Acabando la primera década del siglo XXI podría pensarse que el proceso de la evolución de las especies se conoce completamente. Nada más lejos.
200 años después de la muerte de Charles Darwin, no sólo no se ha esclarecido el enigma, sino que hay más lagunas y más controversia que nunca. Esto se explica porque cuantos más datos conocemos, más posibilidades existen, y más conscientes somos de la complejidad del problema y de lo poco que sabemos.
Antes de que el hombre se diera cuenta de que los seres vivos “cambiaban” a lo largo del tiempo, ni siquiera había problema que resolver. Simplemente se pensaba que todos los animales, incluido el hombre, habían sido creados por Dios y desde el momento de la Creación habían permanecido inalterables hasta nuestros días (hecho que, por ejemplo, James Ussher Arzobispo anglicano del siglo XVII conocido por la Cronología del mundo que postuló, fechó en el año 4004 antes de Cristo).
Pero ya en vida de Darwin, en pleno siglo XIX, prácticamente nadie discutía que la evolución de las especies era un hecho. Hay quien le concede el título de “descubridor” de la Evolución, pero es inexacto. La verdadera revolución que Darwin introdujo en la comunidad científica fue identificar un nuevo “motor” de la Evolución, es decir, la razón por la cual las especies cambiaban: “la selección natural”.
El motor de la evolución
Habría entonces dos posibles problemas a plantear: ¿cuál es el motor de la evolución? Y ¿cómo se produce
Respondiendo a la primera pregunta, tradicionalmente hay cuatro motores propuestos para explicar la evolución:
El “Finalismo”, que se resume en que Dios es el que impulsa a los organismos a cambiar.
El “Ortogenismo”, que propone que la evolución se produce debido a una fuerza interna del propio animal (“misteriosa fuerza interna”, la llamó George Gaylord Simpson en 1953, muy crítico con esta teoría). Uno de los mayores exponentes de esta tendencia fue Lamarck, que proponía además la herencia de los caracteres adquiridos, teoría desbancada con la aparición de la Genética, y que sugería por ejemplo, que si una persona hacía mucho ejercicio en un gimnasio alcanzaría un nivel de musculatura que luego sería heredado por su descendencia. La teoría está obsoleta, pero hay una corriente denominada Neolarmarckismo, que trata de conciliar la herencia de los caracteres adquiridos con la genética.
El “Darwinismo” también quedó obsoleto por ser demasiado simple y por ser previo a los descubrimientos de Mendel, pero podemos hablar de “Neodarwinismo” o “teoría de la Síntesis”. Se basa en la aseveración de que la evolución de las especies se produce por la selección natural, es decir, por la supervivencia del más apto.
"El mutacionismo". Es el principal “enemigo” de la teoría de Darwin, y se opone a la teoría de la selección natural, afirmando que la mutación es la principal fuerza del cambio.
Evolución gradual o evolución a saltos
En segundo lugar cabría preguntarse cómo se produce la evolución, si de forma gradual como propone el Darwinismo, es decir, por acumulación de pequeños cambios; o de forma discontinua a saltos, como sugiere el mutacionismo.
Por ejemplo, el Kiwi es un ave sin alas que vive en Nueva Zelanda. Debido a la ausencia de depredadores en la isla, estas aves terminaron por “perder” las alas. ¿Pero las perdieron reduciéndose cada vez más hasta desaparecer? Esto sería lo que defendería Darwin. ¿O bien debido a una mutación los kiwis comenzaron a nacer sin alas, y debido a que la mutación era beneficiosa, o al menos inocua, se perpetuó en el tiempo?
Dejando este caso aparte, el registro fósil demuestra que las especies cambian muy rápidamente y luego permanecen estables largos períodos de tiempo. ¿Y esto qué significa? ¿Que las especies cambian de golpe? ¿Que el registro fósil está incompleto y debemos seguir buscando eslabones intermedios?De cualquier manera tampoco hay que olvidar que los fósiles sólo evidencian las estructuras óseas, habiendo otras partes del cuerpo que pueden cambiar mucho o poco pero no dejar ningún rastro fósil.
Cuestiones a resolver
Por lo tanto este punto tampoco está claro, porque el registro fósil está incompleto y faltan eslabones. ¿Demuestra esta ausencia de fósiles intermedios que la evolución se produce de forma discontinua como defiende el mutacionismo, y que del huevo de un lagarto nació un buen día un mamífero? ¿O es que tenemos que seguir buscando hasta que aparezcan todos los fósiles de criaturas intermedias que aún no hemos encontrado? ¿Realmente existirá un eslabón perdido entre el hombre y el mono? No se sabe. Aún hoy sigue siendo un misterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario