Bryan pertenecía a una familia de clase alta. Según testigos, el chico regresaba de la escuela hacia su casa y desde allí nunca nadie más lo vio. Hubo tan solo tres cartas dirigidas a su familia escrita por su puño y letra en la cual el chico decía estar bien y que no se preocuparan por él, que había elegido marcharse con amigos nuevos que había conocido y que iba a empezar una nueva vida. En las cartas agradecía a sus padres por todo y decía que los quería mucho y los iba a seguir queriendo, pero que había entendido que su propósito en la vida era otro… era convertirse en alguien mejor.
Tras un análisis las autoridades determinaron que la letra correspondía efectivamente a la de Bryan así que la policía y sus padres comenzaron una búsqueda frenética por toda la ciudad la cual luego derivó en una pesquisa a nivel país. Cada semana aparecían sus padres en los programas de TV y noticieros rogándole a su hijo o a sus posibles captores que lo dejaran regresar a casa, pero no hubo caso, en respuesta los padres recibieron la última carta escrita por el muchacho en la cual pedía a sus padres que por favor dejaran ya de buscarlo, que él no iba a volver y que estaba mucho mejor que cuando estuvo con ellos.
En la carta pedía también de forma casi urgente que vendieran todos sus juguetes y que la estampilla de esa carta que había mandado la juntaran con la colección de estampillas que él tenía y la vendieran también. Sus padres destrozados a medida que pasaba el tiempo entendieron que Bryan simplemente ya no iba a volver. Poco a poco el interés público se fue perdiendo, pasaban los años y los hechos noticiosos más actuales terminaron sepultando este extraño caso.
Pasaron casi 25 años hasta que la desaparición de Bryan tuvo un horrendo vuelco y el caso tuvo que reabrirse. Sucedió que sus padres nunca hicieron lo que el chico había pedido en esa última carta, no vendieron sus juguetes ni la colección de estampillas, pero ya después de tanto tiempo y entendiendo que su hijo no tenía ningún interés en regresar con ellos decidieron desprenderse de algunas cosas para así avanzar y guardar el recuerdo en su corazón más que en las cosas materiales. Sin embargo, la colección de estampillas que el chico mencionaba en su última carta nunca apareció por ningún lado.
No estaba en su habitación, ni en el sótano, ni en el garaje, ni en la escuela, nunca nadie recordaba que Bryan tuviera siquiera una colección de estampillas ¿entonces por qué había pedido que sacaran la de su carta para juntarla con las otras y venderla? La triste revelación vino cuando su padre extrañado fue al calentador de agua que tenía hirviendo en la cocina y con mucho cuidado acercó la carta al vapor para poder así desprender la estampilla sin dañarla. Una vez conseguido el objetivo el hombre la examinó por unos segundos, luego temblando cayó de rodillas al suelo dando un espeluznante alarido de horror.
La esposa al no comprender que estaba pasando tomó la estampilla y tras examinarla no pudo contenerse, comenzó a retorcerse en el suelo, se arrancaba los cabellos, lloraba y gritaba como una verdadera anciana desquiciada mientras que el hombre no paraba de darle puñetazos a la pared, aun cuando sus manos no paraban de sangrar…
Allí al reverso de la estampilla, escrito por el puño y letra de Bryan estaba el siguiente y diminuto mensaje:
“Me secuestraron
me cortaron ambas piernas
No dejen de buscarme
Los amo"
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