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Ante todo nos dirigimos y agradecemos a todos por la ayuda que nos dan con este blog ya sean seguidores, oyentes del programa de radio y por sobre todo a todos aquellos propietarios de webs, blogs, libros y todos los lugares donde han obtenidos la información y nos han acercado a nuestro mail para que podamos publicarlas en este humilde blog, para que todas las semanas desde hace ya 7 años podamos compartir en dos emisiones las tantas historias, enigmas y misterios del universo que se van pasando de generación en generación y así reflejar esas viejas leyendas, historias, enigmas y misterios que de niños oímos mas de una vez y que nos asustaban en algunos casos como también en otras nos enseñaban a valorar y respetar esas narraciones.

Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



viernes, 7 de julio de 2017

El Avaro Que Perdió Su Oro

El granjero salió del bosque y llegó al claro que estaba en el linde de la maleza. En aquella soledad encontró a un anciano que tiritaba lastimeramente. Sólo una harapienta capa le cubría el cuerpo del crudo frío invernal. Sus cabellos grises estaban” insertados como plumas alrededor de la cabeza, y su barba era larga y desaliñada. Con manos trémulas se secó las lágrímas, pero siguió gimiendo.

El buen granjero se apiadó de él y le dijo, bondadosamente:

-Dime, amigo mío, ¿qué te sucede?

-¡Algo terrible! ¡Espantoso! -exclamó el viejo, entre sollozos- Vendí mi casa, mis tierras y todo lo que tenía, y oculté en este agujero el oro que me dieron por ellos. Y ahora, ha desaparecido …, desaparecido …,¡desaparecido!

Y, nuevamente, las lágrimas le resbalaron por las mejillas.

-Temo que estás sufriendo el castigo del avaro -dijo sabiamente el granjero-. Has permutado tus cosas buenas y útiles por un montón de oro inservible, que no puedes comer ni usar como ropa. ¡Aquí tienes! -agregó-. Mira esta piedra. ¡Entiérrala y piensa que es tu pedazo de oro! ¡Nunca notarás la diferencia!


Y el granjero siguió su camino, abandonando al lloroso viejo.

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