomet con la conjunción de dos términos griegos, de donde deriva una expresión aproximada a “bautismo de sabiduría”. Por otro lado se conocía a Baphomet como el regente del purgatorio y de los siete infiernos, pero además de encargado de los diferentes demonios de los siete pecados capitales. Y por lo tanto el más poderoso de ellos. Es decir, el guardián de un mundo opuesto al mostrado por la fe Cristiana.

En el año 1589 el obispo y teólogo alemán Peter Binsfeld, relacionó cada uno de los pecados capitales con un demonio en particular. Su idea era que cada uno de estos seres del averno se encargaba de tentar a las personas empleando medios pecaminosos.

Esta era la su clasificación demoníaca:

*Lujuria: Asmodeo

*Gula: Belcebú

*Avaricia: Mammon

*Pereza: Belfegor

*Ira: Satán

*Envidia: Leviatán

*Orgullo: Lucifer

Antecedentes

Si ya se te ha despertado la duda sobre la extraña criatura Baphomet, entonces es preciso que indaguemos un poco sobre sus antecedentes. Y el punto de partida obligatorio es el ídolo conocido como “bafomet”, que aunque solo se le refiere como ‘un ídolo’, se incluye desde un principio en los folios de cargos que los abogados del Rey Felipe IV y de los inquisidores franceses esgrimieron para aprehender, atormentar y condenar a los Templarios.

De tal manera que la bibliografía relaciona a este “bafomet” (al que ahora se identifica como Baphomet), con la extinción de la poderosa Orden. Pero hay que saber que de los estudios sobre los trabajos de la Inquisición, se desprende la teoría de que se trató de una acusación que seguía un esquema determinado, una suerte de modelo de acusación empleado para atacar a quienes eran contrarios al soberano de Francia.

Según el historiador Peter Partner, por aquellos días va a presentarse una perspectiva muy gris para quienes están cercanos a la práctica religiosa, y que por sus deberes públicos son blancos de la mirada mira tanto de aristócratas como de la propia Casa Real, pasando por políticos y cortesanos. Si, realmente representaba un verdadero peligro.

Y es que el miedo no era infundado, pues derivaba de dos posibles imputaciones para las que había poca o ninguna salvación. Se trataba de las acusaciones sobre herejía y la de practicar de sodomía. Casi nadie se salvaba de ellas, o mejor dicho, de las condenas con las que casi invariablemente eran castigadas.

Un enemigo llamado herejía

Ahora sabremos por qué se relaciona a Baphomet con herejía.

Sucede que para la jerarquía católica ambas eran igual de peligrosas. No obstante perseguida la herejía con un rigor rayano en lo desalmado y la crueldad. Esto porque la Iglesia la creía un ataque contra todo el pueblo cristiano. En tanto que las prácticas satánicas las estimaban personales y de un alcance menor dentro de la logia.

Tales doctrinas o conceptos habían motivado con anterioridad al caso de los Templarios, que el Papa Gregorio IX instituyera la Santa Inquisición o el Santo Oficio, como se le conocía popularmente a su sección española, instituida a su vez por los Reyes Católicos. Esta instancia tendría las funciones de un tribunal, pero se dedicaría exclusivamente a “proteger” a la Iglesia y a sus fieles de cualquier ataque u organización herética.

Y como era de esperarse, se trataba de un tribunal dependiente de la Santa Sede, que mantenía informado al Papa de sus procedimientos. Así fue, con estas características, que comenzó su actividad en el año 1232, con el objetivo primordial castigar las herejías, poniendo especial atención en el nacimiento de cualquier modalidad de amenaza contra los dogmas de la Iglesia Católica.

En tal cuadro de peligro exaltado por el miedo, quienes eran amigos de los jefes religiosos que conforman la temible comisión, disponían de un importante aliado para desaparecer a sus rivales. Pero eran unas ayudas que estos sacerdotes no dejarían de cobrar. Así fue como los ‘piadosos’ que dirigían la inflexible comisión, es decir los dominicos, de inmediato se ubicaron en distinguidos puestos de la clase gala.

Entonces comenzaron a actuar de forma autónoma, al extremo de que el responsable del Santo Tribunal en Francia, ya en el tiempo en que fueron juzgados los Templarios, era el propio confesor personal de Felipe IV y actuó cumpliendo sus órdenes.

Un grueso expediente

También recoge la literatura un vasto archivo de información, donde destacan acusaciones de prácticas heréticas y satánicas. Las mismas se cebaban en mercaderes, la cual era una labor considerada por la clase católica como ruin. Y esto a pesar de los claros progresos observados a comienzos del siglo XIII.

Pero igualmente ponía bajo la lupa cargos políticos próximos a los poderosos, integrantes de la Iglesia y los cortesanos. En suma, nadie se escapaba de esta amenaza. Al extremo de que el mismísimo Papa Bonifacio VIII, fue involucrado en este entramado conspirativo por decisión del rey de francés y de su mano derecha, Guillermo de Nogaret.

De tal modo que el Santo Padre se vio enfrentado a la realeza por diferentes acusaciones. No obstante motivaba todas estas acusaciones, los conflictos de interés del poder religioso sobre el civil. Así que el propio representante de Dios en la Tierra, el sucesor de San Pedro, fue acusado por Felipe IV de  los siguientes cargos: hechicería, herejía, sodomía y deshonra.

El temible y temerario tribunal aseguró que al Papa se le había hallado en algunas oportunidades hablando con un fetiche en forma de pequeña estatua, que representaba nada menos que al mismísimo Diablo. El sustituto de San Pedro mantendría oculta dicha imagen en su alcoba personal, a la que acudía para pedir consejo siempre que requería tomar una decisión importante.

Por supuesto que la saña que manifestó Felipe IV hacia Bonifacio, causó mucho revuelo. Desde entonces se ha especulado si fue una decisión propia o inducida por su principal consejero Guillermo de Nogaret. Pero aun así no cesaron en su empeño, incluso desestimando los numerosos acuerdos que propuso Clemente V.

Juicios amañados

De tal modo que la causa continuó, siendo concluido el expediente en 1307. En el mismo se observa que las acusaciones contra el Papa y los Templarios son muy similares. Aunque tales acusaciones no tendrían mayor fundamento, considerando que las manos del Rey de Francia y su principal consejero estaban detrás de ambos juicios.

También se conoce la historia del obispo de Troyes, Guichard. La misma refiere este importante clérigo, además confesor personal y principal consejero de Blanca de Navarra, fue enjuiciado en 1308 (tan solo un años después del juicio al Papa), de practicar la hechicería. Pero se le agregó el cargo de instigación al asesinato (con veneno), de Juana I de Navarra, consorte de Felipe IV.

Alegaban como presunta prueba, que el cortesano caído en desgracia había encomendado la elaboración de una figura de la reina en cera. Figura que él bautizó, para luego clavar en ella afiladas agujas con el propósito de convocar sobre la esposa del monarca galo tanto problemas de salud como la ruina y la muerte.

El expediente fue instruido con el acusado en la cárcel, ¡quizás para evitar una fuga como por arte de magia! Y en el mismo Nogaret agrega las no menos infames acusaciones de sodomía y escupir la Santísima Cruz, entre muchas otras de la misma laya. Pero como era de esperarse concluye dicho expediente tan sombríamente como el del Papa. Sin embargo el caso se desintegró casi al inicio del Concilio de Vienne. Esto por la incomparecencia (habían desaparecido) de ciertos testigos de interés, lo que motivó el sobreseimiento de la causa.

Sin más remedio, el obispo e importante cortesano es dejado en libertad, aunque nunca más alcanzó a dirigir una diócesis más, para pocos meses después.

El rito del beso

Otro ejemplo que refleja la realidad del momento y que nos ayuda a ubicar el origen del mito o culto a Baphomet, se data en el año 1233. Para ese entonces el Papa Gregorio IX envió epístolas a los nobles de Renania para que reaccionaran contra una manifestación herética que a su juicio comenzaba a extenderse por la zona.

Se refería el Papa a una suerte de rito de recepción, donde se besaban en la boca y las ancas a batracios, entiéndase ranas y sapos. Pero una vez culminada la bienvenida eran besados los cuartos traseros de un negro y gran gato. Para lo cual el felino era puesto al revés, luego de lo cual se procedía a salmodiar extrañas oraciones, para finalmente aparecer un extraño ser de apariencia humana y resplandeciente. A esta aparición eran encomendados los novicios y sus bienes.

El experto en la historia de los Caballeros Templarios, Malcolm Barber, refiere otros ejemplos de presuntas sectas y herejías, donde se hacía igualmente la adoración de un fetiche, o incluso de un gato vivo. Hechos que conforman una cadena de antecedentes, que se inicia en el siglo XI extendiéndose al XIV.

Quedan plasmados para la posteridad estos hechos, en una obra de autor desconocido, titulada Les Grandes Chroniques de France, que guarda la abadía de Saint-Denis. Pero parecidas acusaciones refiere Peter Partner en sus obras. Se cree que incluso el propio Nogaret habría elaborado algunas de tales acusaciones.

Es de destacar que en todas las acusaciones mencionadas donde actúa Nogaret, catalogadas por Peter Partner como «ataques mágicos», coinciden como algo común el escupir a la Santísima Cruz, la sodomía y el hecho de haber apostatado de su fe.

Modificando a capricho la historia

A dichos antecedentes se puede agregar la condición de desidia o incluso connivencia, que supuestamente mostraba la Orden del Temple a sus encarnizados enemigos, los moros o musulmanes. Es importante recordar que los trovadores anteriores a los tiempos del proceso, es decir cerca del año 1265 o incluso algo después, narraban el desplome del dominio cristiano en Tierra Santa.

De tal manera que solían culpar de aquello a la pasividad o desidia ante la inminencia del inevitable desenlace. Aunque también condenaban la presunta “familiaridad”, sino amistad, que mostraban los integrantes de la orden en desgracia con los sarracenos. Menos lejanas son los comentarios de Rostand Berenguier de Marsella, fechados algo después del año 1291, donde aborda la caída de Acre. Allí culpa de la caída de la ciudad de Israel a «los templarios gandules, orgullosos y cobardes».

Por supuesto que son estas obras de muy poca repercusión. Sin embargo tenían una tarea o propósito bien definido: crear cierto estado de ánimo. Y es que de esta manera las personas que podían tener acceso a las mismas, bien leyendo o escuchando sus leyendas en los salones de los castillos, principalmente los jóvenes que no habían vivido en tiempos de las batallas y hechos gloriosos de los Caballeros Templarios, cultivarían algún resentimiento hacia la Orden defenestrada.

La verdad tras el juicio del Papa Bonifacio VIII

Pero para entender aún más el origen de Baphomet, conviene ver cómo se trama toda una gran mentira para condenar nada menos que al mismísimo Papa Bonifacio VIII. Y todo por poder y dinero. La terrible pelea entre ambos jerarcas comenzó cuando el Felipe el Hermoso pretendió cobrar impuestos al clero galo. Esta tentativa originó desavenencias entre los señores del clero y los oficiales de la corona, por la aplicación de cualquier tipo de tasas sobre personas y tierras.

Pero tales diferencias se resolvieron en favor de los intereses del monarca, a pesar de las protestas de los obispos, e incluso del propio Papa. Así el Sumo Pontífice se vio obligado a hace valer su «plenitudo potestatis». De tal manera que su respuesta fue emitir el 25 de febrero de 1296, la bula «Clericis Laicos». En este decreto se prohibía el cobro de impuestos al clero, sin antes contar con la anuencia del Papa, so pena de excomunión.

Claro está que la bula fue desacatada flagrantemente por el monarca francés, quien respondió promulgando una variedad de edictos con los que se prohibía, tanto a laicos como a clérigos, la exportación de bienes a Roma. El espinoso asunto se tradujo en duras negociaciones. En uno de ellos el Papa Bonifacio suscribió un acuerdo donde reconocía al soberano de Francia el poder de establecer impuestos al clero, aunque en casos de urgente necesidad y sin contar con la previa aprobación del Papa.

Además, como garantía de su buena voluntad, el Sumo Pontífice canonizó abuelo de Felipe El Hermoso, Luis IX.

Dos poderes en conflicto

Pero el entendimiento entre ambos monarcas fue fugaz, pues duró únicamente cuatro años. De tal forma que en 1301 se dio un nuevo enfrentamiento, cuando el monarca francés decidió el arresto del obispo de Pamiers, Bernard Saisset, a quien le acusaban de traición.

Tal detención era una evidente violación a los privilegios clericales, pues solo el Sumo Pontífice estaba autorizado para juzgar a un obispo. El objeto de la detención fue obligar a una solución del conflicto en la jurisdicción de Pamiers, la cual ponía frente a frente al Conde de Foix, quien gozaba del apoyo del rey, y a la jerarquía católica, apoyada por el Papa, quien había puesto dicha diócesis bajo su directa protección.

No obstante el fin último del proceso era mucho más oscuro. Era que el monarca francés pretendía recibir del Papa el reconocimiento de la jurisdicción suprema de su poder sobre todos sus súbditos. Y esto incluía a los integrantes de la alta jerarquía clerical. En suma, aceptación de la superioridad total del rey sobre el Sumo Pontífice dentro de los límites de su reino.

En tal sentido el 24 de octubre de 1301, en Senlis y ante el Rey Felipe, fueron presentados los cargos contra el obispo de marras. Y es que la gravedad de la acusación, según el propio monarca, justificaba su intervención. Pero ¿cuál era esa acusación?. Pues se decía que Bernard Saisset, Obispo de Pamiers, había intentado convencer al conde de Foix para completarse en función de un levantamiento del Languedoc contra el monarca francés.

La ligereza de una profecía

No obstante lo más grave sería que había divulgado una profecía falsa sobre San Luis, rey de Francia. Tal profecía aseguraba que la dinastía de los Capetos perdería sería defenestrada bajo el reinado de su nieto. Pero a pesar de ello, el expediente del proceso no ofreció la menor prueba sobre tales acusaciones.

Pocos días después, el consejero real, el funesto Guillermo de Nogaret, envió una misiva al Papa, con la que justificaba la actuación del monarca francés. Pero además extendía en la carta la imputación de traidor a la de herejía, toda vez que se le culpaba de afirmar que la fornicación no era un pecado, al tiempo que consideraba inútil el sacramento de la penitencia.

De esta manera el caso del rebelde contra el monarca, escalaba al del rebelde contra el mismísimo Dios.

‘Escucha, hijo’

Aprovechando su ventaja, el monarca francés quiso obtener el desafuero del juicio por parte del Sumo Pontífice. Sin embargo Bonifacio divulga una bula el 5 de diciembre de 1301, titulada Ausculta fili, que se traduce como “Escucha, hijo”. En la misma reconviene al monarca por no haber obedecido la anterior bula sobre los impuestos a los representantes eclesiásticos. Además de condenarlo por desobedecer al obispo de Roma.

Como reacción la bula fue quemada en territorio francés. Y en vez de la “Ausculta Fili”, la que corrió velozmente fue una falsificación de ésta atribuida de Pierre de Flote, llamada Deum time (Tiempo de Dios). La misma era con la idea de difundir una frase cuidadosamente pensada: «…Scire te volumnus quod in spiritualibus et temporalibus nobis subes», algo así como «queremos que sepas que tú eres nuestro súbdito tanto en los asuntos espirituales como en los temporales».

Pero como si aquello no fuera suficiente, se agregaba que quien no lo aceptara incurriría en el pecado, y delito, de herejía. El reproche del Sumo Pontífice contra la falsificación fue inútil. Aunque días luego intentó explicar que ser siervo como al que se refiere la Bula, era solamente «ratione peccati» o pecado, dado que la honradez de cada acto del monarca, fuera privado o de índole público, se fijaba dentro de la prerrogativa del Vaticano.

Entonces esto contrariamente motivó la reacción de apoyo al monarca de Francia, concitando a la vez el rechazo al heredero de San Pedro, quien ahora  era visto como si intentara doblegar al monarca en asuntos temporales.

Un Papa terco

Pero el Obispo de Roma no se daría por vencido. Entonces llamó a al Rey Felipe y al obispado galo a un sínodo a celebrarse en la ciudad de las Siete Colinas. Y en efecto eso ocurrió el 1 de noviembre de 1302. La importante cita tenía por objeto precisar de una manera concluyente la los límites entre la Iglesia y el poder temporal o terrenal. Aunque igualmente sirvió para juzgar al rebelde y “endiosado” monarca como responsable de abusos insólitos y hasta extravagantes contra la fe de Cristo.

La respuesta del rey fue inmediata. Culpó de hereje nada menos que al mismísimo heredero de San Pedro y Obispo de Roma. Esto lo hizo frente a los representantes de la clerecía y los nobles. Pero esta forma pública de acusación tendría aún un ribete mucho más novedoso, y es que se realizó abierta al público o pueblo de París, lo que vendría a significar el advenimiento de los Estados Generales de Francia.

Además Felipe El Hermoso citó un cónclave para juzgarlo, pero paralelamente vedó la asistencia a la asamblea convocada por el Papa. Entonces el monarca, a decir de Nogaret, se había transformado en el «ángel de Dios», que había sido instruido y ungido para actuar por Él en la Tierra.

La Unam Sanctam

Sin embargo a la asamblea citada por el Papa acudieron cerca cuarenta prelados más seis superiores de igual número de conventos. Pero mayoritariamente éstos venían de regiones que no estaban bajo la autoridad del monarca galo. Entre estas autoridades religiosas destacaba el obispo de Burdeos y futuro Clemente V, Bertrand de Got.

El controversial sínodo fue usado para excomulgar a todo el que prohibiera, a cualquier persona, acudir o recurrir a la Santa Sede. El acto era tan general que no se requerían nombres. Como conclusión del sínodo se promulga el 18 de noviembre de 1302, la bula Unam sanctam, que mantenía con firmeza la línea de pensamiento y acción del actual Obispo de Roma. Y ese un método que defendía un sistema de obediencia hacia la autoridad de la Iglesia, algo similar a la corriente que derivaba de dos Papas anteriores.

En la Unam sanctam se concluye principalmente lo siguiente:

Hay dos tipos gobiernos: Uno espiritual y otro de índole temporal. Pero destaca que los dos conciernen a la Iglesia. El primero está bajo el poder del Sumo Pontífice, mientras que el segundo en la mano de los monarcas.

Aunque se deja claro que tales monarcas no deben hacer uso de aquel gobierno, sino por intermedio de la Iglesia, acatando las órdenes y el consentimiento del Papa.

En líneas generales establecía un modelo superioridad de la Iglesia sobre las monarquías, al precisar que de desviarse el espíritu del referido “poder temporal”, debía éste ser corregido por el “poder espiritual”. Y por si quedaba alguna duda, la bula dejaba muy en claro que era requisito indispensable para la salvación del alma, que todas las personas se sometieran al poder del Papa.

El Poder Temporal

De esta forma el Papa reconocía la autonomía de la clase política, una autonomía expresada en un “poder temporal”. Aunque se trataba de un privilegio con una estricta limitación. Esta era que debido a que la persona política era igualmente cristiana, dicha persona estaba bajo arbitrio del poder espiritual del Obispo de Roma.

Pero eran los tiempos del orto de los Estados nacionales. Eran instancias de poder que habían dejado de basarse en un las antiguas relaciones de índole feudal, sino en las de corte mercantilistas y burgueses. Y fue de esta manera que la referida bula se calificó como una velada artimaña feudalista del Papa. Como respuesta, el monarca galo convocó para el 12 de marzo de 1303, una asamblea en la fortaleza de Louvre de la capital francesa. Felipe El Hermoso no aceptaba ser despojado del estamento religioso y pasado a manos del Papa.

A dicha asamblea acudieron obispos y representantes de la nobleza gala, destacando la familia Colonna que se asilaba en dicha ciudad. Y los asistentes acusaron al Papa de hereje, además de negociar los asuntos espirituales. Aunque la acusación también incluía, como ya se ha dicho anteriormente, blasfemia y brujería, pero especialmente del asesinato del pontífice Celestino V.

En el acto se solicitó además convocar para un concilio ecuménico, donde se llevaría a cabo procesamiento del acusado y la evacuación de las presuntas pruebas deposición. Mientras que se le encomendó al alto consejero Nogaret la detención y el traslado del Papa a la capital gala.

Una nueva bula

Pero al enterarse el Sumo Pontífice las pretensiones del monarca, en consistorio refutó las imputaciones bajo juramento. Después elaboró una nueva bula, aunque esta para excomulgar a su rival, llamada Supra Petri solio. No obstante dicho documento no se llegó a promulgar, toda vez que el 7 de septiembre de 1303 se produjo un suceso que cambió bruscamente el curso de los acontecimientos.

Tal incidente es conocido como «atentado» o ultraje de Anagni.

Como puedes ver, en ese légamo de ambición y maldad, se va abriendo el camino para la aparición de Baphomet, quien como ya hemos apuntado antes, será relacionado con el propio Obispo de Roma y los Caballeros Templarios. Así servirá de instrumento para una de las más elaboradas farsas de la historia, sacando del camino de un rey ambicioso, todo obstáculo presumible.

El atentado de Anagni

De acuerdo al poder universal del Obispo de Roma, el monarca galo tenía que ser excomulgado en la ciudad de Anagni, cercana a Roma, el día 8 de septiembre de 1303, fecha en que se celebra el nacimiento de la Virgen María. También debía declararse a sus súbditos exentos del juramento de fidelidad. Sin embargo el día anterior arribó a Anagni un grupo de mercenarios galos, para inmediatamente sumársele cientos de soldados del patio. Luego el pequeño ejército recién formado aprehendió al mismísimo Papa, lo que motivó la enérgica reacción del pueblo de Anagni.

Pero sería imperdonable dejar de contar que Guillermo de Nogaret, que se había trasladado a Italia con la orden de detener al heredero de San Pedro, estaba acompañado por Sciarra Colonna, enemigo acérrimo del Papa. Este Colonna se había encargado de conseguir el respaldo para la descabellada empresa, tanto de la burguesía de la ciudad como de algunos miembros del Colegio cardenalicio, y entre todos embistieron contra el edificio apostólico de Anagni, donde se hallaba el Papa.

Bonifacio VIII aguardó sentado en su trono, con la majestad de su investidura, a los asaltantes. Se dice que lucía todas las vestimentas de su jerarquía y los símbolos de su poder. Entonces, en aquel escenario, Colonna habría abofeteado al Sumo Pontífice, no sin antes amenazarlo de muerte. El secuestro se extendió por tres días. Fue en ese momento cuando los ciudadanos de Anagni se sublevaron en defensa del Papa, forzando a sus raptores a dejarlo en libertad, con lo que escapar de la ciudad. Es escoltado a Roma por una pequeña guardia prestada por la familia Orsini, para al llegar refugiarse en el Vaticano.

La muerte después de la vergüenza

El Papa Bonifacio VIII murió un mes más tarde, sin haberse vengado por semejante vejamen.

A este Papa se le reconoce como el último gran referente de la autoridad pontificia medieval. Pero su fracaso en el enfrentamiento con Felipe IV fue más que una derrota personal. Y es que se entiende como la derrota de la tesis de la autoridad universal pontificia.

Es así como el llamado «atentado» de Anagni, inicia el siglo XIV para la Iglesia, tiempo en el que su jerarquía y destino quedó en manos de los monarcas franceses, pata culminar con el traslado del papado a Aviñón.

La mano oculta de Baphomet en el juicio contra los Templarios

Pero sigamos viendo cómo es utilizada la oscura figura de Baphomet, aunque como un simple “ídolo” y con el nombre de “Bafomet”, en el juicio y condena de los templarios. En este sentido el monarca galo libró órdenes lacradas con la precisa orden de que fueran abiertas el viernes 13 de octubre de 1307. Todos los senescales o funcionarios de Palacio, así como los nobles y la soldadesca en general acataran sus indicaciones.

Y estas órdenes incluían la detención de todos los templarios de sus regiones, sin distinción de rango. Además se instruía que pasaran a manos de los delegados del rey todas las propiedades y riquezas de la referida Orden. Tales órdenes se acompañaban de un comunicado en el que el monarca galo expresaba su tristeza, al tiempo que daba a conocer las motivaciones de su actuación.

Allí esgrimía los delitos de los que eran acusados los miembros de dicha orden: «Como bestias de carga privadas de razón, superando de hecho la irracionalidad de las bestias en su bestialidad, han abandonado a Dios su creador y ofrecido sacrificios a los demonios y no a Dios… gente loca entregada a la adoración de ídolos».

Sí, ya comenzaba a desarrollarse su malévolo plan, un plan que incluía la oscura ayuda del “falso ídolo” “Bafomet”, primera manifestación de Baphomet para la historia.

Menudo reglamento

Referente al modo de actuar contra los templarios, el monarca galo ordenó aplicar el siguiente procedimiento:

Primero se debía arrestar a los templarios, aunque ocultándoles la razón de su arresto. Luego se procedería a la incautación de los bienes, para después ser entregados los detenidos al comisario de la Inquisición. Acto seguido procedía el interrogatorio con las temibles torturas, de no obtenerse resultados que ellos perseguían, que no era otra cosa que una falsa confesión o reconocimiento de los cargos infundados.

Instruía igualmente el monarca, que sólo se notificaría a los procesados de que la información de la que disponían tanto el Sumo Pontífice como el rey galo, provenía de la misma Orden del Temple, fidedigna. Había que hacer hincapié en que el Papa estaba al tanto de todo, pero que les perdonaría si confesaban; entonces serían reintegrados al cuerpo de la Iglesia. Pocos años antes la Iglesia había publicado una bula, donde se indicaba que en casos de necesidad extrema podían practicarse torturas para hallar la “verdad” y “defender” a su feligresía.

Cabe resaltar que en juicios personales, la única acción de defensa de la disponía a un individuo, era redactar un alegato manifestándose inocente, aunque debía apuntar en una lista los nombres de sus enemigos. De tal manera que si el Tribunal, o bien la comisión de la Inquisición comprobaba que el soplón integraba dicha lista, el acusado quedaría en libertad.

Pero en la causa de los templarios se produjo un hecho especialmente perjudicial para ellos. Resulta que se les apresó para luego ser interrogados y torturados de manera individual, acusados de herejes y de idolatrar falsos ídolos, presumiendo que tales delitos fueron cometidos por la Orden en pleno.

Culpables ‘en redondo’

Esto significaba que se les culpaba de modo personal, aunque por crímenes colectivos. O mejor dicho, cuando el cabeza de cualquier encomienda del interior del país era sometido al infeliz interrogatorio y, claro está, torturado en París, o bien otra gran ciudad, ¿qué supuestos enemigos podía delatar en su defensa, máxime si su encomienda estaba perdida en la falda de algún distante monte?

La mayoría de los historiadores, ante la manifiesta similitud en las descripciones del rito de iniciación y de algunas de las herejías señaladas, insinúan la implementación de un cuestionario en las indagaciones y sus torturas. Una teoría para nada infundada, toda vez que a la orden de aprensión se le anexaban las acusaciones en que se sustentaban. Y fueron precisamente estas acusaciones sobre las que se interrogaron los templarios procesados.

No obstante la notificación de procedimiento emitida por la casa real gala lleva también adjuntada un cuadro con acusaciones básicas. Entre estas destacaba la apostasía por veneración de un ídolo (que resultaría siendo Baphomet. Eran unas denuncias muy delicadas que debían confirmarse. No importaba si el método usado era la tortura.

Pero lo único que diferenciaba, era la descripción que se hacía del tan mencionado ídolo por parte de los presos procesados. Aunque  esto jamás despertó la más mínima sorpresa en los inquisidores. Por qué, cabría preguntarse.

Conjuntamente respecto a las declaraciones logradas, fue común que dentro de las fronteras francesas –aunque mayormente fuera de ellas- donde no se implementaron las temibles torturas a los integrantes de la Orden, algunos de los templarios se atrevieron a renegar del símbolo de la Iglesia y del propio Jesucristo, pero ninguno llegó a mencionar al célebre fetiche.

El amaño evidente

En este sentido Michelet, un estudioso del tema, sostiene que si bien las variantes en estos casos podían interpretarse como prueba de culpabilidad, no se alcanza a examinar las uniformidades ni mucho menos a demostrar la existencia de esas variantes. Sobre todo, explica el historiador, cuando algunos de los detenidos habían sido iniciados en ciertos ritos de ingreso bajo los mismos jerarcas de la Orden, pero con herejías e ídolos absolutamente distintos.

En esta larga y sui generis lista de cargos confeccionada contra los miembros de la Orden, que proporcionaba la comisión inquisitorial -presumiblemente a instancias del propio monarca galo, para una entrevista en la ciudad de Poitiers con el Papa-, se apuntan más de cien acusaciones.

Entre estas las que se referían a la idolatría son:

La adoración de un gato que se les presentaría de la nada en las reuniones.

En cada región habría ídolos, como cabezas que incluso tendrían hasta tres caras, aunque otras con una sola.

Algunas veces simplemente idolatraban un esqueleto humano.

Veneraban a dichos ídolos, o a solo uno si era el caso, pero especialmente durante sus asambleas. Pero además que los veneraban como a Dios.

Se aseguraba que dicho fetiche gozaba la facultad de salvarlos, pero que además podía ofrecerles riqueza.

También de que la cabeza en cuestión les había otorgado la riqueza de la Orden.

Que esa testa hizo que florecieran los árboles, al extremo de hacer que la tierra germinase.

Igualmente les recriminaban que rodeaban cada cabeza de sus fetiches con pequeñas cintas, para después ceñirlas entorno de sus cuerpos, siempre cerca de su blusa o de la propia carne, lo que era la evidente adoración de un ídolo.

Mientras que en las regiones donde no interrogaba mediante torturas, se les acusaba de renegar de Cristo.

Una visión distinta fuera de Francia

No obstante cuando se celebraron las asambleas en las provincias de otros países, el resultado fue abiertamente favorable a la Orden enjuiciada. Y es que pudieron ser relacionados con ninguna participación en hechos heréticos, menos aún en la práctica de hechicería o actos demoníacos.

Para tener una idea basta saber que en un interrogatorio efectuado por el Arzobispo de Tarragona a treinta y dos templarios, en la sede de los dominicos de la ciudad de Lérida, ninguno aceptó las acusaciones. Mientras que los procesados en la ciudad de Nápoles, bajo el dominio de Carlos II de Nápoles y Sicilia, familiar del monarca galo, reconocieron haber escuchado hablar de un gato negro o gris.

Pero yendo más allá hay que señalar, que en los Estados Pontificios no se logró ninguna declaración. No obstante cuando se procedió ante la presencia del Papa y mediante la aplicación de torturas, dieron con confesiones relativas a la cruz, besos libidinosos y la veneración de cierto ídolo. En las regiones de la Toscana y Lombardía también se usó la tortura, ordenada por el Sumo Pontífice. Pero aunque no fueron incluidas en las actas del proceso en esa vasta zona, se lograron más negaciones a dichas acusaciones que confesiones de culpabilidad.

En Alemania los 37 miembros de la orden se declararon inocentes y se les permitió pasar la temible «prueba de fuego» para confirmarlo. Lo mismo ocurrió con un número significativo de testigos ajenos a la Orden del Temple. Mientras que en un lugar más remoto, donde incluso imperaba alguna animadversión hacia los templarios, debido a largos años de política muy desafortunada, tal es el caso de Chipre, las pruebas tanto internas como externas de la Orden, eran totalmente exculpatorias.

Contradicciones también en Francia

Para cerrar esta detallada recopilación de declaraciones de inocencia que la Orden presentó por intermedio de sus integrantes interrogados en varios países, resta asentar la inocencia que quedó evidenciada por los defensores de la Orden durante su juicio en la propia Francia.

El Papa designó comisión para estudiar los cargos e interrogar a los templarios. No importaba si estaban presos o libres. Y Ante dicha comisión se conformó con el tiempo un grupo superior a 600 integrantes de la Orden que querían asumir su propia defensa. No obstante algunos ya haber sido interrogados y sometidos a tortura. Así pretendían refutar sus propias confesiones, con lo que incurrían en el riesgo de relapsos (era penado), que era anular su confesión previa de culpabilidad.

Pero la tentativa de defensa fue abortada. Esto fue cuando el arzobispo de Sens (París) estimó culpables de herejía y relapsos a más de cincuenta integrantes de la Orden. En tal caso actuó como cabeza de su propia comisión provincial papal inquisitoria. Estas personas fueron quemadas vivas en una pira. Lo sorprendente es que ninguno de los ejecutados tan desalmadamente, aceptó las acusaciones de su participación en actividades cismáticas en sus ritos de ingreso, ni, menos aún, confesaron haber adorado a un ídolo.

Una cabeza desata revuelo

Pero no podemos concluir esta parte sin antes destacar la voluntad de la Corona gala, a través de sus agentes y nobles armados, de hallar el famoso ídolo templario, es decir, la presunta semilla de Baphomet. Así que por orden del monarca se registraron todas las casas, iglesias y encomiendas de la Orden, a fin de trasladar a París cualquier imagen, aunque ligeramente alejada de la ortodoxia católica, que pudiera entenderse como el célebre ídolo.

Pero no se halló más que una imagen en la sede de la Orden en París. Esta era una cabeza femenina que podía ser un dije. Pero veamos una conclusión de las indagaciones apuntadas en las actas de los juicios contra los integrantes de la orden. Y es que la aparición de un ídolo identificado como «Baphomet», corresponde a la influencia de la Corte gala.

Mientras que en regiones más apartadas no se hallaron testimonios, pruebas o indicios de la existencia del siempre más famoso «Baphomet».

Baphomet: significado y derivaciones del nombre

El nombre ‘baphomet’ procede de una única mención, que aunque no exacta similar, presente en un alegato, el del sargento de Montpezat, Gaucerand. Este personaje fue examinado por sus inquisidores. Entonces contestó que ciertamente se adora en la Orden un ídolo con la figura de un “bafomet”. Al mismo lo describía con barba y de un color dorado.

En aquellos tiempos se usaban los términos “bafomets” o “bafomético”, para referirse a ídolos o a la idolatría, respectivamente. De allí que valga decir que tal testimonio únicamente señala que se trataba de una efigie reñida con la ortodoxia católica del momento. Mientras que otros estudiosos esgrimen que el nombre bafomético, es una suerte de intención de describir algo proveniente o derivado de Mahoma, en lengua de Oc, que era considerado de un orden demoníaco.

Pero la verdad es que no se cuenta, en ninguna de las declaraciones registradas, mediante martirios o sin él, con un nombre específico que pueda referirse al fetiche usado en los ritos de ingreso, lo cual resulta muy significativo. Sobre todo cuando se pretende convertir esta imputación en un motivo para eliminar una orden como la del Temple.

Etimología del término

La única palabra de que se dispone es ‘baffometi’. Mientras que sobre una posible etimología del término ‘baphomet’, aquí ofrecemos este resumen:

01 - Baphé-méteous: Composición helena que podría traducirse como «el bautismo de la sabiduría».

02 - Bois-phos-métis: Igualmente del griego, y significa «vida, luz y sabiduría».

03 - Bfmaat: En enochiano se traduce como «el Abridor de la Puerta», término planteado por la ocultista Madeline Montalban, creadora de la Orden de la Estrella de la Mañana.

04 - Bapho o Bafo: Nombre de un puerto de Chipre, donde en tiempos antiguos se adoraba a la diosa Astarté, mediante la realización de sacrificios de bebés.

05 - Ptah-Sekjmet: Contracción que emplea el nombre de dos deidades de la antigua Menfis. Es una solución planteada por Jean-Louis Bernard.

06 - Abufihamat: Deformación de la palabra árabe que alude al «padre de la comprensión», planteamiento original recogido por René Lachaud.

07 - Mahomet: Una especie de mención al musulmán o al propio Mahoma, tal vez derivación del grito con que los habitantes de Castilla se referían a Mahoma: Mafómat, según nos muestra El Poema de Mío Cid.

08 - Bapheus: Etimología planteada por Fulcanelli, vinculad a la alquimia, traduciéndose como «tintorero», en el entendido de cosechar el licor del fuego espiritual.

09 - Baphens-mété: que se traduce como «tintorero de la luna», una solución alquímica presentada por Gerard de Séde, ya que el pintor de la luna es el que tiñe la plata. En otras palabras, el que la transmuta en oro.

10- TEMpli Omnium Hominum Pacis ABbas: leído al revés, es decir al estilo cabalístico. Fue planteado por Argentier. Se traduce como Padre del santuario de la paz del mundo a las personas, entre otras traducciones también válidas.

11 - TEM-OPH-AB: Igualmente leído de derecha a izquierda, vendría a significar «parte de la serpiente de los orígenes».

Seguimos con las deformaciones en el nombre

*Bap-Homet: Ensamble de las tres primeras letras de San Juan Bautista (Baptiste) y de las últimas cinco de Mahoma (Mahomet). Quizás un intento de resaltar sincretismo religioso, o bien como muestra de la intromisión de las creencias musulmanas en la Orden del Temple. Una idea de John Charpentier.

*Mahomet o muhammad: Deformación verbal de dicha palabra, que denota un ídolo de origen musulmán al que veneran los templarios en sus reuniones, sin llegar a razonar que los musulmanes no aceptan la idolatría. También puede ser la deformación de la palabra bohomerid, que significa mezquita.

*Bahumid: Deformación de la pronunciación del término, cuya traducción puede entenderse como becerro. Solución planteada por Hammer-Purgstall.

*Oubah-phoumet: que se traduce como «la boca del Padre», solución ofrecida por Jacques Breyer.

*Maufé: Idea de Partner, ya que maufé suena muy similar a ‘bafomet’. Maufé es un demonio mencionado con frecuencia en el folclore de los países del norte de Europa.

*Uba El Fumet: Expresión arábica que se traduce como «Boca del Padre», otra idea de Gerard de Séde.

¿Cómo es Baphomet?

Pero para saber más sobre Baphomet, ahora debemos centrarnos en sus características físicas.

Según testimonio conseguido por la vía de la tortura de Radulphe de Gisy, o Raoul de Gisy, quien había fungido como recaudador de la Orden para la sector de Champagne, la cabeza tenía formas de un pequeño demonio, resaltando todos llegaron a idolatrarla.

No obstante dos años más tarde, cuando se le solicitó una ratificación de su confesión, aseguró que únicamente lo había visto un par de veces, y quizás más que visto, supuesto, ya que el fetiche o ser estaba debajo de una tela, y en esas oportunidades nadie lo había adorado.

Mientras que otro testimonio, el de Taillefer de Gène, lo describe como «…una cabeza de hombre, casi roja…», aunque después agregó que no la había visto, y ante las insistentes interrogaciones esgrimió que estaba demasiado lejos del ídolo. En las confesiones del mes de abril de 1310, tanto Hugues de Buris como Pons Guillard de la ciudad de Lignac, describen la cabeza del escurridizo ídolo como humana, y que estaría ubicada sobre un altar o sobre un banco, según la versión de los declarantes.

Hugo de Pairaud la describe de forma similar, aunque agrega que «…tenía cuatro pies, dos pies delante y otros dos pies detrás». Aunque más exacto es Boucher, al describirle como una cabeza de algún integrante de la orden, con una especie de cofia, aunque con una larga barba canosa.

Paradigma esotérico

Aunque luego, aprovechando su crítica sobre los relieves de la ‘Mansión de la Salamandra’ de Lissieux, el mismo escritor anónimo pero identificado con el seudónimo de Fulcanelli, refiere en un parágrafo de su publicación, el significado alquímico del “verdadero Bafomet”.

De esta manera el escritor nos pone en presencia de los que muchos consideran el “Baphomet símbolo” o simbólico.

Se trataría de un símbolo cabal de las prácticas ocultas de la orden y un modelo esotérico.

Más adelante agrega que estaría conformado por un triángulo invertido con dos lados de igual longitud, lo que se entiende como el símbolo del agua. Dentro de dicho triángulo estaría ubicado otro, pero con el vértice hacia arriba, simbolizando el fuego implícito en el agua.

Mientras que en la base del triángulo inverso se basaría un signo parecido a la letra “H”, aunque con un amplio eje central donde se ubica un triángulo que el escritor de la alquimia define como el emblema del espíritu universal, es decir, «el espíritu creador, Dios».

Pero ahora la descripción es abundante: En el interior del gran triángulo y a los lados del triángulo interior más chico, se encontraría una esfera solar y una Luna en fase creciente. Y ya para culminar su exposición, añade que está adosada a la base del triángulo interior, una cruz que remata una nueva circunferencia que ultimaría el símbolo del elemento sulfuroso –que define como principio activo- hermanado al Mercurio de los alquimistas.

Este último elemento sería un agente pasivo y desintegrador de la totalidad de los metales. Mientras que en la cúspide del triángulo invertido, se ubican unas líneas horizontales que marcarían el símbolo de la radiación de la materia.

 

Fuente: https://grandesmitos.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario