Quería tener una voluntad tan fuerte que destruyera mi inseguridad personal.
Simplemente tenía que engañar a los niños con mi joven apariencia que nunca desvanecerá, odiaba esto pero poco me empezó a gustar mi engañosa apariencia, supongo que ese sentimiento de satisfacción empezó a nacer cuando comencé a probar la carne fresca.
“El rico se cansa de comer la mejor carne todo los días”
Yo ya me había hartado de comerme a los ancianos. A raíz de esto empecé a ir por mejores presas, más frescas y más jóvenes y como si el mismísimo dios las hubiera puesto frente de mi empezaron a caer las jóvenes en mis colmillos llenos de veneno. La lista local de desaparecidos creció muy rápido, así como mi profesión creció.
“Si vas a hacer las cosas por lo menos hazlas bien.”
“Vuélvete en el mejor en aquello que te guste hacer”
Esas era las líneas que repasaba todos los días en mi cabeza, era mi voluntad, tan fuerte que mi camino hacia el cielo tenía elevador asegurado. Yo quería ser el vampiro más temeroso que había existido, y lo estaba logrando. Quien pensaría que un niño llorón como yo terminaría siendo un matón en serie.
Mi última víctima dijo:
“Todos jalamos el gatillo en algunas ocasiones, esa es la maldición que tenemos de nacimiento”
Ahora era mas fuerte pero al mismo tiempo me sentía más vacío al haber entendido a la perfección sus palabras penetradoras. Ella siempre hablaba con una verdad innegable. Yo había comido mi propia carne solo para terminar con mi inseguridad.
“Pronto seré perfecto?”- Le pregunte a mi víctima, a mi maestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario