lunes, 9 de noviembre de 2020
¿Cuál es el Origen de la Iglesia Católica?
La Iglesia Católica
Romana sostiene que su origen se encuentra en la muerte, resurrección
y ascensión de Jesucristo aproximadamente en el año 30 de nuestra
era. La iglesia Católica se proclama a sí misma como la Iglesia por
la que murió Jesucristo, la Iglesia que fue establecida y construida
por los apóstoles. ¿Es ese realmente el origen de la Iglesia
Católica? Por el contrario.
Aún una lectura superficial del Nuevo
Testamento revelará que la Iglesia Católica no tiene su origen en
las enseñanzas de Jesús o Sus apóstoles. En el Nuevo Testamento,
no hay mención del papado, la veneración o adoración de María (o
de la inmaculada concepción de María, la perpetua virginidad de
María, la ascensión de María, o María como co-redentora y
mediadora), las peticiones a los santos en el cielo por su
intercesión, la sucesión apostólica, las ordenanzas de la iglesia
funcionando como sacramentos, el bautismo infantil, la confesión de
pecados a un sacerdote, el purgatorio, las indulgencias, o la
autoridad paralela de las tradición eclesiástica y la Escritura.
Así que, si el origen de la Iglesia Católica no se encuentra en la
enseñanzas de Jesús y Sus apóstoles, como están registradas en el
Nuevo Testamento, ¿cuál es el verdadero origen de la Iglesia
Católica?
Durante los primeros
280 años de la historia cristiana, la cristiandad fue prohibida por
el imperio romano, y los cristianos fueron terriblemente perseguidos.
Esto cambió después de la “conversión” del emperador romano
Constantino. Constantino “legalizó” el cristianismo en el Edicto
de Milán en el año 313. Después en el 325 d.C. Constantino convocó
al Concilio de Nicea en un intento por unificar la cristiandad.
Constantino visualizó el cristianismo como una religión que pudiera
unir al Imperio Romano, el cual en ese tiempo comenzaba a
fragmentarse y dividirse. Mientras esto hubiera parecido ser un
desarrollo positivo para la iglesia cristiana, el resultado fue todo
menos positivo. Al igual que Constantino se negó a adoptar de lleno
la fe cristiana, sino que continuó con muchas de sus creencias y
prácticas paganas; así también la iglesia cristiana que
Constantino promovió era una mezcla del verdadero cristianismo con
el paganismo romano.
Constantino
descubrió que con la gran extensión del Imperio Romano, tan diverso
y expansivo, no todos accederían a renunciar a sus creencias
religiosas y abrazar el cristianismo en su lugar. Así que
Constantino permitió, y aún promovió la “cristianización” de
la creencias paganas. Y así, creencias completamente paganas y
totalmente antibíblicas le dieron nuevas identidades al
“cristianismo” Algunos claros ejemplos de ello son los
siguientes:
(1) El Culto a Isis,
una religión de la madre-diosa egipcia, fue absorbida dentro del
cristianismo, reemplazando a Isis con María. Muchos de los títulos
que fueron usados por Isis, tales como “Reina del cielo”, “Madre
de Dios”, y “theotokos” (quien dio vida a Dios) fueron
adjudicados a María. Se le concedió a María un exaltado papel en
la fe cristiana, mucho más allá de lo que la Biblia describe de
ella, para atraer a los adoradores de Isis a la fe, que de otro modo
no hubieran adoptado. Las primeras claras señales de la Mariología
católica ocurrieron en los escritos de Origen, quien vivió en
Alejandría, Egipto, el cual resultaba ser el punto focal de la
adoración a Isis.
(2) El Mitraísmo
era una religión en el Imperio Romano del I hasta el V siglo d.C.
Era muy popular entre los romanos, especialmente entre los soldados
romanos, y posiblemente fue la religión de muchos emperadores
romanos. Mientras que nunca se le concedió un estatus “oficial”
al Mitraísmo en el Imperio Romano fue de hecho la religión oficial,
hasta que Constantino y los siguientes emperadores romanos
reemplazaron el Mitraísmo con el Cristianismo. Una de las
características claves del Mitraísmo era una comida de sacrificio,
la cual consistía en comer la carne y beber la sangre de un toro.
Mitras, el dios del Mitraísmo, estaba “presente” en la carne y
la sangre del toro, y cuando eran consumidas, se otorgaba la
salvación a aquellos que tomaban parte en la comida del sacrificio.
(teofagia, la práctica de comer el cuerpo de un dios). El Mitraísmo
también tenía siete “sacramentos”, haciendo que las similitudes
entre el Mitraísmo y el catolicismo Romano sean demasiadas para ser
ignoradas. Constantino y sus sucesores fundaron un fácil substituto
de la comida sacrificial del Mitraísmo en el concepto de la Cena del
Señor / La Comunión Católica. Tristemente, algunos de los primeros
cristianos comenzaron a añadir el misticismo a la Cena del Señor,
rechazando el concepto bíblico de un simple acto de adoración y
recordatorio de la muerte y derramamiento de sangre de Cristo. La
romanización de la Cena del Señor hizo la transición a una
consumación del sacrificio de Jesucristo, conocido ahora como la
Misa Católica / la Eucaristía.
(3) La mayoría de
los emperadores romanos (y ciudadanos) eran enotistas. Un enotista es
alguien que cree en la existencia de muchos dioses, pero que tiene un
enfoque primario en un dios en particular, o considera a un dios en
particular como supremo sobre los otros dioses. Por ejemplo, el dios
romano Júpiter, era supremo sobre el “panteón” (la totalidad de
los dioses) romano. Los marinos romanos con frecuencia eran
adoradores de Neptuno, el dios de los océanos. Cuando la Iglesia
Católica absorbió el paganismo romano, simplemente reemplazó el
“panteón” de dioses con los santos. Así como el panteón de
dioses romanos tenía un dios del amor, un dios de la paz, un dios de
la guerra, un dios de la fuerza, un dios de la sabiduría, etc., la
Iglesia Católica tiene un santo que “está a cargo” de cada una
de estas características, y existen muchas otras categorías.
Igualmente, así como muchas ciudades romanas tenían un dios
específico para la ciudad, también la Iglesia católica provee sus
“santos patrones” para las ciudades.
(4) La supremacía
del obispo romano (el papado), fue creado con la ayuda de los
emperadores romanos. Siendo la ciudad de Roma el centro de gobierno
del imperio romano, y con los emperadores romanos viviendo en Roma,
la ciudad de Roma se levantó como preeminencia en todas la facetas
de la vida. Constantino, y sus sucesores, dieron su apoyo al obispo
de Roma como el supremo gobernante de la iglesia. Desde luego, era
mejor para la unidad del imperio romano, que el gobernante y la sede
de la religión se encontraran centrados en el mismo lugar. Mientras
que muchos otros obispos (y cristianos) se resistieron a la idea de
que hubiera un obispo romano supremo, eventualmente el obispo romano
se elevó a la supremacía, a través del poder y la influencia de
los emperadores romanos. Cuando el imperio romano se colapsó, los
papas tomaron el título que previamente había pertenecido a los
emperadores romanos – “Pontificus Maximus”.
Se pueden dar muchos
otros ejemplos, pero estos cuatro pueden ser suficientes para
demostrar el verdadero origen de la Iglesia Católica. Desde luego,
la Iglesia Católica Romana niega el origen pagano de sus creencias y
prácticas. La Iglesia Católica disfraza sus creencias paganas bajo
capas de complicada teología. La Iglesia Católica excusa y niega su
origen pagano tras la máscara de la “tradición eclesiástica”.
Reconociendo que muchas de sus creencias y prácticas son totalmente
ajenas a la Biblia; la Iglesia Católica está forzada a negar la
autoridad y suficiencia de las Sagradas Escrituras.
El origen de la
Iglesia Católica es el trágico compromiso del cristianismo con las
religiones paganas que la rodeaban. En vez de proclamar el Evangelio
y convertir a los paganos, la Iglesia Católica “cristianizó”
las religiones paganas, y “paganizó” el cristianismo. Al mezclar
las diferencias y borrar las características distintivas, si, la
Iglesia Católica se hizo a sí misma atractiva a la gente del
imperio romano. Uno de los resultados fue que la Iglesia Católica se
convirtiera en la religión suprema en el “mundo romano” durante
siglos. Sin embargo, otro resultado fue la más dominante forma de
apostasía del cristianismo del verdadero Evangelio de Jesucristo y
la verdadera proclamación de la Palabra de Dios.
2 Timoteo 4:3-4
declara, “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana
doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la
verdad el oído y se volverán a las fábulas.”
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