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sábado, 3 de julio de 2021

La Leyenda Artúrica De Elaine de Astolat, La Dama De Shalott

 


Elaine la Justa, Dama de Shalott, llega hasta nosotros a través de la leyenda Artúrica aparentemente con un solo propósito: amar a Lanzarote y, al hacerlo, revelar la imperecedera pasión de éste por la reina de Camelot, Ginebra. Sin embargo, el gran número de versiones de su historia a lo largo del tiempo, que al parecer se inician con la novela del siglo XIII Il Novellino, obra del autor Italiano Masuccio Salernitano, ponen de manifiesto que su relato es mucho más profundo. Más allá de resaltar el amor de Lanzarote por Ginebra, Elaine representa además la pureza Artúrica, el honor y el poder que puede ejercer una mujer al sentirse herida.

La versión más popular de la historia de Elaine fue escrita en el siglo XV por el autor Inglés Sir Thomas Malory, que no inventó la historia sino que se limitó a combinar un gran número de diferentes relatos Artúricos de amor y de honor en el extenso texto, Le Morte d'Arthur (“La Muerte de Arturo”).En la versión de Sir Malory, el lector conoce a Elaine en el decimoctavo libro de la novela, justo después de la búsqueda del Santo Grial, o Sangreal como lo llama Malory.

Aunque el Libro 18 de Le Morte d'Arthur no empieza con Elaine, se le ofrece al lector un breve resumen de las peripecias de Lanzarote desde el final de su gesta, resaltando en especial que ha reanudado su relación con la Reina Ginebra, y que el Rey Arturo está de hecho sospechando de ambos. Para evitar ser descubierto, Lanzarote se muestra esquivo con Ginebra, y esto provoca que la furiosa reina le destierre de Camelot. Tras una serie de incidentes en los que se nos muestra a Lanzarote participando en justas contra miembros de la corte del Rey Arturo, siempre bajo algún disfraz, se nos dice que Lanzarote viaja a la corte de Sir Bernard de Astolat y participa en nombre de Bernard en uno de los torneos de Arturo. Elaine, hija de Bernard, que solo ahora nos es presentada, queda prendada de él casi inmediatamente, y le solicita que lleve una prenda blanca en su honor en el torneo, a lo que él jamás habría accedido a causa de su amor infinito por la reina de Arturo. Pero esta vez, aunque oculto bajo su disfraz, acepta.

El torneo da comienzo y Lanzarote, como el ávido lector de historias Artúricas no se sorprenderá al descubrir, vence a los hombres de Arturo, pero resulta herido en el combate. Uno de los hijos de Bernardo, Lavaine, le lleva a un ermita para curarle, pero los acontecimientos se desarrollan de tal manera que Lanzarote acaba finalmente en los aposentos de Elaine, siendo atendido durante muchos días por ella hasta que recobra por completo su vitalidad. Ya recuperado, Lanzarote se dispone a marcharse, afligiendo terriblemente a la encandilada Elaine, que le ruega que la tome como esposa, o al menos que pase una noche con ella. Él rehúsa la oferta, pues su corazón pertenece a Ginebra, y abandona el castillo de Sir Bernard. Antes de que hayan pasado diez días, Elaine muere de tristeza.

No obstante, la historia de la Dama no acaba con su muerte. Antes bien, Elaine había dejado a su familia instrucciones específicas acerca de cómo cuidar de su cadáver después de su fallecimiento. Les indicó que debían depositar su cuerpo inerte en una balsa con un lirio en una mano y una carta de su puño y letra en la otra, y abandonarla flotando a la deriva en el río Támesis. En este río, a su paso por Westminster, es descubierta por el Rey Arturo y su esposa la Reina Ginebra, y tras leer Lanzarote la carta, se da cuenta de que él fue la causa de su muerte. Arrasado por la culpa, paga un espléndido y costoso funeral para la muchacha, siendo más tarde, irónicamente, empujado de nuevo en brazos de Ginebra, quien, tras leer la carta de Elaine, descubre que Lanzarote se había mantenido fiel a su amor durante todo este tiempo después de su destierro. La historia de Elaine acaba aquí, con su entierro ante los hombres y mujeres de la corte de Arturo.

Aunque trágico, el personaje de Elaine se olvida a menudo como mujer esencial dentro de la mitología Artúrica. Su único propósito parece ser revelar hasta qué punto la pasión de Lanzarote por Ginebra es indestructible, aun cuando su romance con la reina era algo prohibido. Pero el corazón destrozado de Elaine de Astolat ha inspirado numerosas versiones de su historia, desde una canción que parte el corazón compuesta por Emilie Autumn al poeta del siglo XIX Sir Alfred Tennyson. La narración de Tennyson es verdaderamente la variante más destacada del relato, titulada “La Dama de Shalott”, y en ella el destino de Elaine es aún más doloroso que en la historia de Malory.

En el relato de Tennyson, Elaine—conocida simplemente como la Dama—se encuentra aislada en una torre a orillas de un río sin nombre que fluye hasta Camelot. Aquellos que viven en sus cercanías saben poco de ella, y pasa los días tejiendo imágenes frente a un espejo que le muestra el mundo reflejado a través de una ventana, viendo su vida pasar literalmente. Supuestamente ha caído una maldición sobre ella, desconocida en la historia de Malory, que le impide participar de la vida más allá de su torre. A través de este espejo es como Elaine ve a Lanzarote, que pasa cabalgando junto a la torre sin intercambiar una sola palabra con la Dama, pero no obstante ella se enamora de él. Su maldición se hace realidad cuando abandona su trabajo e intenta mirar más allá del cristal, por la ventana, para ver a dónde se dirige su amado. Al hacerlo, su muerte es inminente. Alcanza el río en una barca, y en ella muere antes de llegar al palacio. Otro detalle irónico se da nuevamente, pues Lanzarote observa su bella silueta y lamenta que haya muerto tan joven.

Aun otro relato de Elaine retrata a esta mujer de manera diferente, ni afligida ni desconsolada por su amor no correspondido, y es anterior en siglos tanto a la versión de Malory como a la de Tennyson. En Mort Artu, una variante francesa de la historia que siguió directamente a la de Salernitano, Elaine es un personaje mucho más vengativo, pues engaña a Lanzarote para que lleve su prenda en el torneo y le implica en su muerte escribiendo una muy cruel carta póstuma que se deposita sobre su cadáver. Aunque está versión fue rápidamente eclipsada por otros relatos más emotivos, su importancia radica en el poder que reside en sus personajes femeninos: en Elaine, que fue capaz de hacer que Lanzarote cediera a su capricho, y en Ginebra, ya que Lanzarote temía su reacción en caso de acceder a las pretensiones de Elaine. Este tema pierde importancia en relatos posteriores, pero no cae por completo en el olvido, ya que se culpa específicamente a Ginebra del abandono de Elaine por parte de Lanzarote en la novela de Malory.

Aunque se han escrito más historias sobre la evanescente Elaine de Astolat, las narraciones de Malory y Tennyson siguen siendo las más destacadas, pese a ser versiones radicalmente diferentes del relato de la doncella. Ambas nos hablan de un corazón destrozado y de la tristeza de un personaje cuyo lugar en la línea argumental Artúrica es corto, y en algunos aspectos, insignificante. Pese a todo, el personaje de Elaine se ha convertido en símbolo del romance Artúrico tanto como Lanzarote y Ginebra, y está considerada por muchos un icono de la pureza y la virginidad medievales.

Fuente: Leyendas, Mitos, Misterios y Enigmas del Mundo

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