El simbolismo del Hilo de Ariadne viene tomado del Mito de Teseo y el Minotauro. En el mito esta cuerda dorada guía a Teseo en su descenso al inframundo (el laberinto donde yace oculto el minotauro). Todo allí es alegórico. El hilo simboliza la sabiduría, el conocimiento, la luz –pues de hecho, el resplandor del hilo ilumina la oscuridad del lugar. El laberinto bajo tierra, el descenso del héroe, el camino intrincado por los oscuros y difíciles pasajes del lúgubre subterráneo, todo aquello, incluso Ariadne, el minotauro, etc, nos habla derechamente de un proceso de iniciación. El mito en sí, la leyenda, no es más que un arquetipo de la Iniciación Aria en Amor, lo mismo que vendrá a ser, en el espacio de influencia alemana, ese otro arquetipo llamado Parsifal.
En su esencia Teseo no es un griego, sino un atlante, esto es, un thuliano. Su padre mítico es Poseidón. La versión griega de este arquetipo mítico cuenta que habiendo llegado a la Isla de Creta el héroe Teseo enamorose de Ariadne, la hija del rey Minos y hermanastra del Minotauro. Ariadne, como todo en el mito, es también un arquetipo, un simbolismo, una alegoría. Su nombre Ariadne (del griego Ariadne Ἀριάδνη –y no Ariadna) significa "nacida Aria". Con lo que el mito ya nos indica cuál es su significación dentro del relato. Ella provee las armas con las que el héroe deberá enfrentar y vencer al Minotauro. Esas armas son una espada mágica y un hilo dorado, cuyo resplandor servirá para iluminar el laberinto e indicar el camino de retorno al exterior.
El mito de Teseo y el Minotauro es, por tanto, la alegoría de un proceso de iniciación. Se trata allí de la iniciación del héroe individual –pero también del héroe arquetípicamente considerado. El héroe arquetípico es la raza de un pueblo. Así, lo que el mito señala es válido para el individuo lo es también para el pueblo al que el individuo pertenece. En otras palabras, y sirviéndome del vocabulario jungueano, lo que es aplicable para el inconsciente individual, lo es también para el inconsciente colectivo.
El mito de Teseo y el Minotauro señala, en este sentido, un sendero de Iniciación, de la Iniciación aria. El que Ariadne, la nacida aria, presida los misterios de esta iniciación, es ya muy decisivo. En su significación individual, el mito señala que el iniciante deberá descender al inframundo donde tendrá que vencer sus propios miedos y temores. El viaje por los pasajes del laberinto no es sino un viaje a sí mismo, a lo más profundo de sí, al alma.
Toda iniciación es, alegóricamente hablando, una introducción al alma, un viaje a sí mismo, donde el héroe deberá combatir y vencer sus propios temores, sus propios miedos. Esos miedos y temores vienen muchas veces representados por la figura del animal–hombre, la bestia–hombre, que en el caso de este mito está simbolizada por la figura del Minotauro, que es mitad hombre y mitad toro. Así, lo que el héroe deberá vencer de sí es su naturaleza sub–lunar, telúrica, puramente material, representada en el mito por el monstruo que yace oculto en lo más profundo del laberinto, en el lado más oculto del alma. De este modo, el mito revela que toda iniciación es un proceso de espiritualización, de estelarización, de mayor proximidad a nuestra naturaleza estelar y divina. Arquetípicamente hablando el mito refiere el mismo misterio, pero aplicado ahora al héroe entendido no como un individuo, sino como el arquetipo de una raza, de un pueblo. Toda raza auténtica, se entiende, posee un alma, un arquetipo. Ese arquetipo encarna en el héroe natural o mítico. Su destino es el destino de su raza. De allí la importancia que debe tener para un pueblo sus mitos y leyendas.
No obstante lo anterior, para nosotros, el mito de Teseo y el Minotauro importa, también, por otras razones. Fundamentalmente por el simbolismo del hilo de Ariadne, el cordón dorado de la Tradición. El hilo de Ariadne, la nacida aria, es la cuerda invisible que anuda todos los momentos de la tradición ario–arkhanen de los orígenes. Sin ese cordón dorado la tradición, quizá, se habría perdido. Esta tradición se hunde en la noche de los tiempos. Para rastrear sus orígenes y surcar sus inicios hay que transportarse a una edad, a una época, ante–histórica, y, ciertamente, antediluviana. Pues aunque su auténtico iniciador, entre nosotros, es el mítico y desconocido Yrmion, discípulo de Arpha (y probablemente Arpha mismo), las leyendas y relatos que en torno a estos sabios se tejen, refieren todas una época de los días de la Atlántida, época de esplendor de los dioses sobre la Tierra, conocida en Las Bodas Arkhanen con el nombre de Vaiära.
La leyenda cuenta que imposibilitado de abandonar la Tierra Interior (la Tierra Hueca), por razones sobre las que cabe especular, Arpha (probablemente Orfeo en la tradición griega)[4], el último sabio Atlante de la tradición, instruyó a sus discípulos Yrmion y Lin que custodiaran las enseñanzas transmitidas a él secretamente, por los sabios que habitan el interior de la Tierra (la tierra interna del Schwarze Sonne) de modo que no se perdieran, e iluminaran el camino de los que habrían de liderar el retorno definitivo a la patria ancestral, a la dorada edad de los orígenes, a Akasära, en los postreros días del Bhumära, conocido también como Kali Yuga por los cultores de la filosofía hindú. Ése es el mítico origen del hilo de Ariadne. Allí se inicia auténticamente la tradición ario–arkhanen.
Arpha, Yrmion y Lin son arquetipos del mito, la leyenda. Pero las historias que refieren, aunque ligadas al mito y preformadas en la estructura del arquetipo, arrancan de hechos históricos –esto es, de hechos que bien pueden documentarse en la evidencia, en el dato duro de lo empírico, en el análisis y la crítica del mito comparado, etc. Si atendemos a los ariosofistas (término que, aunque acuñado por Lanz von Liebenfels, sirve para designar, de manera general, a la mayoría de los investigadores y escritores austro–alemanes de la tradición que se dieron cita entre el último cuarto de siglo del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX) la larga tradición ario–arkhanen debió haberse originado aproximadamente unos 6000 años antes de la Era Común (esto es, antes de Cristo), por lo que, a la fecha, contaría con más de 8000 años de historia. Esa tradición fue inaugurada en occidente por Yrmion, el mítico Arminio–Hermann[5] que en la tradición hermética es Hermes Trismegistos. Yrmion es, además, el padre de los Yrmionen o Armanen[6], de la Armanenschaft o Sociedad Armanen, de la que nos habla profusamente, en muchos de sus libros, Guido von List. Lo que confirma la afirmación de Tarnhari, según la cual, el origen de la auténtica Sociedad Armanen hállase, en realidad, en una época muy anterior a la del siglo I de la era cristiana.
Sobre la Sociedad Armanen de List, primer faro visible de la tradición, cabe, quizá, decir unas cuantas cosas previas. La afirmación de que List se basó en Tácito para reconstruir ese remoto pasado de los ario–germanos es, probablemente, no muy afortunada, o no muy certera[7]. List cita a Tácito, pero no se basa en él. Hay, en esto, una diferencia considerable. Tácito, en su libro, señala que los germanos estaban compuestos básicamente por tres tribus: los Ingævones, los Istvæones y los Hermiones –en alemán: los Ingävonen, los Istväonen y los Hermionen, respectivamente. List afirma que los Ingävonen, los Istväonen y los Hermionen (Yrmionen–Armanen) no son tribus germánicas, sino clases sociales que cumplen una función diferenciada al interior de la sociedad germánica antigua. La leyenda hermética afirma que los Ingävonen, los Istväonen y los Hermionen (Yrmionen–Armanen) son los descendientes de los hijos de Manus, quien es, a su vez, hijo de Tuisco[8]. El nombre Hermionen es una evocación lejana del nombre Hermann. Pero Hermann, en sí, es Armin, eco del nombre kálico Yrmin o Yrmion[9]. Es en éste, y no en los Hermionen de Tácito, en quien se basa List para fundamentar el origen de los Armanen. Y es este mismo Yrmion, proto–maestro y guía desconocido del esoterismo arkhanen, quien en la enseñanza hermética figura como Hermes Trismegistos, el tres veces grande fundador del hermetismo.
La tradición ario–arkhanen que hemos llamado aquí como el Hilo de Ariadne, arranca, por tanto, unos seis mil años antes de Cristo, con Yrmion. Sobre Yrmion he escrito extensamente en mi libro Arkhana Nemoris. Por lo que respecta a este libro, nos deberá bastar con saber que Yrmion es el fundador de la tradición ario-arkhanen, mítico iniciador de la armanenschaft de List, y creador de una escuela esotérica antigua de la que son herederas las escuelas de pensamiento en que fueron formados los más diversos sabios de la antigüedad, entre quienes destacan los órficos, Solon, Pitágoras, Anaxágoras, Demócrito, Platón, Euclides, Heráclito, Empédocles, Parménides, y muchos otros cuya sola enunciación aquí nos obligaría a extender este listado por páginas y páginas.
En el siglo I, en Germania, la tradición iniciática, custodia del esoterismo ario–arkhanen, fundada por Yrmion seis mil años antes, cobra la forma de una élite sacerdotal conocida como Sociedad Armanen o Armanenschaft. Esta comunidad de sabios gozó de una existencia pública y de una amplia aceptación entre los pueblos germánicos hasta muy avanzado el siglo VIII de la era cristiana. Pero entonces, les sobrevino una persecución horrenda, protagonizada por las hordas cristianas, que les obligó a ocultarse, e incluso a auto-exiliarse en otros lugares, como Escandinavia e Islandia. Ello marcó el inicio de un largo y extenso período de clandestinidad que se mantuvo, con relativa rigidez, hasta mediados del siglo XIX. De este período de clandestinidad cabe destacar que hubo, desde el siglo XIII en adelante, una etapa caracterizada por un tipo de apertura que, sin dejar de actuar en la clandestinidad, tuvo definitivamente otros rasgos y otras manifestaciones. Entonces, los sabios armanen comenzaron a hacer pública su doctrina a través del encriptamiento de sus enseñanzas, sus símbolos. Ésta fue transmitida por medio de la heráldica, la arquitectura, la toponimia, el folclore, las leyes y las instituciones que se dieron cita, a partir de entonces, entre los pueblos teutónicos.
Una de estas emblemáticas instituciones fue el Tribunal Vehmico o Femegericht. Contrariamente a lo que ha salido a la luz por los deformadores de la historia oficial el Tribunal Vehmico jamás fue una institución al servicio de los intereses de la Iglesia, o del cristianismo; o, mejor dicho, lo fue sólo en un sentido exotérico, pues esotéricamente hablando los tribunales vehmicos no fueron sino células secretas o clandestinas de la antigua sociedad armanen, surgidas a mediados del siglo XIII en Westfalia –nuevamente Westfalia, donde antaño se hallara el Osnig, nominación histórica del mítico bosque de Neg-aal– con el expreso propósito de continuar la tradición, en condiciones de clandestinidad y ostracismo. Esos tribunales vehmicos constituyen los auténticos antecedentes históricos directos de la Ordo Tragula Aurea, fundada en 1712 por el misterioso Baron von Edelweg. La que, aun cuando fuese decidida en 1344 en la antigua localidad de Ker Kasser, según las actas de su fundación, debe al siglo XVIII su escenificación en el concierto de las órdenes y sociedades secretas que a partir de entonces custodiaron la tradición.
Con todo, el contenido y significado de los tribunales de la Vehme sigue siendo aun un asunto tan hermético y mistérico, que no extraña la cantidad de especulaciones erradas a que ha dado lugar entre los investigadores del kali yuga. Quizá sea tarea nuestra, algún día, revelar el verdadero sentido de los tribunales vehmicos y desentrañar su auténtico esoterismo: se podrá apreciar entonces con nitidez el genuino talante de una de las instituciones germanas más misteriosas del medievo –tan misteriosa que ni con toda la documentación del mundo a la vista se podrá dar siquiera con la mitad de lo que realmente fueron, en su esencia esotérica, esos auténticos tribunales de justicia.
En 1712, ocho barones venidos de Alemania se dieron cita en Westfalia para fundar secretamente una sociedad a la que llamaron Ordo Tragula Aurea (O.T.A.). De esa sociedad no sabemos nada, excepto el hecho que fue fundada en 1712 en Westfalia. En las actas se hace mención a los ocho caballeros libres que participaron de su fundación, pero no se menciona el nombre de ninguno de ellos, salvo el del Baron que aparece firmando, como presidente de la Orden, el acta de su fundación. Su nombre es Klaus von Edelweg. Las actas, por otra parte, hacen referencia a un extraño convenio contraído aparentemente en 1344 en la mítica ciudad de Ker Kasser[10]. Nada, tampoco, sabemos sobre ello. Sobre la Ordo Tragula Aurea hablarán luego Sebotendorf y particularmente Guido von List.
La Ordo Tragula Aurea (O.T.A.) cumple un rol fundamental en el hilo de la tradición. De hecho, fue la entidad secreta de la que emanaron luego, a comienzos del siglo XX, órdenes germanas emblemáticas como la HAO de Von List, la Germanenorden de Fritsch y la Sociedad Thule de Sebottendorf. Es éste, por cierto, un hecho poco conocido, documentado únicamente en el Deutsche Mystik de Sebottendorf y en Las Enseñanzas de Urur de Gabriel Grenze. Según Sebottendorf, la mayor parte de los miembros dirigentes de estas órdenes pertenecían o habían pertenecido a la O.T.A. Él mismo, de hecho, había tomado contacto con esta Orden a través de su filial en Constantinopla, dirigida por un pariente de Heinrich von Sebottendorf, tutor y padre adoptivo de Rudolf von Sebottendorf –por cuya gracia éste adoptó el título y la condición nobiliaria. Este contacto fue posible gracias a los vínculos existentes entre una orden mística turca conocida como Baktashi, sobre la que Sebottendorf había estado investigando y escribiendo[12], y la filial turca de la O.T.A., que agrupaba de manera exclusiva a los alemanes que residían en Salónica, Estambul y lugares aledaños. Hubo también otras dos filiales de la O.T.A. germana fuera de Alemania. Una, la más pequeña y desconocida, se instaló en la ciudad de Zaragoza, España. La otra tuvo como epicentro Alejandría. Sebottendorf fue iniciado en la O.T.A. turca de tesalónica, con asiento en Estambul. De vuelta a Alemania en 1913 tomó contacto de inmediato con la O.T.A. germana, cuya sede central se hallaba en Magdeburgo. La expresión exotérica y visible de la Orden, en Alemania, había cristalizado en diversas sociedades secretas, a partir de 1912, cuyo secretismo era semi–público. Sebottendorf se unió a una de éstas, la Germanenorden y organizó su filial en Bavaria, cuyo nombre exotérico fue Thule Gesellschaft (Sociedad Thule). A esta Orden pertenecieron miembros emblemáticos del futuro NSDAP, como Rudolf Hess y Alfred Rosenberg[13]; pero, quizá, más importantes que éstos, fue la pertenencia al grupo de Dietrich Eckart, quien si atendemos al testimonio de Sebottendorf, habría sido el auténtico iniciador de Hitler.
En 1926, una filial de la O.T.A. de Magdeburgo se creó en la pequeña ciudad de Detmold, cerca de Hannover. Su fundador fue Ernst Lauterer, más conocido entonces como Tarnhari. Tarnhari basó su autoridad para la creación de la nueva filial en su pertenencia secreta a una antigua orden ya desaparecida, creada al alero de la O.T.A., con residencia en Magdeburgo, llamada Holzweg Gesellschaft. La Holzweg Gesellschaft, de la que también escribe Sebottendorf en su libro Deutsche Mystik, constituye el núcleo hermético más importante de todos cuantos tuvieron lugar en Alemania, inspiradas o surgidos a instancias de la O.T.A. germánica. Es, también, el centro esotérico peor conocido por su extremado secretismo y hermetismo a ultranza.
Según Tarnhari la Holzweg Gesellschaft fue creada por un místico y vidente germano, iniciado en la O.T.A. turca, igual que Sebottendorf, conocido esotéricamente como Urlaftarhari y exotéricamente como Urur. Urur apareció repentinamente en la vida de Tarnhari cuando éste tenía apenas 16 años. El impacto que produjo en su vida fue verdaderamente profundo. El primer encuentro entre Urur y Tarnhari se produjo en Enero de 1890. Tarnhari cuenta que luego se unieron a Urur otros dos miembros, cuyas identidades jamás quiso revelar[14]. La Orden operó en Magdeburgo entre 1890 y 1896, fecha en la que el misterioso Urur desapareció entre los macizos montañosos del Altai que confluyen en el extenso desierto del Gobi. Sobre la Orden que fundó nada más se supo jamás. Pero en 1926 Tarnhari la revivió al alero de la O.T.A., y contó entre sus miembros probados a un tal Konrad de Lüben, miembro importantísimo de la Orden, por el misterio que va a rondar su obra postrera, y a Alex Langsdorff, futuro coronel SS y miembro del Ahnenerbe, quien a pesar de haber estado en la orden poco más de un año, cumplirá un rol esencial en la historia de la segunda Holzweg, de la que hablaremos más adelante. La orden también estuvo compuesta por una misteriosa mujer, cuya identidad se ignora, pero de la que se ha especulado pudo ser la enigmática Gudrun.
Después de 1928 no tenemos más noticias sobre esta Orden. La mayoría de las sociedades secretas surgidas al alero de la O.T.A. dejaron de existir en los años treinta absorbidas en el flujo del potente renacimiento alemán que significó el advenimiento del Tercer Reich. La historia de la tradición, del hilo dorado de Ariadne, va a ser recogida luego por Gabriel Grenze, quien en 1968 fundará junto a su esposa mística Agnes del Lacio una filial de la antigua O.T.A. en la ciudad de Irún, en España. La llamó Antiqva Regia Arcana Nemoris (A.R.A.N.). Y sentó con ella las bases de la futura filosofía arkhanen.
Gabriel Grenze señala haber sido discípulo directo y único de una maga francesa a quien identifica como Margarite Vaal de Marne. Según él Vaal de Marne había formado parte de una vehme secreta cuyo maestro era un misterioso noble llamado Iulius von Klappenbach. Grenze sostenía, además, que la verdadera identidad del misterioso Barón era la del antiguo coronel SS Alex Langsdorff, quien no muriera realmente en 1946, y escapara del asedio aliado bajo otras identidades. La Orden habría llevado por nombre el de Ordo Arcani Kerkasser (OAK), en virtud a que fundada en las inmediaciones de la antigua ciudadela. Según Gabriel Grenze esta Orden fue fundada en 1956 por Klappenbach y a ella pertenecieron otros dos miembros, además de Vaal de Marne. Desconocemos quienes fueron esos otros integrantes, aunque Grenze señala los nombres de Hausmann y Hoffmann. La Orden desapareció misteriosamente en 1962, pues a juzgar por el relato de Grenze, transmitido a él por Vaal de Marne, tras conocerse del hallazgo de Derveni Klappenbach, Hausmann y Hoffmann marcharon al desierto de Gobi, siguiendo el mismo derrotero que su arcano maestro, Urur. Dos años más tarde Grenze se haría discípulo de Vaal de Marne, con quien pasaría los siguientes cuatro años.
En 1968 Grenze y Agnes del Lacio fundan en Irún la ARAN. A esta Orden se integrará luego, un 19 de Enero de 1971, mi maestro, Carlos Manuel Nejas, conocido posteriormente como Baldur Agripa. Desde Enero de 1971 a Octubre de 1974 Agripa aprende el esoterismo arkhanen directamente de Grenze. En Octubre de 1974 Agripa retorna a Chile y funda la Última Thule, trayendo con ello la tradición a estas australes tierras del hemisferio sur. Aunque conocí a Agripa en 1989 me hice discípulo de él doce años después, cuando junto a Joachim van Drakk y la mística YU formamos un círculo vehmico extraordinario, al que don Baldur llamó la Séptima Vehme de Nothureim.
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