martes, 7 de febrero de 2017
Pripyat , La Ciudad De Las Sombras En Ucrania
El 26 de Abril de 1986, el reactor número 4 de la planta
nuclear de Chernobyl sufre un sobrecalentamiento y explota. En apenas tres
horas, los 50.000 habitantes de Pripyat son evacuados. Desde entonces, nadie ha
regresado.
Lo ocurrido en este rincón de Ucrania, muy cerca de la
frontera con Bielorrusia, jamás debía haber sucedido. Aquella mañana de abril
la joven ciudad de Pripyat se libró de milagro de que el desastre fuera aún mayor.
La explosión del reactor número 4 déla cercana central de Chernobyl, en la que
prácticamente trabajaban la mayor parte de sus habitantes, motivo por el cual fueron levantados los
primeros edificios de la joven urbe en 1970, liberó una carga radiactiva hasta
quinientas veces superior a explosiones como, por ejemplo, la de Hiroshima.
Es
el único accidente de este tipo al que se le ha colgado la terrible etiqueta de
“nivel siete”, el más alto y grave en la escala INES -Escala Internacional de
Accidentes Nucleares-. Para que nos hagamos una idea el terrible accidente en
la central de Fukushima, en Japón, pasó del 4 al 5, y finalmente al 7 en dicha
escala, pero con la salvedad de que el material radiactivo liberado a la
atmósfera ha sido, según estiman los expertos, un 10% del liberado en
Chernobyl. Vamos, una bestialidad que, como advertía unas pocas líneas atrás,
pudo ser mayor, de no ser porque ese día los vientos soplaban en la dirección
correcta, y evitaron que la nube mortal se posara sobre Pripyat, y que en
cuestión de segundos friera literalmente los pulmones de quienes permanecían
ajenos a esta amenaza invisible.
Invisible de no ser porque a primera hora y
sin previo aviso cientos de soldados del Ejército Rojo invadieron las calles,
obligando a cuanto ser humano se encontraron en su camino a evacuar la ciudad a
toda prisa, y en la mayoría de los casos en contra de la voluntad de un pueblo
que no era consciente de lo que se avecinaba. Los animales domésticos fueron
minuciosamente sacrificados. Nada se podía hacer por ellos salvo matarlos y
evitar que alguno lograra escapar a la zona de influencia del accidente,
contaminado hasta los huesos.
Testimonios, de esos que generalmente no tienen rostro,
hablan del incómodo silencio de Pripyat, de las sombras que recorren sus
calles, de los gritos de niños…
Y así, en apenas tres horas las sombras tomaron la ciudad, y
desde entonces ya nadie ha regresado. Porque las autoridades soviéticas
-entonces- establecieron un perímetro de seguridad a 30 kilómetros de distancia
del apocalipsis, y otro de extrema seguridad a diez de la propia central. Por
eso hoyen día, salvo científicos que, protegidos hasta las cejas, investigan
sobre el terreno, o militares que guarecen la zona de exclusión de miradas
curiosas, nadie más hay. Es como una cápsula que quedó anclada en un momento
puntual del tiempo, porque todavía hoy permanecen los símbolos de una época que
ya no existe: la hoz y el martillo sobre la Casa del Pueblo, la propaganda de
los líderes de entonces, la cartelería de las fiestas del régimen soviético… Y
quizás el punto más sorprendente del enclave: el parque de atracciones que
debía ser inaugurado apenas dos días después de la evacuación, y que ha quedado
en silencio, con las barquetas de la noria balanceándose al son de un viento
contaminado.
Han pasado 30 años desde que se desencadenó la catástrofe, y
desde entonces la ciudad está vacía de vida…
Pero éste también es lugar donde la leyenda ha germinado con
fuerza, y hay testimonios, de esos que generalmente no tienen rostro, que
hablan de extrañas sombras que recorren la ciudad, de gritos de niños en las
aulas, como si las puertas de éstas aún estuvieran abiertas para los alumnos,
de extrañas luces que como fuegos fatuos recorren algunas avenidas caída la
madrugada, del sonido propio del caos que se hubo de vivir en Pripyat cuando,
sin saber muy bien porqué, miles de personas fueron invitadas a salir huyendo a
toda prisa.
Por cierto, son muchas las veces en que se ha dicho que el
significado de Chernobyl es ajenjo, el “mal” que se asoma a las páginas del
Libro del Apocalipsis cuando asegura que “el nombre de la estrella es Ajenjo, y
convirtióse la tercera parte de las aguas en ajenjo; y muchos hombres murieron
a causa de esas aguas porque se habían vuelto amargas”. Porque si bien es
cierto que no ha habido un suceso más cercano al apocalipsis, tampoco hay que
vestir de misterio algo que no lo tiene, más allá de la falta de claridad que
continúa rodeando a un accidente de estas dimensiones. Y por cierto, el
significado real es “hierba negra” en este caso una especie de premoción de
cómo ha quedado el entorno de esta tierra vacía de vida; de esta ciudad de
sombras…
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