Un equipo de científicos belgas apoya una teoría respecto a que los antiguos Mayas construían sus pirámides para que actuaran como resonadores gigantes para producir ecos extraños y evocativos.
Nico Declercq de la Universidad de Ghent y sus colegas han demostrado como las ondas de sonido rebotando alrededor de las hileras de escalones de la pirámide El Castillo, en las ruinas Mayas de Chichén Itzá cerca de Cancún en México, crean sonidos que representan la mímica del trino de un pájaro y el golpeteo de las gotas de la lluvia. El efecto de la llamada del pájaro, que se asemeja al gorjeo del quetzal (un ave sagrada dentro de la cultura maya), fue reconocido por primera vez por el ingeniero en acústica establecido en California, David Lubman en 1998. El ‘gorjeo’ puede hacerse sonar mediante una palmada que se produzca en la base de las escaleras.
¿Pero sabían los arquitectos de las pirámides qué es lo que estaban haciendo? Los cálculos de Declercq muestran que aunque hay evidencia que la pirámide fue construida para producir sonidos sorprendentes, probablemente jamás pudieron predecir con exactitud a qué sonidos iban a asemejarse. Declercq se pregunta si fue más bien el golpeteo de la lluvia y no lo del llamado del quetzal lo que pudo haber sido la intención del diseño acústico de El Castillo. “Puede que no sea una coincidencia”, dice; el dios de la lluvia jugaba un papel muy importante en la cultura Maya.
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