domingo, 3 de marzo de 2019
Akenaton El Rey Hereje
Poco después de su
coronación intentó restablecer la plena autoridad regia frente a la
tiranía ejercida por los sacerdotes de Amón. Para ello, emprendió
una profunda reforma religiosa de tendencia monoteísta, centrada en
la imposición del culto al dios Sol (Atón) en sustitución de Amón
y de las demás divinidades egipcias. La nueva religión se basaba en
la expresión de gratitud hacia la deidad solar, que con su calor
daba vida a todos los hombres y animales. En 1374 a.C., el faraón
decidió cambiar su nombre, Amenhotep, por el de Akenatón. El
considerado Faraón hereje, fue tan polémico y revolucionario en
vida, que una vez muerto, todo por lo que luchó fue destruido y
sepultado, siendo su nombre, y el de los que lo rodearon, borrados de
la historia por más de 3.200 años.
El reinado de
Akenatón comienza en el año c. 1.353 a.C., a la muerte de su padre,
Amenhotep, quien en sus 39 años de gobierno había llevado al
Imperio Egipcio a la cima de la prosperidad económica y artística,
llegando a obtener inmenso respeto internacional de sus vecinos y
convirtiéndose en el país más poderoso y estable del momento.
Entre los cambios que Akenaton efectuó en el imperio, sin duda el
más polémico fue el de la religión, pero no tanto por convertir
una religión politeísta de alrededor de 190 dioses, a una
monoteísta, con un único Dios, Atón, un dios que además era
misericordioso y amaba a los hombres, algo desconocido hasta
entonces, sino también por la persecución sobre las instituciones
religiosas, infinitamente ricas y poderosas.
El faraón, por
supuesto, sufrió intensos ataques de los sacerdotes desesperados por
mantener su statu quo, pero él se alejó de ellos, construyéndose
una nueva ciudad capital, a la que trasladaría a toda la corte y a
sus cortesanos, dejando a la ahora, antigua capital espiritual de
Tebas, en el olvido. Esa nueva ciudad se conoce como Amarna. Y para
enfatizar aún más su resolución, se cambia de nombre, de Amenhotep
IV, que significa Amón está satisfecho, a Akenatón, que se puede
traducir como el adorador de Atón.
Al momento de
heredar, el faraón Akenatón, contrae matrimonio con la bellísima
Nefertiti, quien seguramente era familia cercana, ya que según las
costumbres, los faraones se casaban con sus primas, hermanas e
incluso con sus propias madres o hijas, de ser necesario, para
mantener la línea sucesión muy unida y evitar la llegada de otras
familias advenedizas que pudieran complicar la autocrática forma de
gobernar.
La historia de
Nefertiti se diluye rápidamente, se desconoce si es porque solo
engendraba hijas, y por esos tuvo que ser sustituida, o porque murió
prematuramente, sin haber conseguido dar al Faraón el ansiado
heredero, privilegio que finalmente recayó en Tutankamos, de efímero
reinado, pero famoso gracias a los valiosos tesoros descubiertos en
su tumba.
Pero más allá de
la historia oficial, algunos han querido ir más allá en la historia
de Akenaton, intentándolo relacionar con un pasado y origen
extraterrestre. Entre otras cosas barajan la posibilidad an a todo
cuanto le rodeaba ¿Ovni?. Al mismo tiempo, su peculiar físico
también ha causado cierta controversia, al contrario que el resto de
sus predecesores, que ordenaban que se les representara con físico
atlético, espaldas anchas y cintura estrecha, Akenaton prefería que
se le representara tal como era, cuerpo estrecho, vientre abultado y
extremidades largas y delgadas, y por supuesto, mención aparte, su
cráneo. Cuando su tumba fue descubierta, la teoría de que el
cráneo hubiera sido deformado en la infancia fue descartada
rápidamente dado. Además, hay que decir que su mujer Nefertiti y
sus hijos también tenían el cráneo en forma de pepino, dando pie a
que algunos piensen que un ADN extraterrestre se pudo infiltrar en
los diferentes linajes del imperio egipcio.
El reinado de
Akenatón desapareció de forma misteriosa, se desconoce la causa de
su muerte y no se descarta que fuera asesinado, algunas de sus hijas
también murieron en extrañas circunstancias, y en cuanto al
heredero, Tutankamón, la causa de su muerte lleva años
investigándose. Lo único cierto en toda esta historia, es que tras
su muerte se destruyó la capital que había fundado, se abandonó al
dios Atón y se destruyeron muchos monumentos, además de todos los
papiros y documentos de su reinado, como si por alguna razón, Egipto
hubiera deseado que Akenatón nunca hubiera existido.
“En prueba de mi
devoción a Aton, he resuelto cambiar mi nombre y llamarme en lo
sucesivo AKENATON “El que vive de la Verdad”, en honor al dios
uno”.
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