domingo, 12 de agosto de 2012
La Zona 72
Una reducida franja de un kilómetro de largo por cien metros
de ancho situada a pocas cuadras del centro de la ciudad de La Plata, Buenos
Aires, Argentina reporta las características propias de una “ventana” que
replica desde hace por lo menos cincuenta años misteriosos fenómenos OVNI que,
a criterio de ufólogos que investigan sobre la profusa casuística allí detectada,
podría llegar a ser la expresión misma de una civilización -quizás porque no la
nuestra- que logra viajar, a través del tiempo, desde el futuro en el cual
actualmente se encuentra a este presente.
El área, rica en casos que se remontan a principios de la
década del 50, es denominada por los investigadores de la Fundación Argentina
de Ovnilogía (FAO) como La Zona 72, en honor a la avenida en la cual está
ubicada, entre las calles 10 y 20 de la capital provincial, en una extensión
lindera a las vías abandonadas del viejo Ferrocarril Provincial.
Luis Burgos, el referente de la FAO, explicó a Expedientes
Secretos que La Zona 72 se convierte hoy “en una acotada área de investigación
similar a la que puede ser el paraje El Espinillo, en Magdalena, o la estancia
La Esperanza, en Gobernador Ugarte, que son en definitiva puntos donde el
fenómeno tiende a reiterarse en diversas manifestaciones”.
La particularidad observada por Burgos es que así como en
esa misma característica encuadran geografías como el cerro Uritorco, en
Capilla del Monte, Córdoba; la localidad entrerriana de Victoria, y la de
Cachi, en Salta, esta zona ubicada al sudeste de La Plata “concentra episodios
muy significativos y relevantes, en un espacio por demás reducido”, tal como apuntó
Burgos.
En rigor el lugar ha dado pié a un repertorio variado de
fenómenos que incluyen avistamientos, OVNIS fantasmas, huellas deshidratadas y
hasta la presencia de humanoides que aceleraron los latidos de los ocasionales
testigos de experiencias que se suman a una cantidad de episodios con
antecedentes y repeticiones de lo que aún no existe explicación.
“No sabemos a ciencia cierta de qué se trata pero creo que
la sucesión de fenómenos abre la puerta a la posibilidad de atribuir toda esa
casuística a viajeros del tiempo, que estuvieron allí mucho antes de que esté
lo que se observa ahora o que ya están en lo que habrá ahí mismo en un futuro”,
aventuró el líder de la FAO.
En ese sentido argumentó que si esta hipótesis cobra fuerza,
se trataría de inteligencias que “suben y bajan en la misma zona geográfica,
pero luego de un viaje hecho a través del tiempo” y apuntó para darle más luz a
la explicación que “hoy no sabemos que puede haber en la Zona 72 dentro de 300
años”. Sin embargo, aquello que le da vida a este fenómeno, quizás ya lo sepa.
Activo como nunca
Si de algo está convencido Burgos es que por sobre todo en
estos últimos tiempos el fenómeno que se registra en la Zona 72 “está activo
como nunca” y aunque insistió en no tener elementos a mano para poder develar
la incógnita de porqué ahí, aseveró que “el punto de partida” más no sea
registral de los acontecimientos “es en la década del 50”.
La serie de casos que Burgos y su equipo de ufólogos han
registrado casi de sesenta años a esta parte revela no sólo una abundante
cantidad de episodios que hablan de la presencia de “una zona caliente” en
materia de fenómenos, sino de una amplia gamas de combinaciones en lo que a
manifestaciones extrañas refiere.
“Es rarísimo lo que pasa” puntualizó el investigador
platense “porque combina muchas cuestiones que se desprenden del relato de los
testigos” aunque, remarcó, uno de los casos más emblemáticos que ocurrió en esa
zona fue el las huellas encontradas
Los archivos de FAO atesoran la siguiente información: la
medianoche del 19 de diciembre de 1998, Gilberto Mario Sánchez, por entonces de
48 años, y un grupo de operarios trabajaban en la usina de OSBA, situada en el
parque Saavedra, es decir en el área de influencia de la Zona 72, cuando vieron
surcar el cielo platense un objeto piramidal, color gris, en dirección
Este-Oeste.
En realidad, la sorpresa llegó unos días después, cuando los
empleados de la planta encontraron en el predio, cerca de la pista de
aterrizaje de helicópteros, una huella anular reverdecida de unos cuatro metros
de diámetro a la que nadie le encontró una explicación que no proviniera de una
posibilidad misteriosa.
Lo curioso del hecho fue que debajo del césped en el que
apareció esa huella circular se encontraban almacenados en un piletón
subterráneo 11 mil litros de agua, en un área en el que lo sistemas técnicos de
monitoreo y las funciones mecánicas del depósito estaban comandadas por un
potente sistema trifásico.
Area acotada
Entre otras precisiones en torno a como entiende lo que
sucede en La Zona 72, Burgos sostuvo que “los fenómenos de recurrencia dan
lugar con el paso del tiempo a las denominadas ventanas, que están fuera de las
áreas consideradas calientes. Su característica -dijo- es que se dan en cortos
lapsos y en espacios geográficos acotados”.
“Sin duda, La Zona 72 es lo más acotada que hay comparable,
por ejemplo, con el arroyo El Espinillo en campos de Atalaya, Magdalena, o en
la estancia La Esperanza, en Gobernador Ugarte”, enfatizó el investigador que
para quien en el país no hay más que seis áreas reducidas donde se registran
fenómenos de recurrencia.
El ufólogo consideró un hecho plausible que exista una zona
tan diminuta en su extensión para favorecer las investigaciones, “dado que
quienes nos dedicamos a profundizar sobre estas cuestiones tenemos el fenómeno
delante de nuestras narices”.
El titular de FAO subrayó que en la Zona 72 los hechos que
se reiteran se suceden “como si el paso del tiempo nunca hubiera alterado nada”
y de allí que Burgos se plantee como interrogante “¿qué hubo en ese sitio o que
habrá en el futuro? La incógnita, hoy por hoy, está lejos de ser despejada.
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