Con este nombre literario del libro de Isabel Allende se bautizó en la prensa el caso. Una vivienda bastante humilde que se puso en alquiler en la calle Dr. Barraquer y fue ocupada por un matrimonio con un niño de dos meses.
Apenas se mudó la pareja empezó a escuchar ruidos, a notar descensos de temperaturas y muy mal clima. Acabaron abandonando la casa meses después porque el niño enfermó misteriosamente. Además, quitaron el papel pintado que cubría las paredes y descubrieron una serie de pintadas esotéricas.
El caso se hizo conocido porque cuando se fue la familia, los vecinos dijeron que en ese piso se oían golpes y se movían muebles.
Se sabe que entre las pintadas apareció el nombre de Charo.
La historia viene recogida en El gran libro de las casas encantadas, de Clara Tahoces, quien averiguó que en la casa vivió una persona que supuestamente se dedicaba a la videncia y que se llamaba Charo.
Ya por aquella época el diario El Mundo titulaba: «Los poltergeist toman un piso en Coslada. Los vecinos dicen que hay ruidos extraños en una vivienda que está vacía».
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