jueves, 16 de agosto de 2012
¿Que Ocurrió en el Incidente Vela?
Hace ahora casi 33 años, dos explosiones de gran intensidad
fueron detectadas en el Atlántico sin que sepamos aún con certeza cuál es su
origen.
El 22 de septiembre de 1979, un satélite de vigilancia
estadounidense -el Vela 6911- detectó dos destellos luminosos de gran
intensidad en el Atlántico Sur, entre África y la Antártida. La lectura de los
sensores ópticos del satélite no fueron demasiado claras pero pudo determinarse
que la potencia necesaria para generar algo de esa magnitud se encontraba
dentro del rango de dos a tres Kilotones. Los expertos suponen que pudo
tratarse de ensayos nucleares clandestinos de Israel o Sudáfrica, o bien de un
evento similar al que devastó Tunguska hace 100 años. ¿Que fue lo que originó
el Incidente Vela?
Estados Unidos puso en marcha el Proyecto Vela para realizar
un seguimiento de los ensayos nucleares que tenían lugar sobre la superficie o
en la atmósfera de nuestro planeta. En 1963, el Tratado sobre Ensayos de
Explosiones Nucleares (Partial Test Ban Treaty) había sido firmado por 130
países y prohibía todas las explosiones nucleares excepto las subterráneas, con
el fin de evitar las precipitaciones radiactivas. Desarrollado por DARPA
(Defense Advanced Research Projects Agency) y supervisado por la fuerza aérea
de ese país, el Proyecto Vela se apoyaba sobre tres pilares: Vela Uniform, que
intentaría la detección de explosiones nucleares subterráneas a través de los
eventos sísmicos relacionados; Vela Sierra, varios satélites diseñados para
detectar señales de explosiones nucleares en la atmósfera; y Vela Hotel, otros
satélites concebidos para detectar señales nucleares provenientes del espacio.
En principio el programa debía funcionar durante unos pocos años, pero la
robustez de los Vela -diseñados para funcionar durante 6 meses- hizo que se
extienda durante 26 años.
Había 12 satélites en total, seis del tipo Vela Hotel y seis
del Vela Sierra, y giraban en órbitas ubicadas ente 100 mil y 113 mil
kilómetros de altura, por encima de los cinturones de Van Allen. Estaban
provistos con 12 detectores externos de rayos X y 18 detectores internos de
neutrones y rayos gamma, que funcionaban gracias a la energía proporcionada por
sus paneles solares. También tenían dos sensores especiales capaces de detectar
destellos con duraciones menores al milisegundo, necesarios por que las explosiones
nucleares atmosféricas que eventualmente tendrían que reportar producen una
única señal de corta duración.
2 y 3 kilotones
En efecto, una explosión de este tipo emite un flash que
dura alrededor de 1 milisegundo, seguido por una segunda luz -más prolongada
pero menos intensa- que dura algunos segundos. Esto ocurre porque el primer
destello es alcanzado rápidamente por la onda de choque atmosférica -compuesta
de gas ionizado- que, aunque emite bastante luz, se vuelve rápidamente opaco y
oculta la explosión. No se conoce ningún fenómeno natural que pueda producir
este efecto, por lo que los Vela no tenían problemas en detectar estas
explosiones.
El 22 de septiembre de 1979, luego de haber informado con
éxito 41 explosiones nucleares correspondientes a otros tantos ensayos
efectuados por las superpotencias de la época, el satélite Vela 6911 registró
con sus sensores ópticos dos destellos extraños. Si bien tenían las
características habituales de explosiones nucleares atmosféricas, se habían
producido en una región del planeta -el Atlántico Sur, entre África y la
Antártida (47º S, 40º E)- en el que no se esperaba detectar algo así.
La potencia fue estimada de las explosiones fue de entre 2 y
3 Kilotones, de 10 a 20 veces menor a la de la Bomba de Hiroshima. La prensa
rápidamente llamó a estos destellos “Incidente Vela”. Los servicios de
inteligencia comenzaron a trabajar, y se barajaron dos hipótesis principales.
La primera de ellas, a la que se asignaba una mayor probabilidad, era que estos
flashes fuesen el resultado de dos detonaciones nucleares secretas
pertenecientes a Israel o Sudáfrica. La segunda, que un objeto proveniente del
espacio exterior -posiblemente un cometa o un meteorito- había detonado por el
recalentamiento sufrido al ingresar en nuestra atmósfera dando lugar a algo
similar al “Evento Tunguska” pero sobre el mar.
Sospechas de Sudáfrica
Si bien la prensa olvidó rápidamente el incidente, las
agencias de inteligencia querían saber a toda costa que era lo que había
ocurrido, y seguían todas las pistas. En aquella época, Sudáfrica había
comenzado con un programa de desarrollo de armas nucleares, y cuando Vela 6911
captó los destellos, varios barcos de la marina sudafricana se encontraban
efectuando maniobras en esa zona. Cuando todo parecía indicar que esta nación
era la responsable Mordechai Vanunu, un ingeniero nuclear israelí, reveló que
su país había estado desarrollando desde hacia 10 años su propio programa
nuclear en el desierto de Néguev, y había colaborado estrechamente con los
sudafricanos. Estas declaraciones hicieron suponer a muchos que ambas naciones,
en forma conjunta, habían efectuado las pruebas. Sin embargo, y aunque un
primer informe del gobierno de los Estados Unidos atribuía los destellos a una
explosión nuclear sudafricana, una comisión especial compuesta por expertos
designados por la administración Carter concluyó que, “al no haberse encontrado
radiación en las proximidades del evento”, no se podía asegurar que esta fuese
la causa del fenómeno.
Radiación en la zona
En medio de la confusión, se sumaron las voces de los
responsables del radiotelescopio de Arecibo (“hemos detectado un suceso inusual
en la ionosfera”), del gobierno de Australia (“Hemos registrado índices
anormales de radiactividad en la zona.”) y de los científicos encargados de
diseñar y supervisar el funcionamiento de los Vela (“el satélite ha funcionado
correctamente, y su fiabilidad queda demostrada al haber detectado ya 41
ensayos nucleares.”). El tiempo pasaba, y parecía que jamás sabríamos que
ocurrió. Pero en febrero de 1994, el Comodoro Dieter Gerhardt, en cuyo
currículo figuraban actividades tan diversas como “espía soviético”, “convicto”
y “comandante de la Base Naval Simon's Town en Sudáfrica”, sorprendió a todos
al declarar públicamente que “a pesar de no estar involucrado directamente,
puedo afirmar que el flash fue producto de una prueba atómica
Israelí-Sudafricana, cuyo nombre en código era Operation Phenix. Se suponía que
no sería detectada, pero el clima cambió y los norteamericanos la
descubrieron.” La reputación de Gerhardt no era la mejor, y el incidente
continuó sin tener una causa oficialmente reconocida. Tres años más tarde, en
1997, un periódico israelí citó al ex Ministro de Relaciones exteriores de
Sudáfrica quien confirmaba que el incidente Vela había sido una prueba nuclear
sudafricana. Sin embargo, y volviendo a sembrar las dudas, poco tiempo después
el funcionario declaró que sus dichos habían sido “sacados de contexto.”
Aún hoy muchos de los documentos relacionados con el
incidente permanecen como “clasificados” por distintos gobiernos, lo que ayuda
muy poco a aclarar lo ocurrido. La hipótesis que responsabiliza a un objeto
extraterrestre parece haber perdido fuerza, sobre todo luego de lo expresado
por los australianos respecto a la presencia de radiación en la zona. Es mucho
más probable que haya sido algún ensayo nuclear clandestino producido durante
la Guerra Fría, aunque todavía no lo sepamos con certeza. Dentro de algunos
años, cuando se liberen algunos de los documentos que permanecen en secreto,
quizas sepamos la verdad
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