La pareja era querida y admirada por todos. En el pueblo se vivía muy bien, la gente era tranquila y alegre. Pero un día, llegó al lugar una misteriosa mujer que aunque era muy hermosa, brotaba de sus ojos una oscuridad profunda y malévola.
A los días de la llegada de esa mujer al pueblo, se encontró con Federico, cuando lo vio, se hizo pasar por una mujer desvalida y le dijo que se había lastimado el pie, Federico le ofreció su ayuda.
El muchacho subió a la mujer en el caballo y la llevó hasta su casa en lo profundo del bosque. Cuando llegaron al lugar, la mujer le invitó a pasar, a lo que éste aceptó, pues se encontraba como hipnotizado por la belleza de aquella mujer.
Federico le preguntó su nombre y ella le dijo que se llamaba Sara. El hombre le hizo saber que le parecía muy hermosa, y Sara comenzó a seducirlo, Federico reaccionó diciéndole que eso no podía ser y cuando intentó irse, la mujer lo amenazó con la muerte de su amada, Federico pensó que la mujer estaba loca y huyó.
El día de la boda, el pueblo se encontraba atento a la ceremonia, mientras tanto Sara vigilaba muy de cerca a Victoria. Durante la celebración, Sara se las ingenió para acercarse a la novia y ofrecerle un brindis, a lo que Victoria aceptó.
La noche de bodas, Victoria comenzó a sentirse indispuesta, hasta que cayó en cama. Pasaron los días y empeoraba, nadie entendía lo que pasaba. De pronto a Victoria le comenzaron a salir llagas por todo su cuerpo.
Federico no la abandonaba, mientras que Victoria sufría de dolor. Finalmente, Victoria falleció y al limpiar el lecho de muerte, los sirvientes observaron con terror, cómo gusanos salían del colchón y bajo la almohada había una nota que decía:
“Espero que seas muy feliz con tu hermosa esposa. Sara”.
El sufrimiento de Federico creció, pero su odio hacía aquella mujer era aún más fuerte. Ordenó su decapitación, pero al buscarla nunca apareció.
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